El 87% de los británicos piensa que el mayor problema del país es el coste de la vida y el 85% cree que el segundo gran problema es el NHS (Servicio Nacional de Salud), según un informe de la Oficina Nacional de Estadísticas de Gran ... Bretaña. Y este estudio oficial no es el único que incide en la problemática del servicio de salud público más antiguo del mundo; según Estatista, las mayores preocupaciones para la población británica son la economía (49%) y la salud (46%), seguidas a cierta distancia de la inmigración.
Otro informe revela que la insatisfacción respecto al NHS ha pasado del 25% en 2019 al 52% este año. La mitad de la población considera que está mal atendida. Hay muchas razones para entender esta insatisfacción: desde la escasez de personal hasta las largas listas de espera y el acceso limitado a servicios de salud esenciales. Es evidente que este asunto habrá tenido un impacto importante en las recientes elecciones, en las que, tras 14 años de dominio conservador, el Partido Laborista ha vuelto al Gobierno.
En Euskadi, el Sociómetro de febrero apunta que el problema más importante para la ciudadanía es el mercado de trabajo, que señala el 48%; le sigue 'Sanidad, Osakidetza, Seguridad Social, salud' (35%) y la vivienda (25%). Esta segunda posición es más relevante si se compara con resultados anteriores, ya que hasta 2019 el porcentaje de población que consideraba problemático este punto se quedaba en el 7%-8%. El descontento con la atención sanitaria se incrementó a partir de la epidemia de covid, como si el virus hubiera roto la frágil caja de cristal en la que vivíamos. Justo cuando más aplaudíamos a los sanitarios comenzó el incremento de la insatisfacción de la población respecto a la asistencia sanitaria.
Debemos reflexionar sobre este hecho paradójico. Pero habrá que evitar las simplificaciones, pues el diagnóstico más rápido y sencillo no permitirá abordar la complejidad de la situación. Como en el caso de los británicos, las materias a tratar son muchas, complejas y requerirán más tiempo del que deseamos. Problemas como los recursos humanos y la retención de profesionales, las listas de espera y la accesibilidad, los perfiles profesionales necesarios en una sociedad más envejecida, la rigidez administrativa y la autonomía de gestión, la productividad del sistema, la inversión y modernización de equipos e instalaciones, la cultura y el compromiso, la participación ciudadana, la salud pública, la innovación e I+D sanitaria y muchos otros deberán ser objeto de nuevos planteamientos para abordarlos manera honesta y sin dogmatismos.
Prejuicios como que existe una mano oculta que quiere privatizar los servicios no son ciertos y provocan desconfianza
El nuevo secretario de Salud británico, Wes Streeting, ha afirmado: «El NHS está destrozado, se requieren cambios en la política, la innovación y la inversión. Hay que ser honestos con los desafíos». También ha dicho que los cambios llevarán años. Puede que la sentencia sea demasiado vehemente pero, al igual que en nuestro caso, es cierto que los sistemas sanitarios requieren cambios profundos. Aunque no todo va mal, algo sí va mal.
Las mejoras en salud son complejas y requieren muchos recursos públicos. Además, las verdaderas transformaciones, gestionar ese 'elefante en la habitación', son a menudo incómodas y difíciles de poner en práctica. Por otro lado, el presupuesto de sanidad compite con otros campos necesarios para la cohesión social, como esla atención sociosanitaria. No se puede en ender un pacto sanitario que no contemple un equilibrio enlos recursos necesarios para el desarrollo de la cohesión social y la lucha contra las desigualdades. Los agentes sociales implicados en este proceso deben comprender esta visión general, sin pensar únicamente en su sector, su parcela e intereses. Eso es un pacto.
Lograr un acuerdo político para redireccionar el rumbo de la sanidad vasca es un objetivo del Gobierno actual y así lo ha transmitido el lehendakari. Parece lógico que la primera fase sea obtener un diagnóstico de la situación que permita priorizar y planificar las actuaciones en un calendario realista. Es necesario poner sobre la mesa una relación de problemas reales desligados de prejuicios políticos para buscar luego el acuerdo y los recursos. De poco le sirve al ciudadano que los agentes sociales se sienten en la mesa con prejuicios como que existe una mano oculta que quiere privatizar los servicios públicos. No es cierto y además su reiteración genera desconfianza en la gestión pública.
Por otra parte, no sería bueno generar expectativas de resolución rápida (como artificio pirotécnico) pues cada cambio var a requerir modificaciones complejas. Sentarse a la mesa del acuerdo con recetas llenas de intereses gremiales, rigidez o premuras no es lo que necesitamos. Sí necesitamos sanidad universal, accesible, con equidad, gratuita y de calidad.
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