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La toma de Bajmut es una victoria para el Grupo Wagner y para su jefe Evgeny Prigozhin, pero muy probablemente va a ser la última, por las altísimas bajas sufridas y porque ya no les permiten reclutar carne de cañón en las cárceles.
Las batallas ... por Severodonetsk y Lisichansk en mayo-junio de 2022 dejaron fuera de combate a los chechenos de Kadírov, y ahora Bajmut ha dejado fuera de combate al grupo Wagner, pero el Gobierno ruso no se queda sin carne de cañón, ya que se están creando otras milicias privadas. El ministro Shoigu tiene la suya, muy bien pertrechada para rabia y envidia de Prigozhin. ¡Incluso la Iglesia ortodoxa rusa tiene su propio ejército privado! La Cruz de San Andrés, creada en noviembre de 2022.
Por el momento, Putin mantiene el control porque todos estos ejércitos privados se reclutan para ganarse su favor, apoyando la guerra contra Ucrania. Además, todo el material pesado proviene de los arsenales del Gobierno, porque una cosa es reclutar tropas y otra de mucha mayor enjundia es disponer de la capacidad técnica y financiera para fabricar armas pesadas. El cardenal Cisneros lo entendía muy bien cuando amansó a los nobles levantiscos mostrándoles la artillería gubernamental, diciendo que aquellos eran sus poderes.
Sin embargo, esta proliferación de milicias privadas es un indicio espeluznante de la feudalización del Estado ruso. Putin subcontrata el reclutamiento de tropas porque el Estado ruso ha perdido su capacidad para hacerlo: reclutan a 300.000 reservistas y huyen medio millón de jóvenes, sin que el Estado parezca capaz de impedirlo. Y los reclutados descubren que no hay medios para alojarles ni entrenarles, y que elementos básicos como uniformes de abrigo, botas o correajes tienen que comprárselos ellos. No hay dinero ni organización.
La incapacidad militar de Rusia, que se manifiesta crudamente en sus fracasos en el campo de batalla, se debe a que Putin, para asentar su poder absoluto, ha desmantelado deliberadamente las instituciones de gobierno, la burocracia, la legislación. Eso ha creado un vacío inmenso que elimina cualquier rival potencial al liderazgo del presidente y le proporciona un amplio margen de acción arbitraria. El sistema de gobierno despótico suele representarse como una pirámide, pero el putinismo debería representarse como una columna delgada y altísima, lo que en Rusia se llama la 'Vertikal' del poder. En una pirámide, al final cabe bastante gente porque la base es muy ancha aunque la cúspide sea estrecha, y siempre hay pasadizos para ir ascendiendo. En cambio, en la 'Vertikal' solo cabe el mismo Putin. En pocas palabras: el Gobierno ruso es como un enorme edificio sostenido por una única columna central, que es el propio Putin. En Rusia no existen el Estado de Derecho ni el imperio de la ley. Putin lo es todo.
Esto explica que hombres como Prigozhin o Kadírov puedan soltar terribles denuestos contra todo el Gobierno ruso e incluso contra el propio Putin sin terminar cayéndose 'accidentalmente' por ninguna ventana. En un Estado desmantelado, sin instituciones de gobierno operativas, ellos tienen lo único que cuenta: la fuerza, tropas. Son de facto señores feudales. Por supuesto, el ejército gubernamental es mucho más grande y monopoliza los tanques y los aviones. Pero solo hay ejército gubernamental si hay gobierno.
Insisto: Rusia es un edifico enorme y decrépito que solo se mantiene en pie por una única columna central, la 'Vertikal' del poder, que se reduce, de facto, al propio Putin, de 70 años. ¿Cuántos años le quedan de vida? ¿Ocho, once, quince? Y cuando muera, y se desvanezca la única columna que mantiene todo el tinglado en pie, cuando el puño de hierro que mantiene sujetos a los oligarcas ya no esté…
En teoría, si Putin muere hay un sucesor automático, se convocarían elecciones, se reuniría la Duma... pero en la practica el sucesor teórico es un don nadie, las elecciones son un fraude desde 1999, el partido de Putin, el Senado, la Duma son cáscaras vacías, y los oligarcas tienen ambiciones e intereses contrapuestos. Por lo tanto, las probabilidades de desintegración total del Estado ruso tras la muerte de Putin son muy elevadas, por desgracia para todos.
En ese caos estará Prigozhin, con su ejército privado, su aureola de héroe bélico por la toma de Bajmut y cierta popularidad entre las masas por sus desplantes propagandísticos. Pero también estarán los mercenarios de Shoigu, los de Gazprom, la Cruz de San Andrés del patriarca Kiril, los chechenos de Kadírov, los gobernadores locales ambiciosos, los generales del ejército profesional…
Rusia puede terminar como Libia, Somalia o Yemen: un Estado fallido, pero con armas nucleares.
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