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La Comisión de Cultura del Parlamento vasco ha visitado recientemente Sestao. Alguien me preguntó después: «¿Y cómo fue? ¿Vuestra relación es normal?» Porque fuimos representantes de varios partidos. Pues sí, es normal, correcta, se puede decir, y a veces hasta te emocionas. Así son las ... cosas.
Pero primero les cuento la visita. De lo que queda del que fue el motor industrial de Bizkaia emerge alto, elegante, se puede decir incluso que majestuoso, el Alto Horno número 1 de los Altos Hornos de Bizkaia, la empresa siderúrgica más importante de todo el Estado durante el siglo XX, la que hizo que Bizkaia sea lo que es hoy, pero que tras la reconversión industrial en los 80 acabó cerrando en 1995. El horno número 1, el único que sigue en pie en la actualidad, es parte de la memoria colectiva de Euskal Herria y especialmente de la Margen Izquierda. Y está en pie, además, gracias a algo muy vasco: a nuestro sentido de comunidad, de colectividad, a nuestro alto grado de asociacionismo, pues es gracias al trabajo y a la sensibilidad de la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública que esta maravilla sigue en pie y no ha sido derribada junto al resto de hornos.
Pues bien. Esta asociación nos invitó a la Comisión de Cultura del Parlamento, de la que soy presidenta, a visitar este monumento. Están preocupados porque necesita una mayor protección para que no lo expolien los ladrones de chatarra y para poder rehabilitarlo en su totalidad, ya que se encuentra en un estado de conservación muy deficiente. Nadie entendería que ladrones se llevasen cuadros del Guggenheim o que el Guggenheim no conservara sus obras con mimo, por eso también es inaceptable que esta pieza tan importante del patrimonio industrial vasco esté expuesta al expolio y al paso del tiempo.
Este monumento de valor incalculable son 80 metros de altura de una gran estructura construida alrededor de un horno donde se introducía el mineral de hierro que provenía de la zona minera para fundirlo. Es un horno de grandísimas dimensiones donde aún queda la escoria abandonada después de varias décadas en desuso.
Pero si bien la majestuosidad de esta pieza tan simbólica del patrimonio industrial vasco me conmovió, la parte emocional de la visita tampoco fue para menos. Varias de las personas que estábamos en la visita parlamentaria tenían vínculos personales con los Altos Hornos de Bizkaia. Fue bonito ver la emoción de uno de mis compañeros, el parlamentario de EH Bildu Iker Casanova, porque era la primera vez que estaba en el Alto Horno donde habían trabajado su padre, su abuelo y su bisabuelo. Imagínense. Pero resulta que el padre de la parlamentaria del PSE María Jesús San José también había trabajado allí. Estaba apenada porque a su padre, ya fallecido, le habría hecho muchísima ilusión saber que su hija estaba en el alto horno. Y resultó también que la parlamentaria del PNV Irune Zuluaga tenía un familiar cercano que había trabajado allí y que fue uno de los heridos graves en el último gran accidente laboral de los altos hornos en la década de los 80.
Cada cual tenía su propia historia que contar, historias cálidas, humanas, desde sus propias emociones.
Fue bonito que representantes de tres grandes corrientes políticas de Euskal Herria, con todas sus diferencias, compartieran un mismo pasado, una misma cultura industrial. Pero lo mejor de todo ha sido que hayamos logrado un acuerdo en la Comisión de Cultura del Parlamento para preservar este fabuloso monumento de nuestro patrimonio industrial, a la vez que acordamos tomar medidas para protegerlo de los expolios y desperfectos. Podría haber sido un acuerdo más ambicioso, pero es un comienzo. Y está bien.
Aunque lo verdaderamente hermoso sería que pudiéramos compartir una misma visión de futuro para recuperar una comarca que lo dio todo en la industrialización y que ahora está en crisis, degradada, mientras observa cómo siguen desapareciendo, uno a uno, símbolos como La Naval, que todavía hoy mantienen su valor y su carácter estratégico.
La Margen Izquierda necesita una nueva industria que le devuelva la fuerza, la dignidad que representa este Alto Horno de Bizkaia que queremos preservar. Pero no podemos mirar al pasado si no nos comprometemos con el futuro.
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