¿Por qué motivo los hutíes se han arriesgado a amenazar el trafico naval por el mar Rojo? Ellos ya habían ganado su guerra, derrotado tanto a sus enemigos internos como a los saudíes. Por lo tanto tenían mucho que perder y nada que ganar ... atacando buques civiles en el mar Rojo. Porque una cosa es realizar algunos movimientos simbólicos contra Israel por la guerra en Gaza, y otra muy diferente perturbar seriamente el comercio marítimo mundial.

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La explicación más sencilla es que los hutíes se limitan a obedecer la voluntad de sus patrocinadores iraníes. Ahora bien, los hutíes perseguían sus propios objetivos con sus propios medios mucho antes de que los tentáculos de los ayatolás iraníes se extendiesen hasta Yemen. Siempre han sido un jugador, nunca un peón. Otra cosa es que quieran mostrarse agradecidos por la cuantiosa ayuda que han recibido de Irán, y no se hayan parado a medir las consecuencias, ya sea por su excesivo localismo -son gente tremendamente aldeana, chapada a la antigua, como los carlistas en España- o que se imaginasen que la aviación norteamericana iba a ser tan extremadamente incompetente como la saudí, de manera que había poco que temer.

En cualquier caso, el verdadero misterio es el clamoroso fracaso de Estados Unidos en organizar una coalición naval anti-hutí. Es cierto que los hutíes afirman que solo atacan a buques vinculados con Israel, pero en la práctica han golpeado indiscriminadamente a múltiples embarcaciones, lo que ha originado un encarecimiento generalizado de los costes al subir los seguros o provocar largos desvíos por rutas alternativas. Eso ha tenido que molestar forzosamente a múltiples países. ¿Qué ha fallado entonces?

Parte de la explicación podría ser que muchos gobiernos no creen que el asunto les vaya a afectar, o piensan que las perturbaciones van a ser efímeras y de escasa enjundia, de manera que el gasto de movilizar una flota resultaría superior a los potenciales beneficios; o el mero cinismo de ser unos gorrones y dejar que Washington corra con todos los gastos, beneficiándose gratis de sus esfuerzos.

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Sin embargo está claro que existe un factor político centrado en Israel. Si no hubiera guerra ahora mismo en la Franja de Gaza, si no hubiera decenas de miles de muertos civiles, incluidos millares de niños, bajo las bombas israelíes, lo más probable es que los norteamericanos hubieran logrado múltiples apoyos, incluso de países que no son demasiado amigos de Washington.

Hay una actitud general dentro de la alianza occidental, que no es nueva en absoluto -se vio ya en la guerra de Yom Kippur-, que vendría a decir: 'Sois vosotros los que estáis enamorados de Israel; a los demás no nos lieis en este asunto'. Por lo tanto, numerosos gobiernos se abstienen de actuar porque no quieren malquistarse con lo que ahora se llama el Sur Global, es decir: países árabes e islámicos, Iberoamérica, África negra, Lejano Oriente... donde la existencia misma de Israel es vista como colonialismo occidental.

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En segundo lugar, esos gobiernos no quieren verse salpicados con lo que Netanyahu está haciendo en Gaza, que es básicamente lo mismo que intentó Milosevic durante la desintegración de Yugoslavia, pero con mucha más potencia de fuego y causando muchas más bajas. Una atrocidad no justifica otra, y las atrocidades de Hamás del 7 de octubre ni se justifican por lo que Israel hizo antes, ni justifican lo que Netanyahu está haciendo ahora.

En tercer lugar, un factor mucho más insidioso: la sensación de que deberíamos estar haciendo algo, y que no lo hacemos únicamente porque el 'nuevo Milosevic' tiene bula con los norteamericanos. Que de lo contrario, Israel estaría sometido a durísimas sanciones y a un completo embargo militar, que Netanyahu tendría ya una celda reservada en La Haya, quizás la misma que albergó a Milosevic, o que una fuerza multinacional habría ocupado Gaza para imponer la paz, desmantelando a Hamás y manteniendo fuera a los israelíes, lo aceptasen ellos o no.

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Por lo tanto existe un resentimiento casi subliminal contra el apoyo incondicional de EE UU hacia Israel, que se percibe como erróneo, irracional e incluso criminal. Pero que es inútil intentar remediarlo, porque los norteamericanos están totalmente subyugados por su 'novia' israelí, así que las potencias occidentales toman la segunda mejor opción; quedarse al margen, como diciendo: 'Sois la nación más poderosa del mundo y los líderes de nuestra alianza, pero si queréis ataros a vosotros mismos con esa correa, aun a costa de vuestros propios intereses, con vuestro pan os lo comáis'.

Mientras tanto, los hutíes pagan el merecido precio de su imprudencia bajo una lluvia de misiles norteamericanos, sin haber ayudado en lo más mínimo a los palestinos.

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