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Mayo es un mes que históricamente ha tenido un gran significado simbólico. El mes de las flores, cuando la primavera está en todo su esplendor y ya se aprecia el sol del verano, también ha estado marcado por el acento político, un fenómeno especialmente significativo ... en Bilbao. Con la irrupción de la sociedad de masas y las culturas políticas modernas, mayo se convirtió en el mes de reivindicación del liberalismo y del movimiento obrero. Bilbao, ciudad en la que estas culturas políticas dialogaron y pugnaron como en ningún otro lugar, tuvo en dos días seguidos importantes conmemoraciones políticas. Me refiero al 1 y al 2 de mayo. El primero todavía lo seguimos celebrando -cada vez de manera más descafeinada y con sus raíces cada vez más olvidadas- y el segundo ya suscita una atención limitada. Por esto no viene de más echar mano de la Historia para recordarnos que hace 100 años, este mes Bilbao estaría inmersa en grandes fastos políticos.

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El Primero de Mayo o fiesta del trabajo fue una de las festividades centrales del movimiento obrero y de la izquierda en el siglo XX. Organizado por vez primera en 1890 (tal y como se había pactado en la conferencia de la Segunda Internacional un año antes), su primera celebración tuvo un éxito dispar, aunque en cualquier caso superó todas las expectativas. En el caso bilbaíno el resultado (que ese primer año fue el 4 de mayo, domingo, para evitar problemas de paros laborales un día de trabajo) fue un cualitativo cambio en la conciencia de miles de trabajadores que entonces experimentaban unas condiciones miserables, deleznables y animalizantes. Barracones para dormir en las minas, jornadas de trabajo extenuantes, falta de regulaciones laborales y enfermedades eran la realidad de miles de personas que con su trabajo arrancaron el mineral de los montes de Triano y convirtieron Bizkaia en un auténtico 'eldorado' durante buena parte del siglo XX.

Y fue precisamente el 1º de Mayo de 1890 uno de los hechos que les hizo ser conscientes de que podían reivindicar mejoras y que su unión les iba a fortalecer como colectivo. Del pensamiento al hecho. Unos días más tarde se convocó la primera gran huelga minera que acabó con el general Loma dando razón a los obreros -«aquí ni los cerdos pueden vivir», parece ser que fue su comentario cuando vio los barracones en los que los mineros estaban obligados a vivir-. Tal gesta, capitaneada por el recién fundado Partido Socialista y por un carismático Facundo Perezagua les valió a los socialistas la hegemonía del movimiento obrero hasta bien entrado el siglo XX y a Bizkaia, ser reconocida en toda España como la meca del movimiento obrero.

El 2 de mayo es quizás una fiesta mucho más desconocida, a pesar del fuerte arraigo que tuvo en la cultura bilbaína. El 2 de mayo de 1874 se levantó el sitio carlista sobre la villa, que había llevado a la población al límite del miedo a las bombas y al hambre. Ésta había permanecido, una vez más fiel a sus principios liberales, y ya iban dos pues en la primera guerra carlista también fue sitiada. En 1875 se comenzó a conmemorar la liberación, honrar a sus muertos y preservar su memoria, y fue quizás la expresión anual de la liberal Sociedad El Sitio. Miembros del grupo municipal bilbaíno y distintas agrupaciones participantes colocaban coronas de flores en el Ayuntamiento, y luego las subían solemnes por las calzadas de Mallona hasta el cementerio del mismo nombre, donde se dejaban a los pies del monumento que recuerda los sucesivos sitios a la ciudad.

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Con el tiempo, se les fueron sumando culturas políticas del momento como los republicanos, e incluso los socialistas más cercanos a éstos. El propio Indalecio Prieto, que aunó en su persona el socialismo y el republicanismo -«soy socialista a fuer de liberal», clamó en la sociedad El Sitio- acudía a este acto con gran fervor, precisamente un día después de haber celebrado el 1 de Mayo. La fiesta se celebró hasta 1936, y fue un fiel reflejo de los equilibrios políticos en un Ayuntamiento tan plural ideológicamente como el bilbaíno.

Hoy, ambas celebraciones, en diferente medida, por supuesto, han perdido mucho de su primer significado político, y mucho del apoyo popular que en su día gozaron. Del 2 de mayo pocos se acuerdan y la fiesta del trabajo ha permutado considerablemente su significado al compás de los cambios que la propia conciencia de clase y la realidad laboral han ido experimentando. Ni siquiera en la política simbólica de la villa tienen estas fechas un recuerdo a la altura de su importancia histórica (sorprende, por ejemplo, que Indalecio Prieto no tuviera una calle en Bilbao hasta 1998). Por ello, quizás mayo sea un buen momento para recordarlas.

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