El lobo ibérico vuelve a estar en el punto de mira. Hoy, el Congreso de los Diputados puede decretar la desprotección de este animal mítico, ... temido y acusado sin razón de todos los males del mundo rural. La Cámara baja vota las enmiendas del Senado a la Ley de desperdicio alimentario, entre ellas las introducidas por el Partido Popular con apoyo de Vox, Junts y el PNV para sacar a las poblaciones de lobo del Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (Lespre).
La artimaña legislativa busca dar luz verde a las batidas en la mayor parte de su área de distribución, sin aval científico y con la especie en un estado de conservación desfavorable. Si los grupos parlamentarios mantienen su sentido de voto, abrirían una puerta muy peligrosa: cualquier otra especie podría ser desprotegida por razones exclusivamente políticas, buscando satisfacer presiones de determinados sectores frente al interés general.
Esta campaña para volver a matar lobos a toda costa empezó en 2021, en el mismo momento en que la especie se incluyó en el Lespre por su papel esencial para el equilibrio de los ecosistemas. No fue una decisión arbitraria, sino el resultado del procedimiento que marca la Ley del Patrimonio Natural y la Biodiversidad: tras un dictamen favorable de un comité científico independiente designado por el Gobierno central y las comunidades autónomas, y con participación social.
Todo lo contrario a la jugada parlamentaria que hoy pretende rematar el PP. Resulta muy cuestionable que a través de una ley ajena se modifique un procedimiento administrativo -el de catalogación de una especie- perfectamente regulado en otra norma, hurtando el derecho efectivo a la participación.
Es lamentable ver al PNV participar en este ataque contra la ciencia y la naturaleza. Lejos de expandirse, la población de lobos en Euskadi es extremadamente exigua, limitada a unos pocos ejemplares y dos manadas compartidas con Burgos y Cantabria. Hablamos de un territorio estratégico para la supervivencia del lobo ibérico, que arrastra un grave problema de variabilidad genética fruto de la implacable persecución del siglo XX, ya que permitiría hacer de puente con las poblaciones europeas.
El propio Gobierno vasco reconoció la importancia de la especie al catalogarla en 2020 como de Interés Especial en el Catálogo Vasco de Especies Amenazadas, y en 2024 se presentó a exposición pública el Plan de Gestión del Lobo, pero estos avances no se han traducido en mejora alguna de su estado de conservación. El diagnóstico oficial sobre el Plan de Gestión identifica la caza furtiva, el veneno y la captura con trampas como amenazas de un «nivel alto».
Frente a las proclamas, lo cierto es que la población del lobo en España se ha estancado en la última década, según los datos de las autonomías. En las dos comunidades que albergan el mayor número de manadas el crecimiento desde 2012-2013 ha sido marginal, de un 8% en Castilla y León y un 3% en Galicia.
Apoyar las enmiendas del PP arruinaría la lenta y frágil recuperación de la especie. Y, sobre todo, supone permitir que se vuelvan a matar cientos de lobos de forma indiscriminada, como se ha venido haciendo durante décadas sin que sirviera para resolver los conflictos: lo que nos dice la evidencia científica es que lo más efectivo para reducir los daños es proteger al ganado, y no matar lobos.
Para ello, las administraciones autonómicas tienen que apoyar al sector de la ganadería extensiva en la aplicación de medidas para prevenir los daños y garantizar pagos rápidos y justos. Nunca ha habido tantos fondos públicos disponibles para que los ganaderos y ganaderas puedan convivir con el lobo, recursos que se perderían con la salida del Lespre al quedar anulada la actual estrategia de la especie. Y justo cuando se empezaban a ver avances en este sentido, aunque existe un margen enorme de mejora en el impulso de estas políticas, como hemos puesto de manifiesto en un reciente informe. Hay experiencias positivas, también en Euskadi, que muestran que la coexistencia es el camino.
Por ejemplo, un proyecto piloto de pastores de guarda en Álava, que en 2023 redujo drásticamente los ataques en dos rebaños de oveja latxa. Los pastores cuidaban los animales, que se guardaban al caer la noche en corrales custodiados por mastines. Recuperar la figura del pastor tiene múltiples beneficios más allá de la coexistencia, pues permite un manejo más sostenible de los rebaños y es una oportunidad para fijar población en las zonas rurales.
En WWF esperamos que los grupos políticos rectifiquen y no se sumen a este ataque injustificado contra la naturaleza. Urge apostar por la coexistencia, trabajando por resolver los verdaderos problemas de la ganadería extensiva y dejando atrás batallas ideológicas que solo perpetúan el conflicto. Ahora más que nunca, no podemos retroceder en la protección del lobo.
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