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La Asociación de la Empresa Familiar de Euskadi se creó en 2015 para representar y defender los intereses de la empresa familiar y la familia empresaria en Euskadi. Desde entonces, la asociación se ha convertido en referente para la sociedad y las instituciones en relación ... a la empresa familiar y en un marco idóneo para apoyar los intereses de este modelo de empresa tan arraigado en el País Vasco.
Veamos unos datos: en Euskadi hay 50.415 empresas. De ellas, 42.557 son familiares. Es decir, el 84% del tejido empresarial vasco son empresas familiares, lo que pone de manifiesto su papel vertebrador. Además, son un gran generador de empleo y representan nada más y nada menos que el 55,45% del empleo del País Vasco y el 44% del valor añadido. Somos la columna vertebral.
En el Estado, los datos son algo más elevados. Se estima que el 89% de las empresas son familiares, lo que supone alrededor de 1,1 millones de sociedades. Crean el 67% del empleo privado, aglutinan más de 6,5 millones de puestos de trabajo y son responsables del 57,1% del PIB del sector privado.
Si distanciamos el foco en una visión más global, los datos son aún más abrumadores. En el mundo hay 17 millones de empresas familiares y suponen 100 millones de puestos de trabajo en el sector privado en la Unión Europea.
A la vista de los datos, podemos asegurar que la representatividad de la empresa familiar en la economía local, nacional y global es innegable. Sin embargo, no solo los números avalan el papel de los negocios gestionados por las familias. Más allá de su importancia económica, este modelo de empresa posee una serie de características específicas que la convierten en referente.
Valga como ejemplo para dibujar una rápida fotografía de ellas decir que todas comparten el mismo ADN: un legado, unos valores y unos principios basados en la vocación de continuidad a largo plazo, el arraigo al territorio, resiliencia en los malos momentos y agilidad y flexibilidad en la toma de decisiones. La longevidad, la vocación a largo plazo, el modelo de gobierno corporativo único, la gestión de las personas y una gestión financiera y estratégica distintas a las empresas no familiares son otros de los elementos que caracterizan a las empresas familiares junto al arraigo.
Su cercanía con el entorno donde se ubican y ejercen su actividad y la confluencia en las mismas personas de la propiedad y la gerencia hacen más difícil el abandono de dichas regiones, además de garantizar que los centros de decisión se mantengan en territorio vasco. Por todo ello, y mucho más, decimos tantas veces que la empresa familiar es un bien social a preservar.
Para tener una sociedad próspera, justa, abierta al mundo y competitiva (en todos los aspectos y disciplinas) necesitamos más empresas internacionalizadas, con talento y arraigadas (con accionariado y talento vinculado a Euskadi). El proyecto 'Euskadi, Ecosistema competitivo y atractivo para la Empresa Familiar' tiene este objetivo. No voy a desgranar todas las líneas de nuestro libro blanco, pero sí me centraré en dos aspectos que me parecen fundamentales.
El primero es un trabajo interno que tiene que acometer la empresa familiar, tenemos que mejorar y profundizar en la gobernanza familiar como primera medida para dotar de estabilidad y crecimiento a nuestras empresas, hacerlas más atractivas al talento y más competitivas en el mercado. El segundo es la importancia del arraigo de las empresas familiares. Para que una empresa familiar esté arraigada, la familia accionista tiene que estarlo también (física o emocionalmente): debe tener una voluntad personal de continuar con el proyecto manteniendo el centro de decisión.
Y después de este desglose de algunos de los beneficios que supone la empresa familiar y la familia empresaria, y digo algunos porque el listado es amplio, me pregunto en voz alta si queremos en Euskadi una sociedad y un futuro con empresas potentes, arraigadas, internacionales, competitivas; o si queremos un parque temático donde enseñar a los turistas lo que fue Euskadi en el pasado.
Si lo que queremos es lo primero, tenemos que seguir trabajando y continuar impulsando los avances necesarios que conviertan al País Vasco en un ecosistema atractivo y favorable para la empresa familiar y la familia empresaria. Si queremos que Euskadi siga ganando competitividad para sus empresas y bienestar para sus ciudadanos, todos tendremos que poner nuestro granito de arena.
Son evidentes, por tanto, los beneficios para la sociedad de la empresa familiar, que, como decíamos al principio, la convierten en un preciado bien social. Ayudemos a preservarlo, mantenerlo y a ser posible, multiplicarlo.
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