A propósito del «propósito de la empresa»
Su puesta en práctica coherente potencia el compromiso personal
Juan Manuel Sinde
Presidente de Arizmendiarrieta Kristau Fundazioa
Lunes, 23 de septiembre 2024, 00:04
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Juan Manuel Sinde
Presidente de Arizmendiarrieta Kristau Fundazioa
Lunes, 23 de septiembre 2024, 00:04
Según diversas investigaciones tanto a nivel estatal como internacional, solo un porcentaje ligeramente superior al 20% de los trabajadores se sienten implicados con la empresa en la que trabajan. Dato especialmente importante si tenemos en cuenta que, como otras investigaciones apuntan, habría una cierta correlación ... entre el nivel de implicación de los profesionales de una empresa y el nivel de innovación de la misma.
Por otro lado, cada vez más responsables de recursos humanos indican que las entrevistas para seleccionar a nuevos profesionales que se incorporan a la empresa se parecen cada vez más a un examen acerca de lo que esta le ofrece al candidato en lo que se refiere a facilidades para tener una vida más equilibrada en lo personal. Destaca en algunos casos una cierta oferta de sentido para el desarrollo de su actividad profesional, lo que en estos momentos en el lenguaje empresarial se está denominando «propósito de la empresa».
Su importancia se deriva de los factores siguientes: se correlaciona positivamente con el compromiso y la satisfacción laboral, influye en la capacidad de atraer, motivar y fidelizar talento (el 60% de la generación 'milennial' cree que el objetivo principal de las empresas debe ser «mejorar una sociedad más que generar ganancias»), facilita la gestión del cambio y la innovación (un estudio de Deloitte indica que el 84% de los directivos piensa que tener un propósito compartido hace más exitosos los esfuerzos de transformación), mejora el rendimiento económico (según BCG, las organizaciones con un fuerte sentido del propósito tienen más del doble de probabilidades de obtener un rendimiento superior al promedio para los accionistas), ayuda a establecer relaciones sólidas con clientes (las organizaciones con propósito aumentan la fidelidad de los clientes en un 52% según un estudio de Ernst Young)…
Según OPE Consultores, el propósito debe tener impacto sobre la estrategia y el modelo de negocio, sobre el modelo organizativo (cultura, valores, liderazgo y comunicación) y sistemas de gestión (herramientas y procesos).
Según Paul Polman, expresidente mundial de Unilever, que multiplicó por tres la rentabilidad de sus accionistas al mismo tiempo que la compañía ocupó el primer puesto en materia de sostenibilidad a nivel mundial durante once años consecutivos. Descubrir el propósito de la organización significa liberar el alma de la empresa. Conjuntamente con Andrew Winston, uno de los expertos destacados a nivel mundial en sostenibilidad empresarial, defiende que «no hay nada más poderoso para una organización que llegar al corazón de la razón de su existencia y luego hacer que el propósito cobre vida». Sería el pilar fundamental que sostiene a una organización (y debe ser, por tanto, lo suficientemente profundo) y debe dar forma a la propuesta de valor de la compañía e impulsar la coherencia en todos los comportamientos.
Un estudio realizado durante ocho años sobre empresas de alto crecimiento descubrió, de forma inesperada, que el propósito creaba «organizaciones más unificadas, grupos de interés más motivados y un crecimiento más rentable».
Un ejemplo puede resultar el ejercicio realizado por Laboral Kutxa, una empresa con misión desde su fundación por el sacerdote D. José María Arizmendiarrieta como herramienta para promover empresas más humanas (y que han resultado ser más competitivas) que define actualmente su propósito como una contribución para crear comunidades más prósperas, igualitarias y sostenibles. Ello incluye promover el arraigo y el desarrollo del tejido económico local fomentando la innovación y el emprendimiento, la reducción de la brecha de género en las empresas, el cuidado del medio ambiente en su entorno y el impulso a una transición energética sostenible, el apoyo a la creación de empleo de calidad, a un desarrollo tecnológico sostenible y a la cultura, idioma y deporte locales, el acceso a la educación de los más jóvenes…
En ese sentido, han hecho buena la afirmación de que las empresas tienen una razón de ser y vale la pena encontrarla, ya que proporciona claridad sobre cómo cubrir una necesidad en el entorno en el que actúa. Para, posteriormente, poner los valores en acción en todas las actividades de la empresa, de forma que se cree coherencia en cuatro áreas fundamentales: involucrar a las personas de la empresa (descubriendo su propósito personal y su conexión con la misión y alma de la organización), construir una infraestructura organizativa para apoyar la cultura, desarrollar marcas con propósito e influir en la cultura de la comunidad en la que se inserta la empresa.
En síntesis, lo que queda fuera de duda es que su definición de forma compartida y su puesta en práctica de forma coherente potencia el compromiso de las personas favorece el contar con un proyecto compartido y, como consecuencia, mejora también los resultados económicos de la empresa.
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