Mikel Álvarez, médico con larga trayectoria como gestor en Osakidetza, en su artículo 'Algo va mal, pero no todo' (EL CORREO, 9-3-24) analiza la historia de Osakidetza desde sus inicios. Hace una valoración global positiva, aunque con nubarrones: «Aunque en un contexto muy ... global el balance es bueno (...), algunos aspectos de la atención sanitaria están provocando descontento y desamparo». Y considera que, alejándonos de discursos catastrofistas, «es buen momento para reflexionar con humildad, seriedad (...) sobre cómo quiere la sociedad que sea su sistema de salud en las próximas décadas». Seriedad y humildad. ¿Es serio un análisis que no aborda las dos decisiones políticas que más han marcado la historia de Osakidetza, y que mejor explican la crisis de esta? ¿Es humilde no asumir explícitamente ninguna responsabilidad en la actual crisis de Osakidetza?
La primera decisión política impulsó la transformación de un modelo de atención ambulatoria ejercida por médicos generalistas con horario de consulta reducido, en un modelo de Atención Primaria con especialistas en salud (APS), médicos de familia, con horario laboral normalizado. No se menciona la enorme aportación de la APS a la mejora en los indicadores de salud, de los que se enorgullece y con razón en su artículo.
¿Cuántas insuficiencias renales, infartos cardiacos, ictus cerebrales, diabetes del adulto... se han evitado gracias al control de los factores de riesgo y a la promoción de hábitos de vida saludable? ¿Cuántas visitas a urgencias y hospitalizaciones se han evitado por el control adecuado de las enfermedades crónicas? Sin la aportación de las médicos de familia y la APS, Osakidetza no se habría convertido en el tesoro de la sociedad vasca.
La segunda decisión política que no se menciona, y que embarró el tesoro y lo conseguido hasta entonces, consistió en la creación de las organizaciones sanitarias integradas en la enfermedad. Supuso la eliminación de la salud de la Atención Primaria y transformó a los médicos de familia, especialistas en salud, en especialistas de segunda categoría en enfermedades.
Se recoge el importante problema provocado por el aumento de las enfermedades crónicas, y no se tiene en cuenta que más del 80% de las dolencias crónicas más comunes son evitables con el control de los factores de riesgo y la promoción de hábitos de vida saludables. Y para realizar esa labor de prevención se necesitan consultas de Atención Primaria con valor añadido en salud, que incluyen la promoción de la salud, prevención de la enfermedad, manejo de la enfermedad, diagnóstico integral bio-psico-emocional-social y empoderamiento de la población en el cuidado de su salud y en la adaptación a la enfermedad.
Estas consultas precisan de un vínculo de confianza médico/enfermera-paciente y de tiempo suficiente en consulta. ¿Es posible conseguir este vínculo sin contratos estables, sin consultas presenciales y con pacientes a los que les cambian de médico constantemente? ¿Es posible realizar estas consultas con valor añadido en salud en menos de 15 minutos? La negación tanto de la atención continuada por el mismo médico como de consultas presenciales con tiempo suficiente, ¿no es una forma de impedir el ejercicio de nuestra especialidad?
La situación de Osakidetza es preocupante. Ha generado inseguridad y zozobra en la población y ha desatado un aumento de los seguros médicos privados y el fortalecimiento de la medicina privada, sálvese quien pueda, aumentando las desigualdades sociales en la salud. Osakidetza necesita un cambio urgente. Precisa recuperar la salud de esta Atención Primaria ahora desmantelada. Inversiones importantes en ella y por unos cuantos años. Un bosque quemado necesita cuidados y tiempo para que se recupere. No hay mejor medicina que la prevención, y eso es lo que hacemos en Atención Primaria. Lo que ocurre es que esta labor es silenciosa y está oculta. Si no apostamos por una Atención Primaria en Salud que trabaje la salud integral, nuestro 'Titanic'-Osakidetza se hundirá por exceso de enfermedad crónica evitable.
Esto es lo que nos jugamos en estas elecciones. Seguir apostando e invirtiendo solo en el manejo de la enfermedad ya instaurada -hospitales, centros de alta resolución- o cambiar el rumbo del 'Titanic' e invertir también, y en la situación actual de forma prioritaria, en Atención Primaria y en salud integral, defendiendo una Osakidetza pública, universal, humana, con participación ciudadana y cimentada en una APS fuerte. Y donde estén garantizadas las condiciones necesarias de infraestructuras, tecnología, personal, laborales para que el personal sanitario pueda desarrollar la labor para la que fueron creadas: integrar Osakidetza en la salud.
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