Investigador. Médico. Diferenciar ambos tipos de profesiones es fundamental para entender la aproximación que cada uno de ellos realiza al problema de la pandemia en la que vivimos y sus propuestas de solución.
Publicidad
Se parecen, pero no son lo mismo. El investigador es quien explora, ... quien está a la vanguardia de los ensayos que están dando o no resultado. El médico es quien se encarga de sanar a las personas. El primero explora y descubre tratamientos, el segundo estudia esa técnica terapéutica y la aplica.
En el primer grupo (investigadores) trabajan profesionales de muy diverso origen - bioquímicos, farmacéuticos, microbiólogos o médicos inmunólogos o epidemiólogos que investigan-, unidos por un mismo razonamiento mental: el científico. Mientras que en el segundo (médicos) trabajan personas que han estudiado Medicina, profesionales más enfocados en la aplicación práctica diaria de esas soluciones científicas.
Recuerdo cómo cuando estudiaba Bioquímica en la Universidad y trabajaba en Biología Molecular, el método científico se basa principalmente en tomar datos objetivos de la realidad, analizarlos y tratar de elaborar teorías o modelos matemáticos a partir de ellos. Sólo cuando el resultado del modelo teórico y la observación posterior de lo ocurrido coinciden podemos decir que el modelo esta validado. Es sólo ahí cuando un investigador comienza a hablar con firmeza y se atreve a hacer pronósticos. Mientras tanto, es un mar de dudas, todo lo cuestiona, todo esta tomado con pinzas hasta validar esa hipótesis. Así se presenta de hecho una tesis: planteamiento del problema, formulación de la hipótesis, descripción del marco teórico y metodológico, y presentación de resultados y conclusiones.
Publicidad
Me llama poderosamente la atención que en un país donde se dedica tan poco presupuesto a la investigación (1% del PIB frente al 3% de Suecia o Alemania) y donde hasta la fecha hemos vivido tan pocas epidemias resulta que parece que tenemos cientos de epidemiólogos. Al menos así han pasado a denominarse muchas personas. Un epidemiólogo es un investigador. Se dedica a estudiar causas para elaborar modelos de control de enfermedades grupales. De hecho, como tal, no es una especialidad formal de Medicina (la especialidad MIR en la que se estudia Epidemiología se llama Medicina Preventiva y Salud Pública). Es decir, sólo algunos médicos internos residentes se especializan a posteriori en esta materia investigadora de manera específica.
Es cierto que algunos médicos terminan siendo brillantes investigadores -lo mismo que algunos bioquímicos, farmacéuticos o microbiólogos, por ejemplo-, pero no trabajan en una consulta como médicos de cabecera o en la planta de Traumatología o la quinta de Pediatría del hospital. Trabajan probablemente en el sótano, entre bambalinas, en el 'backstage', donde no los vemos cuando vamos a un centro sanitario. Su espacio natural son los centros de investigación como el CSIC o de universidades, laboratorios farmacéuticos o similares. Y en estos lugares la mentalidad que impera es diferente. Todo es discutible hasta que se demuestre lo contrario. La duda y el cuestionamiento continuo es su caldo de cultivo.
Publicidad
Con esto no quiero decir que el trabajo de un médico sea sencillo. En ocasiones es de una complejidad mayúscula y de estudio constante. Pero su labor se centra, más que en crear las soluciones, en conocer con detalle qué soluciones ya tiene disponibles el mercado. Es un estudioso del complejo mundo de soluciones médicas existentes. Por eso, ocasionalmente, mientras que un investigador es pura duda, algún médico puede atreverse más con verdades cuestionables, ya que está más acostumbrado a aplicar soluciones que a descubrirlas (¿les hablo de la rotundidad del uso de las mascarillas o de la propagación aérea del Covid-19?).
Queremos soluciones ya, pero no las tenemos. Queremos respuestas fáciles a temas complejos. La mayoría de las vacunas se han encontrado tras decenas de años de investigación e inversión. La malaria tardó 31 años en tener su vacuna; la polio, 20. El tiempo récord se lo lleva hasta ahora el ébola: cinco años. A esto hay que sumar que descubrir una vacuna tiene mucha letra pequeña en su aplicación y resultado. Dejemos trabajar a los investigadores. Están poniendo más empeño y medios que nunca en la historia de la Humanidad. Pero las cosas llevan su tiempo, no sólo es cuestión de recursos inmediatos.
Publicidad
Escuchemos a quien hay que escuchar. Creo que, nos guste o no, en el mundo de las vacunas es aún el momento de los investigadores. El resto son sugerencias de buenas prácticas: confinamiento, mascarilla e hidrogel, que son bienvenidas y ojalá aplicadas. Pero cuidado con las verdades absolutas. Aún navegamos en un mar de incertidumbres y tenemos que aprender a pilotar nuestro barco en esas aguas.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.