No hubo en América Latina, EE UU y Europa intelectual que no hubiera sentido el hechizo de la Revolución cubana y la seducción por el carisma de sus líderes, por el carácter poco ortodoxo de una revolución que no había sido encabezada por el Partido ... Comunista tradicional. Una revolución impregnada de un espíritu fresco y romántico totalmente diferente del que predominaba en los países de la Europa del Este, engrandecida por producirse en conflicto con el acoso de la primera potencia mundial. Aquella épica y revolución, que desapareció a finales de los años sesenta, perdura hoy en algunas imágenes y canciones que forman parte de la memoria sentimental de varias generaciones y del imaginario colectivo de la izquierda que en muchos casos la glorifica de forma acrítica.
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Cuba será víctima de la polarización de la Guerra Fría y, tras el embargo norteamericano y la invasión de Playa Girón patrocinada por EE UU, el modelo soviético de partido único, propiedad estatal y fuerte control social se acabará imponiendo.
La isla no logró transformar su estructura productiva, la autosuficiencia alimentaria, ni tampoco generar suficientes exportaciones para pagar por sus importaciones crecientes. La ayuda soviética sostuvo, a la vez que apuntaló, un sistema productivo especializado, desequilibrado y generador de ingresos insuficientes para costear la política distributiva.
La evolución de la economía discurrirá de forma zigzagueante, llena de saltos adelante y retrocesos, ciclos más 'idealistas' y otros más 'pragmáticos'. Desde los años 90 las reformas económicas han venido buscando una reintegración paulatina de Cuba al mercado occidental que supliera, primero, la disolución de la URSS y el campo socialista y, posteriormente, el sostén que supuso Venezuela hasta la muerte de Hugo Chávez.
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La caída del Muro de Berlín y después de la URSS mostró a plena luz el fracaso de la industrialización y la modernización de estructuras productivas después de 30 años de revolución. Desde entonces hasta hoy, Cuba, con una estructura económica dependiente y muy frágil, en un entorno internacional adverso, se encuentra sumida en un régimen de simple supervivencia, en el que una pequeña élite político-militar, atrincherada en un sistema de partido único, se arroga de forma exclusiva el derecho a decidir, monopolizando la gestión de los asuntos nacionales amparada en una legitimación de origen por su protagonismo en la victoria insurreccional de 1959.
Una parte de la izquierda internacional, durante estos 65 años, ha privilegiado un discurso sobre la Revolución cubana centrado en la solidaridad con el Gobierno y con sus máximos líderes, en contra del injustificable bloqueo. Deslumbrada por su lenguaje antiimperialista, ha desechado el análisis riguroso y honesto de los procesos económicos, políticos, sociales y culturales en el interior del país, entendiéndolos a partir del discurso elaborado por sus dirigentes, justificando de esta forma el régimen político autocrático.
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Una de las consecuencias más negativas de esta posición ha sido la relativización del valor de las libertades y la democracia, dejando en la indefensión a la población, particularmente a los sectores cada vez más numerosos de jóvenes de la isla que desde unas posiciones críticas del 'statu quo' son hoy vanguardia, en sus prácticas civiles y culturales, en reivindicar, sin grandes gestos visibles, más democracia en lo político, económico, cultural y social. En los dos últimos años más de 400.000 cubanos, la mayoría jóvenes, han abandonado la isla. Son estos sectores, todos los días censurados o reprimidos de distintas maneras por las diferentes instituciones oficiales cubanas, los que necesitan de la solidaridad internacional.
La experiencia soviética, la china, la cubana y la de otros países ha permitido apreciar, por un lado, que no hay justicia sin libertad -como no hay libertad sin justicia-, y, por otro, hasta qué punto es un problema difícil, y un problema sin resolver empíricamente, conseguir trenzar satisfactoriamente las formas de una democracia política que respete los derechos humanos fundamentales y una economía alternativa que resulte al mismo tiempo democrática en sus métodos, tendencialmente igualitaria en la distribución, ecológicamente sostenible y eficaz en cuanto a su funcionamiento.
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Kepa Bilbao es autor, entre otras obras, de 'La Revolución cubana 1952-1976. Una mirada crítica' (Gakoa, 2017)
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