Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
La rebelión de Evgueni Prigozhin ha sido insensata desde el principio hasta el final. Primero de todo, es esencial dejar claro que las milicias privadas o mercenarios como Wagner son totalmente ilegales en Rusia. Pero las leyes únicamente se aplican cuando Putin quiere. Todo el ... sistema de (des)gobierno de Rusia bajo Putin funciona de la misma forma: casi todo es ilegal, pero se tolera de facto. Faltan leyes sobre muchos temas y las que existen no se cumplen, o se cambian sin previo aviso y con aplicación retroactiva. Además, todos los trabajadores públicos reciben sueldos ínfimos, lo que obliga a jueces, bomberos, policías, profesores o médicos a buscar formas ilegales de complementar sus escuálidos salarios. De esta forma, 'todos' son culpables y pueden acabar en la cárcel en cuanto les dé la gana a las autoridades.
En 2014, Putin necesitó una tropa profesional que no formase parte de las fuerzas armadas rusas para intervenir militarmente en Crimea y luego en países lejanos. De ahí surgió Wagner, integrado por militares profesionales rusos licenciados. Putin colocó al frente a un enchufado suyo, Prigozhin, antiguo delincuente violento, sin experiencia ni conocimiento militar.
Prigozhin prosperó mientras el líder del Kremlin le dio manga ancha, no por sus méritos sino por su lealtad, pues nunca fue un sujeto de muchas luces. Ahora bien, todo lo que Putin ha hecho, y deshecho, en Rusia se ha dirigido en asentar su poder personal e impedir que pudiera surgir cualquier clase de oposición. Por eso Prigozhin se puso la soga al cuello cuando empezó a vocear improperios contra los mandos militares, acusándoles de escatimarle las municiones. Eso rompía el discurso oficial de 'todo va muy bien', lo que implicaba cuestionar al zar. A partir de ahí, su destino estaba sentenciado. Por eso en cuanto los de Wagner tomaron Bajmut se anunció que las unidades mercenarias o milicias de cualquier clase en Ucrania iban a ser absorbidas por el ejército, con fecha limite del 1 de julio.
Pese a la tensión existente, incluso con pequeños choques armados, admito que la rebelión me sorprendió. ¿Qué pretendía hacer Prigozhin con sus 25.000, o quizás hasta 40.000 hombres como mucho, contra todas las fuerzas armadas rusas y otras milicias? No podía contar con la mayoría de los otros oligarcas, que le desprecian. Además, sus inmensas fortunas y privilegios brotan únicamente de la voluntad del zar, que igual que se los dio se los puede quitar en un parpadeo. Tampoco podría contar con aliados entre los generales porque aquí opera el prejuicio habitual de los militares profesionales contra los mercenarios. Quizás los soldados sientan alguna simpatía por las denuncias de Prigozhin, pero los altos mandos le consideran un bocazas y un entrometido.
Las acciones de Prigozhin después de su alzamiento fueron acertadas y enérgicas, consolidando una base en Rostov del Don, donde la población pareció recibirle bien, y luego enviando una vanguardia en un avance fulgurante hacia Moscú, aprovechando que toda la tropa combatiente sigue en Ucrania y apenas quedan fuerzas efectivas para organizar una resistencia sería. Pero era un sueño. Por escasos que fuesen los efectivos a su disposición, por degradada que estuviese la capacidad general de las fuerzas armadas rusas, Putin siempre habría logrado reunir fuerzas suficientes para defender Moscú contra unos pocos miles de mercenarios.
Quizás por eso Prigozhin aceptó la escapatoria que le ofreció el dictador bielorruso Lukashenko: amnistía para sus hombres y exilio en Bielorrusia para él, pero si el jefe de Wagner se queda en territorio bielorruso tendría las horas contadas. ¿Pero a qué otro lugar podría exiliarse? Los vecinos de Bielorrusia ya han anunciado refuerzos en la vigilancia fronteriza, para evitar que se les cuele. Putin no perdona, y para seguir dando imagen de fuerza tiene que matarle de todas todas. Y a los mercenarios rebeldes se les perdona únicamente porque todavía se les necesita como sacrificable carne de cañón.
Rusia va camino del colapso y la desintegración, pero el proceso no se consumará mientras Putin viva. Los mercenarios de Wagner en Siria, Venezuela o el Sahel seguirán operando con otro nombre y otra dirección. Si Prigozhin hubiera sido más astuto, habría atemperado sus duras críticas a los altos mandos militares y firmado lo que le pusieran por delante. Eso le habría permitido conservar de facto el control de su pequeño ejército de mercenarios y disponer así de una base de poder cuando Putin falleciese y estallase la más que probable lucha por la sucesión.
Por otra parte, si Putin hubiera creído que sufría un riesgo real de ser derribado, no habría dudado en emplear armasa atómicas dentro de Rusia contra otros rusos, sin advertencia previa.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
A la venta los vuelos de Santander a Ibiza, que aumentan este verano
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.