Panamá, 35 años después

La invasión estadounidense del país el 20 de diciembre de 1989 contra el general Noriega costó la vida a cientos de panameños y al fotógrafo Juantxu Rodríguez

Iñaki Martínez

Escritor y abogado

Viernes, 20 de diciembre 2024, 00:01

Se llamaba Juantxu Rodríguez, era fotógrafo y tenía 32 años. Había llegado a Panamá con la periodista Maruja Torres. El 20 de diciembre de 1989 comenzó la invasión militar. La Casa Blanca la bautizó como 'Causa justa'. A Juantxu Rodríguez le alcanzó una bala disparada ... desde una tanqueta al día siguiente. Le atravesó el ojo izquierdo. Quien apretó el gatillo no podrá alegar que el portugalujo de adopción y corazón careciera de la identificación habitual en los periodistas y fotógrafos que cubren escenarios peligrosos.

Publicidad

El contexto mundial y regional era explosivo. Se respiraba la atmósfera de la Guerra Fría y las grandes potencias movían sus peones. El Muro de Berlín había sido derribado el 9 de noviembre. También de Portugalete como Juantxu Rodrígez, el jesuita Ignacio Ellacuría, cinco jesuitas más y dos empleadas de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas fueron asesinados a sangre fría el 16 de noviembre del mismo año en San Salvador. En la vecina Nicaragua gobernaba Daniel Ortega. Violeta Chamorro preparaba sus fuerzas para las elecciones que habrían de darle la victoria a primeros de 1990. La Administración republicana de George H. W. Bush, que había sucedido a Reagan en enero de 1989, pegó un puñetazo en el tablero y ordenó la invasión de Panamá.

En 2016 el editor de Península (Grupo Planeta) Ramón Perelló me encargó que tratara de conseguir una serie de entrevistas con el general Manuel Antonio Noriega, que por entonces se encontraba en la prisión de El Renacer. Había cumplido veintisiete años en cárceles de Estados Unidos y Francia. Nuestro propósito era escribir un libro que llevaría por título 'Conversaciones con el general Noriega'. Le visité cuatro sábados sucesivos en entrevistas de cuatro horas cada una. Era un prisionero privilegiado. El personal que le atendía era militar y le dispensaba el trato de «mi general». Vivía en un apartamento de dos plantas en el interior del recinto carcelario. Disponía de aire acondicionado, cocina y una salita. También de un jardín por el que paseaba sin limitación alguna.

Tenía 82 años y había sido diagnosticado de un tumor cerebral benigno. Una vez que le transmití la propuesta de Perelló me dio la sensación de que deseaba aliviar su conciencia y ganar una buena cantidad de dinero a resultas de las ventas del libro. Sin embargo, le intervinieron del tumor y falleció.

Publicidad

Noriega había sido el gran beneficiado de la desaparición del líder Omar Torrijos en un accidente de la aeronave en la que viajaba. Reconoció contactos permanentes con la CIA pero señaló que «no era un empleado a sueldo sino que llegaba a acuerdos transitorios». Aceptó que se había apropiado de 23 millones de dólares de fondos públicos y que los transfirió a bancos de Luxemburgo y Francia. Sus palabras me sorprendieron: «Después de veinte años en el poder, primero como jefe del servicio de Inteligencia y después como comandante de las fuerzas armadas, ¿a usted le parece mucho?».

Admitió que en las elecciones de mayo de 1989, que dieron como ganador al candidato de la oposición, ordenó que se cambiaran las actas. Fue evasivo cuando le pregunté sobre su complicidad con los cárteles de Colombia en la utilización de Panamá como almacén de drogas y se preocupó de desviar la responsabilidad a oficiales de su estado mayor: «Quizá lo realizaron sin mi consentimiento».

Publicidad

España y otros países negociaron su abandono del poder y salida del país. Reconoció que un avión de las fuerzas aéreas españolas había aterrizado en Maiquetía (Venezuela), dispuesto a volar a Panamá para que sus allegados y él embarcaran. Rechazó la propuesta al estar convencido de que no habría de ejecutarse la invasión militar. «Así me lo aseguraban miembros de la CIA de forma confidencial», dijo.

Panamá estaba gobernado por él, un personaje extraño y despótico, pero no era un país que amenazara la integridad de ningún vecino ni tenía posibilidades de convertirse en comunista. La sola presencia de la Administración norteamericana sobre el canal interoceánico lo impedía

Publicidad

La invasión se llevó a cabo con el único propósito de capturar a una persona. 26.000 soldados pertenecientes a la 82 División Aerotransportada tardaron minutos en traspasar las verjas de las bases norteamericanas ubicadas en Panamá. Simultáneamente, la aviación descargó toneladas de bombas en el cuartel donde sospechaban que se refugiaba el general. Pero Noriega había huido. Erró el servicio de Inteligencia, pero no erraron las bombas que cayeron sobre un barrio llamado Chorrillo. Perdieron la vida centenares de panameños sencillos que nada sabían de geopolítica. Juantxu Rodríguez lo retrató. Fue su último trabajo. Murió con su cámara Nikon F2 colgada del cuello.

Iñaki Martínez fue finalista del Premio Nadal 2015

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad