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El informe Draghi plantea una hoja de ruta para que la UE recupere su fortaleza económica, tras décadas de declive. Hemos crecido mucho menos que ... EE UU y China y perdido peso mundial. Detrás de esta situación hay varios factores, pero el menor crecimiento de nuestra productividad y la pérdida de liderazgo en los nuevos desarrollos tecnológicos han sido determinantes.
En paralelo, el contexto global se ha complicado. Ha habido una desaceleración del comercio internacional, China se ha convertido en un potente competidor en sectores claves para Europa, sufrimos los problemas de la energía y, más recientemente, la geopolítica global se tambalea y perdemos (al menos en parte) un socio importante (EE UU), lo que ha supuesto una nueva fuente de vulnerabilidad para nuestra economía.
La propuesta de Draghi se apoya en cuatro pilares. Fortalecer el mercado único eliminando barreras regulatorias (informe Letta); desarrollar una estrategia común en política industrial, de competencia y comercial; incrementar el nivel de financiación (hasta el 5% del PIB al año); y reformar la gobernanza de la UE, buscando más simplicidad y agilidad en la toma de decisiones. Y propone además que la nueva estrategia se centre en tres ejes: Innovación (reducir la brecha con otras regiones), descarbonización (como parte del impulso industrial) y seguridad económica (materias primas esenciales y tecnología).
Olivier Blanchard, Premio BBVA Fronteras de Economía de este año, ha hecho una valoración positiva del informe y aporta dos consideraciones: que quizás habría que seleccionar algo más en qué sectores se quiere competir y la necesidad de revisar nuestro ordenamiento jurídico y sistema educativo.
En nuestro ámbito más próximo, contamos con un interesante estudio, de Zedarriak, sobre los informes citados. Se trata del trabajo 'Euskadi y Europa: un futuro de prosperidad y competitividad compartida'. En él se identifican las variables clave para evaluar nuestra posición, se señalan las fortalezas y debilidades del País Vasco y se proponen los ejes estratégicos para afrontar el futuro. Algunos de ellos ya se están comenzando a trabajar. El Nuevo Plan Industrial y la reciente Alianza Financiera Vasca van en esa línea.
No obstante, y aunque se plantean iniciativas de mejora en la gestión pública, como la modernización de la Administración y la reducción de normativas, tanto en el informe Draghi como en el de Letta no se señala, de forma tan evidente, la necesidad de una mayor eficiencia en ese ámbito, que creo necesaria, o incluso condición previa para poder lograr el éxito de los planes.
El Índice de Competitividad Global, del Foro Económico Mundial, y el Índice de Libertad Económica, del Instituto Fraser, muestran que países con gobiernos eficientes y menor tamaño de su sector público tienden a obtener mejores resultados en innovación, competitividad y crecimiento económico. Hace ya quince años, la revista 'The Economist'(23 de enero de 2010), refiriéndose a la situación en algunos países occidentales, señalaba en su portada, y en un informe extenso en sus páginas interiores, cómo muchos gobiernos estaban incrementando su peso en la economía. Se señalaba que la intervención gubernamental era necesaria en algunas circunstancias que precisaban impulso económico, pero que era también muy importante evitar crecimientos desmesurados que pudieran tener efectos adversos, provocar déficits y deuda insostenibles en las cuentas públicas.
En este ámbito, hay que recordar un acertado artículo de Manfred Nolte ('Estado del bienestar y tamaño del Estado', EL CORREO, 12 de febrero 2024), en el que, analizando diferentes estudios sobre el tema, señalaba «la correlación positiva entre bienestar e intervención pública en función de la calidad, eficacia y eficiencia del gobierno con el nivel de gasto productivo y con los bajos niveles de endeudamiento».
Europa tiene, en este ámbito, una posición de partida más débil que el resto de los actores globales. En nuestro caso, el peso del sector público supera el 47%, frente al 36% de EE UU o el 26% de China. Pero aquí, salvo excepciones, y a diferencia de otros competidores, no se están abordando políticas de eficiencia y contención, lo que, acompañado por la reciente necesidad de incremento de gasto militar debida a la compleja situación geoestratégica, lleva a que las cifras están empeorando aún más. No obstante, parece que, en Alemania, en el marco de los acuerdos de la previsible coalición CDU/ CSU con el SPD, además de políticas expansivas, se van a abordar acciones de reducción de gasto público que quizás puedan animar a cambiar la tendencia.
No se trata de que propongamos las medidas radicales que están adoptando en EE UU, pero si es necesario que Europa, España y Euskadi aborden de forma decidida planes concretos de mejora de la eficiencia de su sector público. Será clave para el éxito de los nuevos programas y para nuestro futuro.
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