Trate de separar la persona y el personaje de Trump. Mucho se ha escrito estos días sobre el personaje. Por lo que hablemos por un momento de la persona, del profesional (vaya por delante que no le tengo especial cariño).

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No conozco muchas personas que ... hayan sido capaces de hacer profesionalmente lo que ha logrado Trump. Comenzó con 25 años en el mundo inmobiliario, y tras desarrollar proyectos faraónicos, hoy ha logrado tener una fortuna superior a los cinco mil millones de dólares. Es incuestionable que sabe mucho sobre gestión. Ahora, ha sido capaz de atraer el talento tecnócrata a su proyecto político. No son simples súbditos que se doblegan a la primera de cambio. Son personas tremendamente poderosas. Elon Musk (Tesla, SpaceX, X), Mark Zuckerberg (Meta), Sam Altman (OpenAI), Jeff Bezos (Amazon) o Sundar Pichai (Google) ocupaban los primeros bancos del Capitolio en su investidura. Hablamos de las mayores eminencias mundiales en el desarrollo de proyectos tecnológicos. Expertos en acometer complejos proyectos técnicos. Pero, ¿serán capaces de hacer política?

La política no es la tecnocracia, es otra profesión. Prueba de ello es que son pocos los tecnólogos que han tenido éxito en política. Recuerdo el experimento del primer Gobierno del millonario Sebastián Piñera en Chile, de 2010 a 2014 -lo viví allí en primera persona-. Piñera, de cuya muerte en accidente de helicóptero se cumple un año este jueves, metió en tromba a los Chicago Boys -la élite chilena formada en la Universidad de Chicago entre los años setenta y ochenta del siglo pasado- y a renombrados ejecutivos del mundo privado. El experimento salió muy bien en algunos aspectos. Por ejemplo, el rescate de los 33 mineros fue un rotundo éxito. Un problema eminentemente técnico, excelentemente resuelto. Esto lanzó al cielo la popularidad de Piñera. Sin embargo, posteriormente cosechó rotundos fracasos, como fue la gestión de las protestas estudiantiles debido a que el 75% del sistema educativo se había privatizado. El Gobierno cayó en una inusitada impopularidad. Estábamos ante un problema que tenía más de político que de técnico. Es por ello que me vienen a la mente dos reflexiones contrapuestas.

Por un lado, personas que han cosechado más éxitos recientes que todo el aparato gubernamental de la propia NASA o que han logrado transformar una inversión inicial de un millón de dólares en libros en una fortuna superior a los doscientos mil millones de dólares o que han logrado la confianza de terceros para que inviertan en sus proyectos de inteligencia artificial miles de millones, no hay duda de que tienen una carta de presentación inmejorable para apostar por sus ideas. Piñera también atrajo el talento. En el Ministerio de Energía, por ejemplo, puso a experimentados gestores.

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Pero, por otro lado, la carrera política, poco tiene que ver con la empresarial. Habilidades como la oratoria, la asertividad, la paciencia, la adaptabilidad o liderar sin autoridad formal, se convierten en armas básicas sin las cuales el éxito político es imposible. Un mundo en el que las palabras deben ser medidas porque el aparato político arrolla a cualquier individuo que se desvíe. Un mundo cainita en el que, como decía Churchill, los enemigos están en casa y los adversarios fuera. A Piñera no le fue muy bien con esos ministros de Energía: en sus 16 primeros meses de gobierno, tuvo que cambiarlos hasta cinco veces. Brillantes expertos sin experiencia política. Está muy bien señor ministro, que usted hable de un 'blackout', el 'pool' eléctrico o kilowatios (¿qué tendrá que ver la hora con los kilowatios para calcular un precio?). O que me hable de estructuración de deuda, estanflación o coeficientes de reservas. Pero, discúlpeme, su mensaje no llega al corazón de los votantes, usted «habla muy raro». Y un buen político debe ser medio sociólogo, medio psicólogo, y lo último que debe transmitir es que sus votantes sean unos ignorantes. En política, quedarse callado es muchas veces una buena opción.

Quizás un Gobierno mixto en el que cada ministerio trabaje por fin con tecnócratas y políticos de la mano podría ser una solución. Aunque no parezca sencillo, lo lleva intentando el ámbito sanitario desde hace mucho con resultados dispares.

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Donald Trump está ante una encrucijada: ¿permitirá el cada vez más cercano 'sorpasso' chino o logrará mantener la hegemonía de Occidente? Su atrevimiento y poder sin igual -controla ambas cámaras en Estados Unidos- vaticinan curvas. Todo ello sin hablar de las acciones motivadas por ideología como la gestión de la inmigración. El tiempo dará o quitará la razón a Trump. Pero, sin duda, la acumulación de poder y el apoyo que ahora tiene le ponen en una situación sin igual para lograrlo. Dios bendiga América… Y a todos nosotros.

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