Estamos asistiendo con horror a un genocidio televisado de Israel contra la población palestina. Un pueblo al que se le arrebata su derecho a vivir en paz en su propio territorio. La misma situación que padece el pueblo saharaui.
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Estamos hablando de la que fue ... considerada la provincia 53 de España, que fue ocupada por tropas marroquíes, entrando, en noviembre de 1975, a sangre y fuego en el Sáhara Occidental sobre la población civil: detenciones, torturas, asesinatos masivos, bombardeos aéreos, con napalm y fósforo blanco, con miles de muertos. Una campaña de terror que provocó la huida, en busca de refugio, hacia territorio argelino, que de forma solidaria les abrió sus puertas. Desde entonces viven allí, en distintas wilayas y en condiciones muy difíciles, unos 200.000 saharauis.
Hace 19 años que no volvía a los campamentos de saharauis en Tindouf (Argelia). He tenido la ocasión de entrevistarme con mi admirado Brahim Gali, presidente de la República Árabe Saharaui Democrática. He podido comprobar cómo la población saharaui ha seguido generando condiciones para vivir con una mayor dignidad dentro de un terreno extremadamente adverso (Hammada). Un desierto pedregoso, árido y duro. Han dado vida a un territorio en el que parecía imposible vivir. Y todo ello sin perder la conciencia y la determinación de lucha y sacrificio para recuperar el Sáhara Occidental, que les fue robado y arrebatado por Marruecos, con la traición de España y la colaboración activa, entre otros, de EE UU, Francia e Israel.
El Estado español no puede desentenderse de sus responsabilidades. Según la ONU, nuestro país sigue siendo potencia administradora del territorio no autónomo del Sáhara Occidental, aún pendiente de descolonización. Me parece inadmisible el cambio de posición del PSOE en relación con el conflicto del Sáhara. Un giro que inició Felipe González y ha culminado, de forma sorprendente, Pedro Sánchez. Ninguna presión de EE UU y ningún chantaje migratorio de Marruecos están por encima de la dignidad y el respeto que nos merecemos en la esfera internacional, de la defensa de la justicia y del derecho a decidir su futuro en libertad que asiste al pueblo saharaui. Un pueblo al que nos unen lazos sentimentales, históricos, culturales y lingüísticos.
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A partir de los resultados de las últimas elecciones generales, se abre una ventana de oportunidad para modificar la posición del Gobierno español. Una postura incomprensible, que ha contribuido a comprometer nuestros intereses económicos, políticos y energéticos con Argelia. Los socios de Pedro Sánchez, especialmente ERC, Bildu, Sumar, BNG, PNV y Podemos, deben demostrar con hechos que los derechos del pueblo saharaui son suficientemente importantes como para convertirse en condición de posibilidad para garantizar la gobernabilidad en España.
Solo pido a los aliados de Sánchez la misma determinación y firmeza que han demostrado con la ley de amnistía para pasar página a la represión en Cataluña o en otras cuestiones de índole territorial o sectorial que han sido objeto de acuerdo con Pedro Sánchez. ¿O acaso la cuestión del Sáhara tiene un rango inferior? El momento es idóneo para alinear la posición del Gobierno español con la de Naciones Unidas y enmendar aquel acuerdo tripartito, de infausto recuerdo, firmado el 14 de noviembre de 1975 entre Marruecos, Mauritania y España.
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En caso contrario, se seguirá sometiendo al pueblo saharaui a un castigo y sufrimiento terribles. Es preocupante el silencio informativo sobre este conflicto. No se permite el acceso a los territorios ocupados para evitar que se conozca la brutal represión marroquí contra la población saharaui. No se informa sobre la guerra que se está librando en estos momentos junto a ese muro de la vergüenza de 2.700 kilómetros que ha levantado Marruecos, con la colaboración de Israel. Guerra que está provocando muchos muertos y heridos. He sido testigo de esos jóvenes, y mayores, que viven con metralla en el cuerpo a consecuencia de los drones marroquíes.
Vuelvo de los campamentos con esperanza. Se equivocan algunos si pensaban que la causa saharaui morirá por inanición. Las nuevas generaciones siguen dispuestas a luchar, incluso entregando su vida, por recuperar su tierra injustamente arrebatada. Una población que sigue creciendo. Que a pesar de sus condiciones precarias está generando una amplia red de comercio para acceder a los suministros básicos, está electrificando hasta el último rincón, apostando por la plena escolarización, que cuenta con atención sanitaria, que apuesta por el desarrollo del cine y el teatro…
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Una población con gran sentido de la hospitalidad. Las puertas de sus jaimas siempre están abiertas, para compartir lo poco que tienen con vecinos, familiares y amigos. Es un pueblo con mirada larga. Sabe ejercitar la paciencia histórica. Estoy convencido de que recuperarán el territorio que les pertenece por derecho propio. Entretanto es necesaria, más que nunca, la solidaridad internacional, humanitaria, política y militar. No les abandonemos.
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