Sobre la segunda vuelta de las elecciones legislativas anticipadas en Francia pesará mañana una espada de Damocles alta y amenazante que representa la posible victoria de la extrema derecha de Marine Le Pen (Reagrupación Nacional, RN).
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Disolver la Asamblea elegida por sufragio universal es cualquier ... cosa menos un acto inofensivo en una democracia, y esta brutal decisión en modo atómico adoptada por Emmanuel Macron el 9 de junio ha tenido como consecuencia la disolución de su propia mayoría que, tras haber quedado en tercer lugar por detrás de RN y del Nuevo Frente Popular (NFP)en la primera vuelta, se ve ahora amenazada con su práctica desaparición. La tectónica electoral, con el debilitamiento sin precedentes del bando presidencial y la extensión de la extrema derecha en todos los estratos de la sociedad y en el conjunto del país, supone un hecho insólito por su gravedad.
Si la mayoría macronista quería subrayar la audacia de la apuesta de la presidencia, lo que prevalece son la incertidumbre y las contradicciones que suscita esta decisión. Emmanuel Macron no ha pretendido tanto responder a la crisis democrática como hacerla invisible. La izquierda agazapada dentro del Nuevo Frente Popular se encuentra sin posibilidad alguna de ganar con sentimientos encontrados, entre satisfacción y frustración, tras un buen resultado. Después de haber quedado segunda hace una semana, la izquierda acude a la segunda ronda unida en sus instrucciones de voto contra el lepenismo, pero la falta de reciprocidad potencial de la derecha y de los macronistas la debilitará.
Más allá de la severa derrota electoral infligida al bando presidencial, reforzada además por la alta participación (66,7%), fue el macronismo, en su esencia, el que se autodisolvió el domingo. Hace una semana, el partido de Marine Le Pen y sus aliados obtuvieron más de 10,5 millones de votos, casi cuatro veces más que su resultado en las legislativas de 2017 (tres millones de votos).
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Hasta aquí los hechos. Pero lo más destacable desde nuestro punto de vista son las causas del fenomenal aumento de sufragios lepenistas.
En general, existe una generalización sociológica del voto a Reagrupación Nacional. Con excepción de algunas grandes ciudades, el partido se impone en todas partes. Una tendencia que alcanza a las clases medias y altas, incluidos los cuadros directivos envueltos en un profundo malestar social que va mucho más allá de la cuestión de la xenofobia y el racismo que caracterizaron al Frente Nacional, motor del sentimiento de declive social que se nutre de la sensación de que han sido olvidados por las élites de París.
Como consecuencia de todo ello se puede concluir que la generalización del voto a RN (una especie de tsunami de 'chalecos amarillos' electoral) refleja un malestar social que implica que la felicidad no puede encontrarse en el futuro, luego debe hallarse en el pasado. Lo que significa que, en tiempos de crisis, la gente que se siente ignorada por su Gobierno siempre busca un chivo expiatorio.
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Más allá de la perplejidad que legítimamente suscita la decisión del presidente Macron de disolver la Asamblea Nacional, un sentimiento de pesimismo y desconfianza se ha apoderado de la opinión pública francesa desde hace décadas. Los resultados del 7 de julio de 2024 van camino de parecerse en muchos aspectos a las elecciones del 10 de mayo de 1981 que llevaron a François Mitterrand al Palacio del Elíseo, pero vistas al revés.
Algunos sectores de la derecha habían temido la llegada de los tanques soviéticos a París. Esta vez, ciertos sectores de la izquierda vaticinan el «linchamiento de los inmigrantes» por parte de una extrema derecha sin pelos en la lengua ni complejos, mientras que el presidente de la República dice temer una «guerra civil». La confrontación verbal al menos ya campa a sus anchas. De la sociedad de la sospecha, Francia ha pasado a la sociedad del odio. La maniobra táctica del jefe del Estado pretendía recuperar el control y la iniciativa que se le han escapado desde su reelección en 2022.
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La extrema derecha probablemente no obtendrá la mayoría suficiente para gobernar debido al amplio frente antiRN, incluso puede pensarse que esa hipótesis le viene bien, porque a lo que aspira en realidad es únicamente a la presidencia de la República.
La izquierda (NFP) tampoco llegará primera y el macronismo, aún menos. En ese caso, hasta las siguientes elecciones presidenciales, Francia sería ingobernable.
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