A lo largo de noviembre la actividad electoral en América Latina fue muy intensa, se votó todos los domingos. El 7 lo hizo Nicaragua, el 14 Argentina, el 21 Chile y Venezuela y el 28 Honduras. Hubo tres elecciones presidenciales (Nicaragua, Chile y Honduras), una ... legislativa (Argentina) y una local y regional (Venezuela). Los resultados fueron disímiles, pero allí donde fue posible primó el 'voto bronca', que castiga a los oficialismos, espoleado por los efectos de la pandemia y las dificultades sociales y económicas.
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Hubo dos casos donde esto no ocurrió, como era previsible. En Nicaragua y Venezuela los candidatos gubernamentales se impusieron ampliamente. Si bien en este último país las condiciones bajo las que el pueblo pudo ir a votar mejoraron respecto a los anteriores comicios, en los dos la oposición estaba en franca desventaja. Por si quedaba alguna duda del ventajismo con que jugaba Nicolás Maduro, basta observar lo sucedido en Barinas, el Estado natal de Hugo Chávez, uno de los cuatro casos en que fueron derrotados los herederos del comandante bolivariano. ¿Qué ocurrió en Barinas? Que tras la petición de un diputado alacrán (que posa de opositor pero apoya al oficialismo), el Tribunal Supremo ordenó repetir la votación en enero. Un detalle no menor es que el candidato derrotado era Argenis Chávez, hermano del expresidente.
Pese a las trabas y condicionamientos al voto libre, tanto en Venezuela como muy especialmente en Nicaragua, de todos modos la gente expresó su descontento y lo hizo quedándose en casa. En ambos casos la abstención fue enorme. Mientras en Venezuela votó menos del 42% del censo electoral, en Nicaragua, según las cifras oficiales, lo hizo el 65,23%. A la hora de valorar su fiabilidad hay que tener en cuenta que el mismo Consejo Supremo Electoral (CSE) otorgó la victoria a Daniel Ortega con el 75,92% de los votos (con siete candidatos opositores presos). Pero hay un dato más revelador: las innumerables imágenes de los centros de votación vacíos y las calles desiertas. Si algo ni hubo ni se vio el domingo 7 en Nicaragua fueron colas para poder votar.
En los otros tres casos los oficialismos fueron ampliamente derrotados. En las parlamentarias argentinas, el peronismo/kirchenrismo pudo recuperarse algo del catastrófico resultado de las primarias (PASO) celebradas en septiembre, aunque perdió la mayoría absoluta en el Senado y cedió varios escaños en la Cámara de Diputados. Esto complica la gobernabilidad para los próximos dos años, y más cuando el Ejecutivo enfrenta una crucial negociación con el FMI. De ahondarse la crisis el peronismo podría perder el poder en las presidenciales de 2023.
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En Chile, el Gobierno también fue castigado: el candidato oficialista quedó cuarto, con solo el 12,4% de los votos. Pese a sus buenos resultados en las parlamentarias, los partidos de la derecha han visto reducida su capacidad de iniciativa política. Sin embargo, dado que la elección presidencial es a doble vuelta y como ningún candidato obtuvo el 50% más uno de los votos, para conocer la identidad del nuevo presidente habrá que esperar al día 19. Los aspirantes son José Antonio Kast y Gabriel Boric, ubicados mucho más allá de las más centradas tradicionales coaliciones chilenas. Como en otras partes de América Latina, aquí también se impuso la polarización.
Una polarización semejante se vivió en Honduras, en la elección de mayor participación de los últimos 20 años: votó más del 68% del censo. Cuando todavía faltaba un porcentaje de votos elevado por escrutar, la ventaja de Xiomara Castro, candidata de Libre (Libertad y Refundación) y exesposa del derrocado Mel Zelaya, era definitiva. Su victoria, por más de 20 puntos sobre el oficialista Nasry Asfura, del Partido Nacional, ponía fin a doce tumultuosos años de gobiernos conservadores. La izquierda recupera el poder con la primera presidenta en la historia nacional.
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Noviembre deja algunas claves para América Latina. El 'voto bronca', impulsado aún más si cabe por los efectos de la pandemia, sigue y seguirá castigando a los oficialismos con independencia de su color político. La región, profundamente fragmentada, mantiene su gran heterogeneidad. Ahora bien, es destacable que, pese a todos los problemas y a la gran desafección popular hacia la democracia y sus instituciones, las elecciones conservan su interés.
El voto sigue siendo importante, como también lo es el voto del centro. De ahí los grandes esfuerzos de los dos candidatos chilenos que participarán en la segunda vuelta para conquistar a los más moderados. En 2022, Costa Rica, Colombia y Brasil deberán elegir a sus presidentes. En los dos últimos se perfilan candidaturas de centro o terceras vías. Habrá que ver la suerte que corren y en qué medida sus resultados condicionarán los equilibrios regionales, de la misma forma en la que las celebradas en 2021 ya lo están haciendo.
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