![El mundo de ayer](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2023/10/08/opi-beldarrain-k3KB-U210366406176qWE-1200x840@El%20Correo.jpg)
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El mundo de ayer siempre es distinto al mundo de hoy. Algunos pensarán que me habré quedado muy ancha soltando semejante perogrullada, pero no es ninguna tontería. Generación tras generación, la gente de cierta edad se ha quejado de los cambios trepidantes que se producen ... en ese mundo nuevo que surge a pesar de ellos, léase hoy niños abducidos por tablets, móviles y ordenadores, la vida corriendo tanto que cuesta mucho alcanzarla, el consumismo enloquecido, la pérdida de antiguos valores, qué les voy a contar. Y es que las generaciones nuevas caminan hacia adelante rebañando de paso la forma de entender la vida de sus padres y poniendo el mundo de ayer patas arriba.
Ha habido épocas, sin embargo, en que los cambios pasaban casi desapercibidos. Stefan Zweig cuenta en 'El mundo de ayer: memorias de un europeo' que muchos de sus antepasados marcharon plácidamente al más allá creyendo que el acomodado estatus de los Zweig nunca iba a cambiar, que, por los siglos de los siglos, sus descendientes seguirían disfrutando de un ambiente exquisito y culto, de una paz sin sobresaltos. Nunca imaginaron que Stefan, su descendiente, terminaría suicidándose en Brasil ante el horror de un mundo nuevo que avanzaba al 'paso de la oca'.
Bien, reflexionando el otro día sobre estas cosas, recordé el fin de la poderosa Orden del Temple, que se produjo un mes de octubre como este de ahora. Los fratres templarios, igual que los Zweig, no fueron capaces de ver las sombras amenazadoras que silenciosamente les iban cercando, su mundo estaba cambiando.
La mañana del viernes 13 de octubre de 1307, todos los templarios de Francia fueron hechos prisioneros a la misma hora en sus propios castillos. La operación, organizada por Nagoret, ministro de Justicia, contó con el factor sorpresa. Nadie pudo escapar.
La voluntad real era muy clara: a los que se confesaran culpables de herejía, sodomía e idolatría se les concedería el perdón y una pensión vitalicia pagada con los bienes de la Orden; a los demás les esperaba la muerte. Es decir, los que se declaraban culpables se salvaban, los demás eran ejecutados. Muy raro. Pero la explicación es sencilla. El rey Felipe IV de Francia no pretendía atacar individualmente a los templarios, lo que quería era hacerse con sus bienes porque la corona estaba a dos velas.
Felipe necesitaba que los templarios se declararan culpables de semejantes aberraciones, así el pueblo no se opondría a que disolviera la Orden y rapiñara sus dineros. Algo parecido estaba pasando en toda Europa. Los reyes pretendían ser soberanos absolutos y la vieja nobleza, a la que pertenecían los templarios y el gran ejército del Temple, eran grandes obstáculo para Felipe.
Casi todo salió bien. El lunes 18 de marzo de 1314, el último maestre templario, Jackes de Molay, y el preceptor de Normandía, Geoffrey de Charney, fueron quemados vivos en la isla de Los Judíos, un islote unido hoy a la isla de La Cité, donde se quemaba a los herejes. Ahí, en el 'quai des Grands Augustins', hay una placa que conmemora la muerte de Molay y Charney.
Durante el juicio público que se celebró esa misma mañana, Molay se declaró inocente y el pueblo de París se dio cuenta del engaño del rey. Felipe, entonces, ordenó acabar con los dos antes de que la gente se soliviantara y mandó, además, echar sus cenizas al Sena para que nadie se quedase con ninguna reliquia. Dicen que desde la hoguera Molay maldijo al rey y al Papa Clemente V, un lebrelillo del monarca, y que por eso Felipe y Clemente murieron pocos meses más tarde. Sin embargo, no es cierto. Molay, mientras su cuerpo ardía, solo rezó a Notre Dame, que estaba tan cerca.
Aunque la frase que se atribuye a Fidel Castro, «Un paso atrás ni para coger impulso», muchas veces no se cumple y damos demasiados pasos hacia atrás, soy de las que piensan que el mundo de hoy es más justo y bueno, a pesar de tantos pesares, que el mundo de ayer. Y espero, es verdad que hay días que no lo parece, que este mundo de ahora sirva para que vivamos mejor y seamos más felices.
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