Los ojos de la pobreza infantil

Los gobiernos de Bulgaria, Croacia, Alemania, Grecia, Italia, Lituania y España, en colaboración con Unicef y la Comisión Europea, probaron a principios del año pasado enfoques innovadores para reducir la pobreza infantil y abordar las desventajas sistemáticas que sufren grupos de niños y niñas especialmente vulnerables, como la infancia que vive en situación familiar precaria, quienes residen en instituciones, los niños y niñas migrantes y la infancia con discapacidad. Unicef lideró el proyecto piloto y llevó a cabo un análisis en profundidad de la situación de la infancia en los mencionados siete países participantes.

Ahora, tras esos análisis, es el momento de pasar a la acción. De las palabras a los hechos. De seguir construyendo el camino marcado por la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible y reducir la pobreza infantil en Europa a través de la GIE y su Plan de Acción del Pilar Europeo de Derechos Sociales, que propone el objetivo de sacar de la pobreza o la exclusión social al menos a quince millones de personas en la UE para 2030, incluyendo al menos a cinco millones de niños y niñas. Desde lo global a lo local y desde lo local a lo global. Lo marca la Agenda 2030 y así está señalado en la GIE, una medida que se debe aplicar también desde lo autonómico y local.

En el caso de Euskadi, cierto es que el sistema de protección social vasco funciona bien desde hace tres décadas, a través de herramientas como la RGI, las ayudas de emergencia social o la recientemente anunciada ayuda directa de 200 euros al mes por hijo e hija a cargo hasta los tres años. En este sentido, desde Unicef abogamos por avanzar en prestaciones universales a la crianza hasta los 18 años y tenemos claro que aún queda mucho camino por recorrer: la Encuesta de Pobreza y Desigualdad de 2020 ya reflejaba el aumento de una desigualdad cada vez mayor. Se tiene que seguir trabajando a nivel local para que la pobreza no tenga rostro infantil y para que no se herede de generación en generación. Los primeros pasos ya se han dado. El Pacto Vasco por las Familias y la Infancia, suscrito en 2018, ya hacía mención al compromiso para garantizar recursos mínimos a todas las familias con hijos e hijas y prevenir la pobreza infantil.

Los ayuntamientos son el canal directo de las necesidades de las personas, quienes personalmente y presencialmente tienen el poder de atender las reflexiones, dudas, peticiones o quejas de sus vecinos y vecinas. Son los municipios los que están en primera línea en la lucha contra la pobreza infantil. Desde Unicef creemos firmemente que la acción local tiene una capacidad transformadora difícil de igualar. Y la práctica de la Garantía Infantil Europea a nivel local puede ser un éxito a través de iniciativas como los programas socioeducativos sanitarios, programas de reducción de segregación escolar, atención sanitaria de los colectivos más vulnerables, garantía alimentaria en los centros de educación infantil, programas de vivienda de alquiler social, atención a niños y niñas en asentamientos informales, promoción de los consejos locales de infancia a través de la iniciativa Ciudades Amigas de la Infancia de Unicef y la participación infantil y adolescente.

Todo ello exige un trabajo en red coordinado entre los distintos niveles de gobernanza. Hemos detectado que la falta de financiación es uno de los obstáculos principales a nivel local: un 71,88% de entidades locales dicen estar limitando la implementación de más políticas contra la pobreza infantil debido a este problema.

La infancia es asunto de todas las personas. La infancia es un bien común de la sociedad. La Garantía Infantil debe ser una prioridad a todos los niveles. Desde Unicef demandamos su cumplimiento.