El secretario general de EH Bildu, Arnaldo Otegi. EFE

Es hora de tomárnoslo en serio

Catorce años después de Lortu Arte, es hora de que EH Bildu afronte que hacer política es capacidad de influir en los cambios

Lourdes Laredo Atxabal, Begoña Duque Mtnez. de Osaba y Javier Aginaga Portillo

Miembros de las asambleas locales de EA de Donostia, Gasteiz y Bilbao

Miércoles, 11 de diciembre 2024, 00:01

La política vasca vive tiempos de cambio o, al menos, con potencialidad de cambio. Las dos grandes familias, PNV y EH Bildu, afrontan procesos internos. En el lado jeltzale, Andoni Ortuzar se está agarrando al despacho de Sabin Etxea, intentando la cuadratura del círculo: una ... renovación sin renovar la cabeza más visible. En la otra familia, Arnaldo Otegi ya ha dicho que seguirá al frente de EH Bildu, avalado por lo que él afirma que es una hoja de servicios brillante en materia de resultados electorales.

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Maticemos: los resultados electorales son, a nivel cuantitativo, buenos. Pero un análisis serio debe ir mucho más allá. Es imposible obviar que los últimos resultados electorales de EH Bildu han tenido tanto de mérito propio como de demérito ajeno: ni con la debacle de la izquierda confederal y la crisis institucional del PNV se ha conseguido el ansiado 'sorpasso', y es difícil que se vuelvan a dar unas circunstancias tan favorables.

Lo más importante, no obstante, es que más de una década después de su nacimiento, EH Bildu no ha conseguido superar el gran obstáculo: la incapacidad de lograr pactos. Hay que ser realistas: si los resultados electorales son buenos, pero no hay capacidad para alcanzar pactos, la posibilidad de influir en política es muy limitada.

Aceptar los votos y llegar a acuerdos de legislatura con EH Bildu y, a la vez, negarse a firmar pactos tiene mucho de impostura y de defensa del estatu quo y muy poco de suelo ético. Pero eso no quita para que el principal reto que tiene actualmente EH Bildu es acertar en afrontar la incapacidad de alcanzar acuerdos, porque es el único aspecto con capacidad de influir en el bienestar social y económico de la ciudadanía, y, por supuesto, de avanzar en la construcción nacional. Que le pregunten a Feijóo de qué sirve ganar las elecciones si no se está en el Gobierno ni en ningún pacto relevante.

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La brillante hoja de servicios de la que habla Otegi se resume en que en Madrid se hace rabiar a PP y Vox, pero los logros son poco más que hacer cumplir al PSOE sus promesas electorales, como los cambios en la 'ley mordaza'; en el Parlamento de Gasteiz, en las Juntas Generales y las capitales de la comunidad autónoma, el ninguneo es constante, aunque puede que, a base de bajar el listón de la exigencia se consiga algún pacto; en el Parlamento de Iruñea se aceptan unos votos que se necesitan como el aire para respirar; tenemos homenajes a la Guardia Civil en la Plaza Nueva de Gasteiz, y Gogora, en manos del PSE, nos anuncia una memoria más excluyente que nunca.

Afrontar el gran reto pasa, no solo pero sobre todo, por la renovación de dirigentes, por la jubilación de una generación de dirigentes de la izquierda abertzale tradicional marcada por el pasado reciente en Euskal Herria. Las personas suman o restan, así lo ha demostrado la reciente victoria de Joserra Bengoetxea en las elecciones de la UPV/EHU al frente de una candidatura con proyecto y con un candidato al que no se puede poner ningún pero.

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La actual dirección de EH Bildu sabe que la visualización de las familias históricas que posibilitaron la fundación de la coalición le favorece: a la hora de recabar votos, sobre todo en una franja de edad que supera los 35 años, y en la práctica política diaria, para facilitar acuerdos. Por eso, siempre hay llamadas de última hora para proponer una 'fotico' en la jornada de reflexión con quien puede representar mejor que nadie la institucionalidad de esta parte del país o un tímido recuerdo en el Congreso a la impoluta trayectoria democrática de tres de las cuatro patas de las que nació EH Bildu...

La riqueza en la composición de EH Bildu es uno de sus puntos fuertes, lo ha sido desde el principio. ¿Cómo se contesta a quien cada semana en los plenos del Parlamento vasco le da la «bienvenida» a la vida parlamentaria? Recordando que muchas de las más importantes leyes aun vigentes en la CAV las han impulsado y aprobado personas que hoy militan (con más o menos entusiasmo) en EH Bildu. Simple y rápido: «¿Da usted la bienvenida a la vida parlamentaria a los herederos del lehendakari Garaikoetxea, de Sabin Intxaurraga, de Javier Caño, de Esther Larrañaga?

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La autocomplacencia desde la que EH Bildu encara su congreso demuestra la negativa de su dirección para afrontar el verdadero reto que tiene por delante y que pasa por una renovación de dirigentes y portavoces y por recuperar la pluralidad de la coalición que nunca se debió perder. Catorce años después del acuerdo Lortu Arte es hora de afrontar el elefante en la habitación y comenzar a tomarnos en serio que hacer política es capacidad de influir en los cambios.

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