El lehendakari Pradales instó recientemente al Gobierno de España a «implicarse» en la mejora de las redes eléctricas en el País Vasco para no frenar ... inversiones en proyectos industriales clave, que generarán empleo y contribuirán a la descarbonización. El problema es la insuficiente capacidad de la red para integrar la oferta y demanda de electricidad de nuevos proyectos industriales y energéticos. Muchos de ellos descarbonizarán consumos en instalaciones existentes. Otros están relacionados con las renovables y el almacenamiento, los centros de datos, el hidrógeno verde o la movilidad eléctrica. Todos requieren mayor potencia de acceso a la red.
La situación que vivimos se debe a que el diseño de las redes se realizó bajo un supuesto de crecimiento gradual de la demanda. La urgencia por descarbonizar el sector eléctrico y los nuevos proyectos industriales implican incrementos no lineales y la necesidad de refuerzos significativos de la capacidad de las redes.
Redes eléctricas y competitividad industrial. La planificación de la red de transporte para 2021-2026 se modificó en abril de 2024 para facilitar la descarbonización industrial, el despliegue de energía renovable y el impulso de cadenas de valor de tecnologías limpias. Pese a ello, la industria vasca y los potenciales inversores se muestran preocupados por su desarrollo en los próximos años. La situación de las redes eléctricas de distribución, las de menor tensión, que llegan hasta la mayoría de los puntos de consumo, es más complicada que la de transporte, debido a que ya son un cuello de botella para la descarbonización de la mayor parte de las instalaciones industriales, con un elevado porcentaje de peticiones de conexión denegadas.
De acuerdo con el estudio de Orkestra 'El valor de las redes para la competitividad del País Vasco', el desarrollo de estas repercute en la competitividad de la economía en un contexto en el que la industria requiere garantía y calidad en el acceso a energía segura y limpia. Por ello, hay que invertir en redes, con implicaciones positivas para las empresas vascas.
El territorio cuenta con un sector empresarial y de I+D+i altamente especializado en la cadena de valor de las redes eléctricas, con más de 80 empresas (operadores, fabricantes de equipos y componentes, ingenierías...) que, en 2022, emplearon a más de 6.200 personas, facturaron 18.000 millones e invirtieron 78,6 millones en I+D.
La inversión en redes genera beneficios directos sobre este sector e indirectos sobre los sectores industriales intensivos en energía como la metalurgia, el caucho, la madera y el papel, al esperarse una disminución de los costes por el avance de las renovables y la electrificación. La inversión en redes también repercutirá sobre la balanza comercial, por las menores importaciones de combustibles fósiles y el incremento de las exportaciones de los sectores intensivos en energía y de material y equipo eléctrico. De igual manera, aumentará la capacidad de atraer inversores externos en sectores que requieran potencias eléctricas elevadas y en la fabricación de material y equipo eléctrico, telecomunicaciones, consultoría e I+D. También creará empleos de calidad.
Desde la perspectiva medioambiental, la inversión en redes reducirá las emisiones de CO2 y contaminantes, lo que disminuye los costes por derechos de emisión, mejora la calidad del aire y reduce las muertes prematuras y los costes sanitarios relacionados con la contaminación.
Soluciones para las redes del futuro. Por todo lo expuesto, se debe abordar urgentemente una solución a la congestión en el acceso a las redes eléctricas. Simultáneamente, invertir en su desarrollo y refuerzo; aprovechar de manera más eficiente la capacidad actual y avanzar en esquemas para incentivar mayor eficiencia en la generación y el consumo de energía. Deben mejorarse, además, el proceso de planificación (con más flexibilidad y orientación al futuro) y los esquemas de acceso a las redes (para evitar bloqueos en los nodos) y de uso de la capacidad existente (por ejemplo, con peajes dinámicos).
Por otro lado, deberá adaptarse la regulación para incentivar inversiones económica y socialmente rentables, con el objetivo de reforzar las conexiones entre redes de transporte y distribución; expandir y repotenciar la red de 132 kV; desarrollar nuevos centros de transformación y subestaciones; abordar la adaptación al cambio climático y la ciberseguridad de las redes.
Otro gran reto es incrementar la aceptación social de las nuevas infraestructuras de red. Para ello, deberán forjarse acuerdos sociales (especialmente en entornos locales) que tengan en cuenta todos los beneficios y costes de los nuevos proyectos, y aprovechar el llamado 'entorno construido' para minimizar los impactos medioambientales.
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