

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Estoy seguro de que, si cada uno de nosotros respondemos esta pregunta en una hoja, escribiremos algo diferente. No hay consenso. La prueba es que ... discrepamos incluso en la identificación del mejor colegio de nuestra zona: ¿el más brillante académicamente? ¿el de mejores instalaciones? ¿mayor foco en valores? ¿en deporte? ¿en idiomas? ¿en diversidad?...
A partir de ese punto, sin pretender ser extremista, la importancia de los resultados PISA o similares (como los recientes del Instituto Vasco de Evaluación e Investigación Educativa) creo que hay que considerarla relativa. No digo que no importen, sino que son un indicador más. Debería preocuparnos más el hecho de que la educación española está dejando de lado aspectos fundamentales de la formación de un niño/a.
Quizás diferamos en su ponderación, pero seguro que convenimos en que entre los tres aspectos más importantes por los que nuestros hijos van al colegio están los siguientes. Por un lado, para conseguir el desarrollo integral de nuestros hijos desde la perspectiva cognitiva, emocional, ética, física y social. Por otro, para desarrollar individuos que, cuando se integren en nuestra sociedad, lo hagan bajo normas y principios como la democracia, la justicia o la igualdad. Y finalmente, para preparar a nuestros hijos/as para una futura autonomía plena, empezando por la económica.
De todas estas cuestiones tan importantes, ¿cuáles son medidas en el PISA o similares? Casi ninguna. No lo digo con ánimo de crítica, sino como una llamada de atención para una mirada más holística de la formación. Creo que estamos perdiendo foco en un mundo globalizado.
Académicamente, un alumno medio español de, por ejemplo, segundo de Bachillerato, tiene una formación mucho más amplia que uno de Reino Unido (allí tendrá solo tres asignaturas muy especializadas, frente a unas diez que tendrá en España). Sin embargo, en Estados Unidos, ese alumno español que tantas materias variadas conoce no obtendrá el título, porque es muy poco probable que haya dedicado un mínimo de doscientas horas a causas sociales como exige el sistema estadounidense.
No existe un sistema ideal, pero parece que nosotros estamos dando demasiada importancia a cosas que otras potencias mundiales no valoran tanto y, al mismo tiempo, estamos dejando de lado cuestiones que en otros países desarrollados consideran mucho más cruciales.
Por mi experiencia profesional, permítanme analizar el tercer aspecto mencionado arriba: educar a nuestros hijos para que puedan trabajar y ser autónomos en el futuro. Créame, en España hay muy buenos profesionales, pero les aseguro que, en general, en el mundo actual no se están pegando por conseguir profesionales españoles.
Académicamente somos muy buenos. No hay familia que haya llevado a sus hijos a estudiar a Estados Unidos y no los haya visto arrasar académicamente. Sin embargo, ¿ha visto competir en una entrevista a un candidato español contra un estadounidense? El segundo se come al primero. Su puesta en escena, seguridad en sí mismo, capacidad de expresión en público, gestión emocional, determinación, en definitiva, su liderazgo, arrasa y se lleva el puesto -obviamente hablo de la mayoría de las ocasiones-.
En nuestro país, solo se valora si tienes un buen coeficiente intelectual, te alabaron en el colegio y saliste de allí con cierta autoestima. ¿Y el resto? Puede que hayamos perdido por ejemplo, a grandes comerciales o a la mejor creativa de publicidad de la historia de nuestro país porque la sociedad les dijo entonces que no valían para casi nada. Nuestro sistema está preparado para que solo triunfen aquellos con un gran hemisferio izquierdo. ¿Y qué pasa con los reyes y reinas de las habilidades sociales tan demandadas hoy en las empresas? Pues que solo con eso es difícil que lleguen a la Universidad o a hacer lo que de verdad les gusta con gran aprobación social (no creo que sea fácil ser por ejemplo, el mejor educador canino del mundo).
Soy consciente de que la inercia es demasiado fuerte para lograr un giro importante, pero ojalá empecemos a abrir los ojos. Tenemos un sistema educativo realmente obsoleto y poco preparado para los tiempos que vivimos en este planeta. Me encantaría que niños y niñas con notas justas en matemáticas o química, pero con una capacidad creativa, habilidad física, grandes capacidades blandas, gran entrega por los demás, capacidad de esfuerzo, constancia o iniciativa emprendedora pudiesen salir del colegio con una autoestima por las nubes o al menos, con la sensación de que la sociedad en la que vivimos los quiere y los necesita.
Basar toda nuestra apuesta educativa en índices estrictamente académicos es un error. Estamos frustrando anímicamente a seres que podrían ser grandes profesionales si les dejásemos brillar. Llámeme romántico o iluso, pero seguiré luchando por ver triunfar laboralmente a estos niños y niñas.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.