![¿Nacionalismo o patriotismo?](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202208/14/media/cortadas/elzo14-k7yC-U170975238423KPH-1248x1300@El%20Correo.jpg)
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Hace pocos años leí un buen libro de Josep Piqué, 'El mundo que nos viene'. Escribe Piqué que estamos volviendo a un mundo de intereses y percepciones individuales, de minorías culturales, aunque cada vez más global y con creciente importancia de lo colectivo; especialmente, en ... la provisión de bienes públicos, en la seguridad, el medio ambiente o la salud global. Este sentimiento se manifiesta en la reivindicación de lo propio frente a lo ajeno, de los diferentes tipos de nacionalismos, algo distinto del patriotismo asociado a la defensa y aprecio de lo propio, una emoción que no contrapone nada a lo que pueden sentir y defender los otros.
Desde mi moderado nacionalismo, aceptaría su texto poniendo nacionalismo donde él pone patriotismo. De hecho, me cuesta ver la diferencia que hay entre ambos términos. La consulta al diccionario de la RAE no me saca de dudas. Verán. Por nacionalismo da estas dos menciones: 1.- Sentimiento fervoroso de pertenencia a una nación y de identificación con su realidad y con su historia. 2.- Ideología de un pueblo que, afirmando su naturaleza de nación, aspira a constituirse como Estado. Por patriotismo, estas dos: 1.- Amor a la patria; 2.- Sentimiento y conducta propios del patriota. Y como patriota: persona que tiene amor a su patria y procura su bien.
Pero, de hecho, mientras el término 'patriotismo' tiene generalmente buena prensa, no ocurre así con el de 'nacionalismo'. Recuerdo un texto de mi buen amigo el filósofo y pedagogo Jose Antonio Marina cuando en uno de sus Panópticos defendía la idea de patriotismo mientras rechazaba la de nacionalismo.
El filósofo Jürgen Habermas, quien acuñara en 1986 el concepto político de «patriotismo constitucional», a la pregunta de si se considera un patriota, contestó así: «Me siento patriota de un país que, por fin, tras la Segunda Guerra Mundial, dio a luz una democracia estable, y a lo largo de las subsiguientes décadas de polarización política, una cultura política liberal. No acabo de decidirme a declararlo y, de hecho, es la primera vez que lo hago, pero en este sentido sí, soy un patriota alemán, además de un producto de la cultura alemana». Entonces, en los años de plomo, por ETA se utilizó mucho el término «nacionalismo constitucional»; a menudo, en contraposición al sintagma «nacionalismo es terrorismo».
Al político francés Jean-Pierre Chevènement se le formuló esta pregunta: «Usted se define con frecuencia como patriota. ¿Qué diferencia hace entre el patriotismo y la defensa de la identidad nacional de Francia?». Esto respondió: «El patriotismo se opone al nacionalismo. La identidad puede ser concebida como una máquina de guerra contra el extranjero cuando se evoca desde una posición cerrada. Y yo preconizo una visión abierta de la identidad, en perpetua recomposición, que tolera perfectamente la aportación de las demás culturas, pero a condición de que la cultura francesa se mantenga como la cultura estructurante». ¿Se imagina alguien qué se diría de un patriotismo vasco (desterrado, obviamente, el término nacionalismo) en el que se pretendiera que la cultura vasca, aunque acogiera con brazos abiertos las aportaciones de otras culturas, fuera a condición de que las estructurase?
En fin, para los nacionalistas y católicos traigo aquí unas declaraciones del cardenal Reinhard Marx, que fuera presidente de la Conferencia Episcopal alemana y muy cercano al Papa Francisco: «El patriotismo es bueno, pero el nacionalismo no es católico». Añade que «el nacionalismo es una de las mayores causas de guerra». Según el cardenal Marx, ¿hay algo peor, más maligno, que el nacionalismo? Luego, añado yo, ¿será el nacionalismo el Satanás del siglo XXI, como otros dicen del capitalismo?
Yo me considero un nacionalista vasco; eso sí, moderado. Pero en los sentimientos de pertenencia, como lo plantean desde 1979 las Encuestas Europeas de Valores, en las que he participado, se formula así la cuestión en su aplicación a España: ¿a cuál de estas agrupaciones geográficas diría usted que pertenece, ante todo?; ¿y en segundo lugar? Se dan cinco posibilidades de respuesta: localidad, pueblo o ciudad en el que usted vive; región, país o autonomía en que usted vive; España, Europa y el mundo entero.
Personalmente, respondería a la encuesta que en primer lugar me siento vasco y en segundo lugar, español. Pero hay más. En realidad, me siento ciudadano vasco por nacimiento, por raíces personales y por la realidad en la que vivo. Español, por el gran número de buenos amigos españoles que tengo (con muchos he realizado investigaciones). Además, he sido muy bien recibido en todas y cada una de las provincias españolas en las que he dado al menos una conferencia (en todas las provincias menos en tres). Me siento de cultura francófona por mis años en Lovaina y mis lecturas. Me siento europeo como proyecto vital en el orden geopolítico y me siento ciudadano del mundo por el ethos universal de la catolicidad.
Como ves, querido José Antonio, no hay incompatibilidad entre decirse nacionalista, vasco en mi caso, y con múltiples sentimientos de pertenencia. Yo tengo una identidad plural y no reniego de ninguna de ellas.
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