![¿El fin de la investigación sobre Jesús de Nazaret?](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202104/01/media/cortadas/vivanco01-kKDI-U1301006661606BhG-1248x770@El%20Correo.jpg)
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Ninguna personalidad ha influido tanto en la historia de la Humanidad como Jesús de Nazaret. Ningún otro personaje ha sido estudiado con tanto interés, ahínco y fascinación. A pesar de que no fue hasta la segunda mitad del siglo XX cuando comenzó a generalizarse el ... método histórico-crítico que ha ido permitiendo, en un plano no apologético, redescubrir al Jesús humano y real que requiere ser diferenciado, y no por ello necesariamente separado, del Cristo divino en quien cientos de millones de seguidores profesan su fe.
En las décadas más recientes se ha llegado a grandes consensos entre los investigadores, creyentes como no creyentes, sobre este Jesús real; a la luz de los criterios de historicidad, tomando como punto de partida tanto su relación con el judaísmo plural y en ebullición del siglo I como el contexto de resistencia a la dominación romana, y abriéndose a las nuevas aportaciones transversales de disciplinas como la sociología. Se ha superado la etapa de escepticismo y decepción respecto a la búsqueda del Jesús histórico que dominó la primera mitad del siglo pasado y cuyo principal representante fue el prestigioso investigador protestante Rudolf Karl Bultmann.
Ahora bien, persisten elementos cruciales sobre Jesús que no encuentran aún suficiente acuerdo entre los mejores investigadores, como su predisposición o no a aceptar y promover el uso de la fuerza frente a la autoridad romana.
Entre los investigadores no cristianos es relativamente común encontrar a quienes menosprecian los estudios históricos de autores creyentes porque, según ellos, estos últimos carecen de suficiente objetividad para llegar a conclusiones que podrían cuestionar su fe. Y olvidan que muy probablemente la principal autoridad mundial en el estudio del Jesús histórico sea el sacerdote católico -de origen neoyorquino- monseñor John Meier.
Es oportuno señalar, por otro lado, que no solo los investigadores agnósticos sino también los ateos militantes que han dedicado gran parte de su vida a estudiar a Jesús, desde el método histórico-crítico, es frecuente que no se resistan a mostrar su simpatía e incluso admiración hacia el personaje, por su coherencia personal y valentía o los valores contraculturales de solidaridad que inspiraba en el siglo I y después. A pesar de que, en ocasiones en línea con la crítica decimonónica del filósofo Nietzsche, tienden a culpar a Pablo de Tarso de manipular al personaje y presentar a alguien que Jesús ni fue ni quiso ser.
El liderazgo intelectual de Pablo en la primera generación judeocristiana es incuestionable y solo comparable a su ímpetu misionero. Sin embargo, Pablo se nutre y conversa con los liderazgos de otros grupos, también trascendentales, y que -a diferencia de él- sí conocieron a Jesús en primera persona: Las mujeres capitaneadas por María Magdalena, los doce apóstoles encabezados por Pedro y el 'clan' familiar de Jesús en el que sobresalía su hermano Santiago.
Nos encontramos al final de la investigación histórica de Jesús, se ha profundizado en el conjunto de los contenidos alcanzables acerca de él y su entorno. Solo la posibilidad remota de descubrir -de modo fortuito- papiros con textos inéditos y escritos en las décadas inmediatamente posteriores a su muerte podría quizá arrojar alguna luz que valide en una u otra dirección las hipótesis planteadas o abrir nuevas líneas de investigación. Ocurrió con el descubrimiento de los rollos de Qumrán en 1947 a orillas del mar Muerto o la aparición del evangelio apócrifo de Tomás en la biblioteca de Nag Hammadi dos años antes.
Jesús nació, casi con toda seguridad, en Nazaret. Los relatos de la infancia son, en su grueso, legendarios. Muy probablemente trabajó de artesano con su familia en Séforis, principal ciudad de Galilea, a menos de diez kilómetros de Nazaret. En los años en los que Jesús nació, aquella ciudad fue testigo de un sonado levantamiento nacionalista judío aplastado por los romanos y que tuvo que quedar grabado a fuego en la memoria colectiva de esa generación. Séforis hubo de permitir a Jesús tomar contacto con la cultura grecorromana y posiblemente, en ella aprendió griego.
No obstante, tuvo necesariamente que crecer sintiéndose parte del pueblo oprimido de Israel y, como algunos pocos de su tiempo, se convirtió en un pretendiente mesiánico destinado a guiar la liberación. Predicó la llegada del fin del mundo y del Reino de Dios, no solo en términos de emancipación política, también en clave de conversión personal y justicia histórica. El prefecto romano de Judea, en complicidad con la clase sacerdotal judía corrupta, lo ordenó crucificar por el peligro que podía representar para el mantenimiento del orden en la época del año más proclive a revueltas. Días antes, Jesús había irrumpido en el templo de Jerusalén en vísperas de la Pascua, la fecha en la que los judíos conmemoraban su liberación de Egipto. Su vida pública duró no más de tres años. La historia del cristianismo alcanza ya 2.000.
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