El miedo a las vacunas
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El exceso de datos negativos afecta a nuestro análisis de los riesgos. Es fundamental desarrollar el sentido críticoSecciones
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La mirada ·
El exceso de datos negativos afecta a nuestro análisis de los riesgos. Es fundamental desarrollar el sentido críticoAunque desde la perspectiva de los datos no es lógico tener miedo al uso de las vacunas de AstraZeneca y Janssen, desde el punto de vista humano sí lo es. La explicación reside en el funcionamiento antropológico de nuestro mecanismo del miedo; en particular, en ... la función de la activación del denominado SARA (sistema activador reticular ascendente), del que probablemente no haya escuchado hablar.
Desde el punto de vista numérico, los datos son rotundos y demoledores. Tenemos tres millones de fallecidos por covid-19, es decir, una de cada 2.500 personas del planeta. Sin embargo, sólo 1 por cada 1.400.000 personas fallece en relación con la vacuna AstraZeneca (10 millones de personas vacunadas con ella en Reino Unido y 7 fallecidos). Es decir, es más probable morir por tomar ibuprofeno (aumenta un 31% el riesgo de paro cardíaco) que por la vacuna de AstraZeneca. También es más probable fallecer por picadura de abeja (1/58.000) o porque a usted o a mí nos parta un rayo (1/80.000).
Por tanto, desde esta perspectiva detener la aplicación de dosis de estas nuevas vacunas, más que un acto de prudencia, puede parecer un acto de temeridad, ya que muchos morirán por ello. ¿Por qué entonces algunos somos partidarios de hacerlo e incluso rechazamos vacunarnos con ellas, sabiendo que puedo incluso llegar a ser el causante involuntario del fallecimiento de terceros? La explicación reside en el instinto de supervivencia del ser humano. Lo cual nos hace actuar en una primera instancia desde el mecanismo del miedo más que desde la razón. En este caso concreto, hay que sumar un agravante: el mecanismo del SARA. Y me explico.
Nuestro mecanismo del miedo entra en acción de manera más rápida que la vía neuronal de los prefrontales (la razón). De hecho, de no ser así, estaría en juego nuestra supervivencia animal. Las señales de peligro que nos llegan desde los cinco sentidos activan rápidamente la amígdala en nuestro cerebro para actuar físicamente (lucha/huida). Sin embargo, hay una parte más desconocida por nosotros, pero tremendamente importante en la sociedad actual, que nos permite aprender del peligro pasado. Es la luz de alarma.
Este mecanismo se activa recordando capítulos anteriores vividos y nos permite activar la amígdala con tan sólo tener indicios (sean fundados o no). ¿Recuerda ese golpe fuerte y seco contra el suelo que escuchó en casa del vecino? Rápidamente pensó: ¡menudo cabezazo que se ha dado el bebé del vecino contra el suelo!, cuando en realidad el ruido no tenía nada que ver con eso. O en un sentido no tan drástico, recuerda cuando se compró el singular coche de sus sueños y, a partir de ese momento, ¿no hacía más que ver el mismo coche por todas las esquinas?
Esto nos ocurre por el SARA, una especie de radar que se ocupa de captar toda la información que nuestro cerebro considera relevante para nosotros. A lo largo del día, estamos expuestos a tal cantidad de bits de información que nuestro cerebro es incapaz de procesarla en su totalidad y tiene que elegir. Filtra la que nos llega, elige la que considera relevante y coherente, y la envía a la parte consciente. Este sistema cerebral, que también tiene la función de asegurar nuestra supervivencia, cuenta con una importante aplicación práctica en nuestras vidas. Una vez que conocemos cómo funciona este sistema, podemos aprender a calibrar el radar, es decir, educar a nuestro cerebro. Y así nos muestra aquella información que más nos interesa, se fija más en determinadas cosas. Se educa desde la consciencia.
En este sentido, el exceso de información (negativa) que nos está llegando respecto a estas vacunas nos está afectando en nuestro análisis de riesgos. ¿Por qué si no pensamos más en eso que en la posibilidad de que hoy me atropelle un coche cuando salga de casa? Claro, si usted estuviese obsesionado con todos los riesgos de su día a día no podría avanzar en la vida.
La solución a esta situación es tratar de enfocar la atención consciente hacia determinados temas, reforzar el radar hacia asuntos de verdad críticos para nuestra vida y dejar que nuestro cerebro haga el resto. Porque, recuerde, él le mostrará aquello que usted le ha dicho que le interesa. Por esa misma razón, un arquitecto pasea de manera diferente a usted por la calle. El SARA le hace ver cosas distintas.
Resulta fundamental desarrollar el sentido crítico y no dejarse llevar en exceso por el mecanismo del miedo. En la sociedad actual, utilizar un poco más los prefrontales que la amígdala puede hacer perdurar un poco más a la especie. Estamos inundados de noticias negativas y eso nos hace tenerlas muy presentes. Demasiado. Contribuyamos todos un poco más a través del pensamiento crítico, pero constructivo y positivo. 'Las buenas cosas ocurren todos los días. Solo nos tenemos que dar cuenta de ellas'.
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