![Confieso que he vivido](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/03/10/opi-beldarrain-kZ7B-U2101772757426fTB-1200x1000@El%20Correo.jpg)
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Confieso que he vivido' es el título de las memorias del poeta chileno Pablo Neruda, Premio Nobel de Literatura en 1971. Reflexiono. Todas las vidas, desde las que aparentemente pueden parecer insignificantes hasta las de los hombres y mujeres más importantes, deberían estar recogidas en ... unas memorias, porque todas, absolutamente todas, son interesantes, constituyen la aventura de una vida y, además, pueden ayudarnos a actuar bien en circunstancias difíciles viendo lo que hicieron otros en situaciones parecidas a las nuestras.
Mi amiga Rosa, que acaba de escribir sus memorias, está de acuerdo conmigo y, siguiendo su consejo, me he decidido a animar a todo el mundo a contar sus experiencias vitales. Leo la contraportada de las memorias de Pablo Neruda y dice: «Neruda fue un testigo privilegiado del siglo XX». Y ahora digo yo: ¿Quién de nosotros no ha sido un testigo de su época? Todos nosotros hemos tenido el privilegio, cuando no la desgracia, de vivir en primera persona los tiempos que nos han tocado vivir; y, por tanto, todos nosotros, como Neruda, tenemos muchas cosas que contar de esos años.
Sigo leyendo la contraportada: «Neruda fue un poeta de muchas vidas». Y otra vez digo yo: ¿Quién no ha sido hombre y mujer de muchas vidas más allá de lo que los otros creen conocer de nosotros? Usted, yo y el de la moto somos un mundo, sabemos todos los 'yoes' que nos rondan por los dentros y que, de vez en cuando, ¡ale-hop!, se atreven a asomar dejando al personal, y hasta a nosotros mismos, estupefactos, a veces, para bien y, otras, para mal. «Nunca me hubiera imaginado que fulanito o fulanita sería capaz de hacer eso» lo han dicho de nosotros y nosotros lo hemos dicho de otros.
Por eso digo que las memorias de cualquiera son no solo interesantes, sino instructivas, seamos mendigos, personas metódicas hasta el vómito, aburridos hasta la náusea, gente importante, gente corriente, gente feliz o desgraciada, malvados o santos, torpes, ágiles, inteligentes, locos, poco dotados, todo vale. No se observa el mismo paisaje desde distintos mocasines y es bueno ver la vida desde diferentes perspectivas.
Vivir es siempre una aventura, la aventura más grande que alguien emprende cuando le nacen, «me nacieron en León» decía Leopoldo Alas 'Clarín', el autor de 'La Regenta'. La pena es que los animales y las plantas no saben hablar y escribir, porque ellos también tendrían muchas cosas que contarnos y muchas cosas que enseñarnos de ellos y de nosotros mismos.
Creo, pues, que cada uno de nosotros deberíamos dar fe de lo que hemos vivido, aunque no seamos Pablo Neruda, porque nuestras vidas también están de llenas de peripecias, de momentos sublimes y de momentos trágicos. En muchas ocasiones, gracias a esos momentos trágicos por los que hemos derramado tantas lágrimas, hemos crecido y otras veces nos hemos hecho tan pequeños que han tenido que venir a salvarnos.
Pensando en estas cosas, se me ha ocurrido que quizás debería haber en cada pueblo y ciudad una biblioteca de memorias que dejen constancia del paso por la tierra de sus gentes y, también, de la historia que se ha ido. Las memorias son fotografías escritas de las diferentes etapas de nuestra vida, guardan todo lo que hemos sido y, también, recuperan de la noche de los tiempos a todos los que nos han acompañado en el camino de la vida.
Además, escribir nuestras memorias es un bonito ejercicio de retrospección, que puede hacernos olvidar el aquí y el ahora si hace mucho frío en la garita en la que en ese momento nos toca hacer guardia. Es un viaje a aquellos años que creíamos perdidos para siempre y que rescatamos del olvido soñándolos otra vez.
Las memorias, nuestras memorias, aunque pudiera ocurrir que no le sirvan a nadie, nos sirven a nosotros porque son, además, un estupendo entretenimiento y un encuentro con nuestros fantasmas sin necesidad de la intervención de ningún médium. Y para empezar a escribir esas memorias basta con poner en un papel «me nacieron en…», como dice 'Clarín'. Luego sale todo seguido.
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