Después de su imprudencia de insinuar que España podría reconocer un Estado palestino, Pedro Sánchez ha vuelto a significarse sobre la guerra de aplastamiento y limpieza étnica total que Benjamin Netanyahu está librando en Gaza. Esta vez, junto con el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, ... ha solicitado a Ursula von der Leyen revisar o anular el convenio de asociación de la UE con Israel.
Publicidad
Es improbable que la respuesta de Netanyahu sea tan visceral como a finales de noviembre. Reconocer un Estado palestino e incitar al conjunto de la UE a hacer lo mismo suponía una amenaza existencial para el proyecto político sionista. En cambio, el convenio de asociación UE-Israel no es más que calderilla, aunque la UE supone el 31,9% de las importaciones de Israel y el 25,6% de sus exportaciones.
Ahora bien, ¿cuál es la política correcta para España en este asunto? La respuesta no puede consistir en lanzarse a terribles diatribas 'ad hominem' contra Sanchez, EE UU, Israel o 'los moros'. Por otra parte, la ética y la 'realpolitik' no siempre coinciden, y si hemos dado grandes ayudas a los ucranianos no es porque tengan razón, que la tienen, sino por temor a la agresividad rusa, más el rencor acumulado contra décadas de acciones hostiles de Putin.
Una norma básica en relaciones internacionales es: escoge con cuidado a tus enemigos. ¿De verdad pretendes hacer algo que ofenda a otro Gobierno? ¿Qué puedes ganar? ¿Qué arriesgas? ¿Qué posibilidades de éxito hay? ¿Qué sacrificas realmente si renuncias a tus planes? ¿Qué represalias puedes sufrir? ¿Y cómo podrías afrontarlas?
Publicidad
Otra norma básica es: no empieces a pelear hasta que la pelea comience realmente. Aunque temas de verdad ser atacado de alguna manera, hay que templar con mucha mesura el tono de las declaraciones, hasta que la crisis se desencadene. Nadie ama a los bravucones.
Esta norma se relaciona con la siguiente: cubre tus apuestas. Por ejemplo: cuando los piratas somalíes se convirtieron en una plaga, el Gobierno español no se limitó a declaraciones de condena, sino que envió buques de guerra fuertemente armados. Enunciar grandes principios teóricos para quedar bien, sin tener los medios o la voluntad de cubrir la apuesta con hechos, no es más que un postureo despreciable. Tampoco se trata de transigir con el Mal, pero en ciertas circunstancias es mucho más digno quedarte callado o dejar clara tu postura manteniendo un perfil bajo para que no digan que el que calla, otorga.
Publicidad
En el caso concreto de la guerra de Gaza, ¿podemos ir a un choque frontal contra Israel sin envenenar nuestras relaciones con EE UU? No. ¿Nos conviene eso? No. Pese a lo expuesto, ¿está dispuesta nuestra clase política a realizar un esfuerzo real para evitar la evicción total de los palestinos de Gaza? No. ¿Y la opinión pública? En su gran mayoría, no. Pero si a pesar de todo lo intentásemos, ¿existiría alguna posibilidad de éxito? No. ¿Qué pierde España si se abstiene de luchar en esta batalla? A corto plazo, nada. Israel es un país demasiado pequeño y rodeado de demasiados enemigos como para que las potencias europeas lo consideren una amenaza, como entienden que son Putin o Xi. ¿Y que podría ganar España en caso de éxito? Absolutamente nada.
En cuanto a posibles represalias israelíes, estas podrían ser muy grandes gracias a su considerable influencia en EE UU, pero no deseo contar terribles historias para no dormir. Es fácil pronosticar que la heterogénea coalición de gobierno que sostiene a Sanchez no va gozar de larga vida. Si un próximo ejecutivo mantuviese una política menos beligerante contra Israel, Netanyahu no tendría motivo alguno para mostrarnos hostilidad.
Publicidad
Supongamos, sin embargo, que decidimos que es objetivamente perjudicial que haya guerras de conquista y limpiezas étnicas. Digan lo que digan los cínicos, si superamos enfoques egoístas o cortoplacistas, una 'realpolitik' sólida suele ser ética, porque un orden mundial estable y duradero nunca va poder basarse en injusticias estructurales ni en la pura fuerza bruta. ¿Hay alguna manera de quebrar la presa de hierro que tiene Israel sobre la clase dirigente de Estados Unidos para desbloquear la situación? No, al menos a corto plazo y probablemente nunca desde fuera, sino por evolución interna de EEUU, por debilitamiento de la extrema derecha religiosa y sus delirios bíblicos o por los costes crecientes del servilismo hacia Tel Aviv, hasta que una parte creciente de la élite dirigente norteamericana se plante y diga que se acabó.
Mientras tanto, lo que más conviene a España es mantenerse al margen. Tampoco tenemos que besarle los pies a Netanyahu trasladando, por ejemplo, nuestra Embajada a Jerusalén, pero no carguemos contra los molinos de viento por mero postureo.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
A la venta los vuelos de Santander a Ibiza, que aumentan este verano
El Diario Montañés
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.