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Después de 35 años de luchas, la guerra entre Armenia y Azerbaiyán por Nagorno-Karabaj parece a punto de acabar con la victoria total azerbaiyana. Las tropas rusas, teóricas aliadas y garantes del bando armenio, han permanecido pasivas. Esto se explica porque en los últimos ... meses Armenia estaba virando claramente hacia Occidente, saliéndose de la órbita rusa. Sin embargo, eso se debe en parte a que los rusos ya les habían dejado en la estacada en septiembre de 2020, precisamente como castigo por sus veleidades pro-occidentales.
La humillación militar de 2020 obligó al Gobierno armenio a mantenerse como vasallo de Rusia, pero dieciséis meses después, Putin invadió Ucrania. Lo que se había planificado como una ofensiva relámpago que doblegaría a los ucranianos en cuestión de días, para obligarles por la fuerza a ser también vasallos de Moscú, se ha convertido en una larga y fatigosa guerra que absorbe totalmente las menguadas fuerzas militares de Putin. Eso animó al monarca de Azerbaiyán, Ilham Alíyev, segundo de su dinastía, a lanzar pequeños ataques armados y bloqueos de alimentos contra Nagorno-Karabaj. Como la respuesta rusa fue inexistente o leve, los azerbaiyanos vieron que había llegado su oportunidad.
La falta de apoyo ruso enardeció al Gobierno armenio, que empezó de nuevo a desengancharse de Rusia. Eso enfureció a Putin, pero no envió tropas o realizó gestiones diplomáticas en favor de su reluctante vasallo, para garantizar su fidelidad. El jefe del Kremlin mostró el palo, pero sin asestarlo, y tampoco había zanahoria por ninguna parte.
Es necesario recalcar que Armenia tiene unos tres millones de habitantes, y Azerbaiyán, once millones. Por lo tanto, las fuerzas armadas armenias no son muy grandes. Para imponer la paz. Putin solo necesitaría enviar unos pocos miles de hombres con un par de escuadrillas aéreas. Se ha especulado con que el presidente ruso desearía mantener buenas relaciones con Turquía, que respalda incondicionalmente a Azerbaiyán, porque son musulmanes que hablan una lengua turquina, y porque son enemigos de Armenia. Sin embargo, Putin podría forzar algún tipo de compromiso equilibrado entre ambos bandos, y ciertamente que le interesaría mantener a Armenia dentro de su orbita, porque los georgianos los odian a muerte, la zona de Chechenia y Daguestán sigue siendo un avispero y Azerbaiyán, gobernado por una dinastía hereditaria, ensoberbecida por su riqueza petrolífera, nunca va a someterse de nuevo a Rusia.
También se especula con que Putin sacrifica deliberadamente Nagorno-Karabaj para desestabilizar a un Gobierno armenio que se ha mostrado poco o nada adicto, excepto bajo coacción. Sin embargo, las multitudes asedian la Embajada rusa en la capital, Ereván, y es evidente que, aunque caiga el actual Ejecutivo, el nuevo difícilmente va a ser favorable a Rusia, y mucho menos a cambio de nada.
La verdadera razón de que Putin no envíe unos pocos miles de hombres para evitar la derrota total de los armenios, y conservar así su lealtad, es la misma razón de que no los enviase para detener a Prigozhin cuando sus mercenarios avanzaban hacia Moscú: No los tiene; es decir: ¡No-los-tie-ne! ¡No hay tropas! La desatinada aventura ucraniana absorbe la totalidad de los recursos militares rusos.
Hay mucha gente que se obstina en no comprender esto, y se imagina que los rusos disponen de grandes reservas que no han movilizado todavía porque tienen que vigilar otras fronteras, o porque esperan el momento oportuno, o piensan que la OTAN podría lanzar un ataque oportunista contra Rusia, u otras milongas, pero la verdad es que si a Putin ni siquiera le sobran un puñado de tanques para sacarlos del frente unos pocos días, lucirlos en el desfile del 9 de Mayo y luego volverlos a enviar a primera línea, está claro que tampoco va a tenerlos para rescatar a Armenia.
Rusia está pagando ahora la factura de mantener a Putin en el poder, de su estilo de (des)gobernar el país, desmantelando las instituciones para evitar que pueda surgir cualquier núcleo de poder que pueda llegar a ser un rival. Rusia tiene el triple de la población de Ucrania, pero de nada le sirve porque a la hora de la verdad no hay organización ni medios para reclutar a esas tropas y entrenarlas. Tampoco hay industria para armarlas y pertrecharlas, de manera que Putin tiene que irse a Irán para comprar drones, o a Corea del Norte para conseguir municiones. Rusia goza de las riquezas del petróleo, pero ese dinero no se ve por ninguna parte, y la tropa tiene que pagarse de su propio bolsillo elementos como botas, correajes, cantimploras o incluso chalecos antibalas.
Y este es el lado brillante de la moneda. El reverso tenebroso lo veremos cuando Putin fallezca, y estalle la crisis por la sucesión.
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