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Firma de los Pactos de la Moncloa. Europa Press
Opinión

Recomponer el consenso en España

Es preciso recuperar el clima de entendimiento, hoy perdido, que se generó durante los 20 años de la transición política

Lunes, 17 de junio 2024, 00:01

Hace 50 años España experimentó una transición a la democracia de forma tan ejemplar que se transformó en un ejemplo para todos los países que pasaron por una situación similar. Fue algo envidiable y tan natural como la fruta que nace cada primavera/verano en ... el árbol. Fue natural debido a que la transición estaba interiorizada en una mayoría muy amplia de la sociedad española. Una mayoría que veía, por fin, que España iniciaba, con alegría, un camino sin los retornos cíclicos de nuestra historia.

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Para conseguirlo se pusieron sobre la mesa, con elegancia y respeto, los diferentes puntos de vista de cada opción política y -lo más importante- se llegó a consensos. Consensos en los que las diferentes sensibilidades del pueblo español estuvieron ampliamente representadas por un abanico de partidos políticos: UCD, PSOE, AP, PCE, los partidos nacionalistas y algunos con menos representación. Los acuerdos, que tanto fruto dieron, comenzaron a romperse a partir del pacto del Tinell hasta hacerse imposibles en el momento actual.

Antiguamente, en España la ruptura se achacaba a los representantes del antiguo régimen. Ahora, el PSOE cometió el grave error de elegir, por dos veces, como candidatos a la presidencia a dos militantes con la mente obnubilada. En el caso actual, con el agravante de que su obsesión es seguir sentado en el sillón. Recordemos que con los pactos del Tinell se levantó una valla que dejaba desterrados de los asuntos de España, por lo menos, a la mitad de los españoles. Esto generó, como en otras ocasiones, la reacción del pueblo. Un ejemplo de esa reacción fue dar al PP, en aquel momento, una mayoría absoluta. Actualmente esa reacción le ha hecho vencedor en todas las elecciones. Tiene un poder territorial que nunca soñó. Ganó las elecciones generales y acaba de ganar las europeas. En este último caso, el número de votos que perdió el PSOE respecto a las anteriores europeas es excesivamente alto.

En el momento actual en España -en otros países, también- debido a acciones positivas y negativas a corto y largo plazo de los gobiernos se está produciendo un cambio sociopolítico cuyas consecuencias se verán cuando se convoquen las próximas elecciones generales. Solo un ejemplo de acciones positivas: el movimiento ascensional de la clase obrera. El último empujón se inició hace 40 años con el crecimiento de la sociedad del bienestar. Esto hace que las ideologías utópicas, incluso el sindicalismo, estén quedando reducidas a su uso como propaganda y a interpretaciones transitorias de una realidad mucho más profunda y compleja. Así se podría seguir con otros muchos tópicos (educación, vivienda, calidad de los puestos de trabajo...).

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Esto ha generado en las sociedades avanzadas un acercamiento hacia el centro de las dos ideologías dominantes: la socialdemócrata y la conservadora/liberal. Incluso, en Europa, una disminución de la presencia de la socialdemocracia y la irrupción, con fuerza, de ideologías de derechas alejadas del centro. No olvidemos que cuando hay sensatez la aproximación hacia el centro incrementa la capacidad de consenso. Por eso, el PP y el PSOE, después de pasar este por el purgatorio al que lo mandará el señor Sánchez, deberán repensar, junto con todas las demás fuerzas políticas, el futuro de España. Con otras palabras, deben rectificar la deriva de los últimos años devolviendo el poder público, incluyendo el nacionalista, a la totalidad de los españoles.

De momento, debido a la ocupación por la masa de la dirección de algunas opciones políticas, España está en el borde extremo del precipicio. Sin embargo, la situación aún es remediable. Para ello es necesario recuperar el ambiente de entusiasmo, hoy perdido, que se generó durante los 20 años de la transición política. Hay que tener en cuenta que la gran mayoría de los españoles no somos culpables de que desapareciera. Los culpables son los propios políticos y sus partidos. Algunos ya se están recomponiendo. Los demás, por el bienestar de todos, deben hacerlo cuanto antes.

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En cualquier caso no olvidemos que esa exigencia de rectificar se está forzando, quizás sin toda la intensidad necesaria, con nuestro voto. El breve análisis realizado no está planteado desde la exageración. Para ello ya hay muchas tertulias que, debido a la pobreza intelectual de los que las dirigen, de los participantes o de ambos, se dedican a desmesurar todos los hechos y trastocar las opiniones sensatas.

Señores políticos, quítenles el juguete a los contertulios y no dejen que las palabras del profesor Albert Einstein se apliquen a ustedes: «Hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana, y sobre el universo no estoy seguro».

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