
Más humanos
La decisión de Trump de retirar a EE UU de la OMS afecta a una magnífica estructura que permite la colaboración entre países en problemas de salud
Mikel Álvarez Yeregi
Médico
Miércoles, 19 de marzo 2025, 00:03
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Mikel Álvarez Yeregi
Médico
Miércoles, 19 de marzo 2025, 00:03
En 2019 el cómico estadounidense John Mulaney comparó la presidencia de Trump con la entrada de un caballo en un hospital. En aquella parodia tan ... premonitoria el caballo no sabía muy bien qué hacer y estaba tan sorprendido como la gente que lo veía. No podía imaginar Mulaney que el caballo volvería años más tarde. Pero ahora conoce mejor los pasillos y las unidades para patear y pisotear las zonas a las que no accedió antes.
El pasado 20 de enero el 'caballo' firmó con un rastro de tinta grueso (como corresponde a unas pezuñas) cantidad de medidas de urgencia, entre las cuales estaba la orden de retirar a Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud. La OMS, fundada en 1948, es un organismo de Naciones Unidas con el mandato de actuar como autoridad coordinadora en cuestiones de salud internacional, incluida la ayuda a los países para preparar respuestas a emergencias. Su presupuesto depende de las aportaciones de los 194 países que la constituyen y asciende a 3.300 millones de euros al año, algo así como el 65% del presupuesto para salud del Gobierno vasco. No parece mucho para atender necesidades mundiales. EE UU aporta entre el 15% y el 20% y es el mayor contribuyente. Pero a pesar de sus recursos muy modestos, la OMS gestiona las crisis sanitarias mundiales y apoya a los países en el desarrollo de sus sistemas de salud con notable eficiencia.
Según afirmaba recientemente el editor jefe de 'The Lancet', Richard Horton, las acusaciones de Trump a la OMS serían tres: la primera, la excesiva burocracia (un clásico); la segunda, que Washington aporta demasiado comparado con otros países, especialmente con China (aquí la acusación al enemigo); y la tercera, que la agencia encubrió los orígenes de la pandemia de covid y que la gestionó de modo deficiente. También afirma el editor de la revista que parece que Trump estaría dispuesto a repensar la retirada bajo tres condiciones: que dimita el director de la OMS, el etíope Tedros Adhanom; que el próximo director sea estadounidense; y que China incremente su aportación. ¿Le habrá dicho también a Tedros aquello de «no tienes cartas»? Parece que se encuentra en una encrucijada parecida a la de Zelenski y puede que tenga que viajar a Mar-a-Lago para reconciliarse con Trump. Aunque vista la evolución de las decisiones sobre la agencia para el desarrollo internacional, Usaid, los institutos NIH, la FDA y los CDC y la política científica en general, parece que sujetar al 'caballo' será bastante difícil, teniendo en cuenta además que en este contexto Elon Musk ya habrá despedido al domador de caballos.
La retirada de EE UU de la OMS y del multilateralismo supone un importante quebranto para muchos países y programas. Muchas naciones subsaharianas dependen de las iniciativas lideradas por Naciones Unidas para combatir enfermedades como la malaria, el VIH/sida y la tuberculosis, y las amenazas infecciosas emergentes, como el SARS-CoV-2, el virus de la viruela del simio y el virus del ébola.
Y si todo este torbellino que está provocando la nueva Administración es una tragedia, a continuación se ha despertado el sainete argentino con un presidente que acusa a la OMS de «ser el brazo ejecutor del mayor experimento de control social de la historia». Milei desvía así la atención de la epidemia de dengue que afectó a más de 580.000 argentinos en 2024 y provocado la muerte de varios centenares. Además, no aprueba la incorporación al calendario vacunal de Qdenga, una vacuna de origen japonés que cuenta con las aprobaciones necesarias. Argentina no aporta a la OMS más que 7 millones de euros, así que todo esto no es por dinero, sino por estupidez.
El último iluminado que se ha incorporado a la tragedia y al sainete es el vicepresidente del Consejo de Ministros de Italia, Matteo Salvini, que promocionará una ley para gestionar que el país se retire de la OMS. Italia aporta unos 40 millones. La jefa del Gobierno, Meloni, permanece callada quizás porque recuerde que Lombardía fue el epicentro europeo de la pandemia del covid y que, tras pedir ayuda internacional, acudieron dos brigadas de 100 sanitarios cubanos especialistas en desastres y epidemias.
No es la primera vez que un país sale de la OMS. En 1949, la URSS, junto con las repúblicas soviéticas de Ucrania y Bielorrusia, provocaron un efecto dominó al retirarse de la organización. Poco después se fueron Albania, Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría, Polonia y Rumania, insatisfechos con el trabajo de la agencia y enfadados con ella y EE UU por retener recursos médicos destinados a Europa del Este. Todos estos Estados volvieron en 1956.
Como decía Richard Horton, «todos estamos enojados con la OMS por alguna razón». ¡Como con otras muchas agencias y administraciones! Pero la OMS es una magnífica estructura que permite la colaboración, la solidaridad entre países y la gestión de los problemas de salud desde un punto de vista mundial. Parece una necedad no cuidar estas estructuras que nos hacen más humanos.
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