Las empresas familiares son un ejemplo de tradición, fortaleza y futuro. Así lo han demostrado a lo largo de muchos años de historia. En su ADN llevan un legado que se traspasa de generación en generación, valores que las hacen únicas y una misma cultura ... basada en la vocación a largo plazo, el arraigo, la resiliencia, la longevidad, la agilidad en la toma de decisiones y la flexibilidad. Además, la empresa familiar está muy enraizada en el entorno donde se ubica y ejerce su actividad, y ese enraizamiento hace que su compromiso con la realidad que les rodea sea mucho mayor.
Por todo ello, la empresa familiar es un modelo a seguir que afianza el crecimiento de la economía vasca y el desarrollo del territorio. De hecho, este modelo de empresa ha actuado en los últimos años como un factor de competitividad clave de la economía de Euskadi, dotando al tejido económico empresarial y a la sociedad de estabilidad y contribuyendo a su crecimiento económico.
Tenemos la gran suerte de que Euskadi ha sido y es tierra de empresas familiares. Algunas de ellas se han hecho grandes y se han expandido por diferentes partes del mundo para que nuestro sello y nuestra esencia llegue lejos. Tan lejos que nos ha permitido convertirnos en referentes en diferentes ámbitos.
Incluso en los tiempos más difíciles, con una pandemia, la guerra en Ucrania y las distintas crisis, las sociedades familiares ofrecen un ejemplo de superación
Los datos demuestran que nuestras empresas familiares son ejemplo de éxito. Desde un punto de vista cuantitativo, en Euskadi hay 50.415 empresas y, de ellas, nada más y nada menos que 42.557 son familiares. Es decir, se estima que el 84% del tejido empresarial vasco son empresas familiares, lo que pone de manifiesto el papel vertebrador de la empresa familiar. Además, desde un punto de vista cualitativo, en las empresas familiares se concentran tradiciones, afectos y valores vinculados a la forma de ser de cada familia.
Todo parece idílico, pero ¿qué sería de la empresa familiar si se perdiese su esencia? Por suerte existe la gobernanza familiar. Una forma de gestionar la empresa familiar que garantiza el éxito de esta en un futuro. Gracias a ella se logra aglutinar intereses diversos y a veces contrapuestos de la familia, asegurando su éxito para las futuras generaciones.
El 84% de las compañías de Euskadi son familiares, lo que acredita su papel vertebrador
No cabe duda de que los y las jóvenes dominarán el mundo y estarán al frente de importantes compañías. Ellos y ellas harán que las empresas familiares vascas sigan vivas durante las próximas generaciones, pero hay que minimizar los riesgos de conflicto que se pueden producir con el paso de las generaciones, afianzar los lazos familiares y también poner límites entre la familia, el patrimonio y los negocios.
Un buen control de la gestión empresarial, la rápida toma de decisiones, una visión clara y estratégica, pero sobre todo la lealtad de quienes conforman la empresa familiar harán crecer y mantener viva por mucho más tiempo esa ilusión que animaba a los y las fundadores que pusieron esa primera piedra.
Queda claro que las empresas familiares vascas son fuertes y pueden hacer frente a las adversidades. Incluso en los tiempos más difíciles, marcados por una pandemia, la guerra en Ucrania, las crisis de suministros, energética y de materias primas y la inflación, las empresas familiares han ofrecido un ejemplo de superación. Todavía nos queda camino por recorrer, pero todo lo andado nos coloca donde estamos ahora. Siendo referentes y con un futuro prometedor por delante.
De nada servirá que los antecesores hayan dejado una empresa sólida y saneada si los futuros accionistas no están vinculados al proyecto y no están alineados con un objetivo de crecimiento. La gobernanza familiar es por tanto una de las bases del éxito del arraig o de empresas que serán la columna vertebral de Euskadi.
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