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Hay memorias que se escriben, hay memorias que se cuentan. En la Caravana Pirineos Alpes, recorriendo las fronteras interiores europeas de ayer y hoy, hemos ... sabido de memorias que también se cosen, que duelen, que reparan y que se bordan. Se bordan con hilo rojo sobre una manta blanca. Son las mantas de la memoria. Lienzos blancos sobre los que muchas manos y mujeres se unen y crean comunidad para bordar con hilo rojo palabras como memoria y justicia, figuras de pájaros libres que vuelan fronteras, y sobre todo, nombres, los nombres de hijos y hermanas, de personas fallecidas y desaparecidas en la frontera.
Durante diez días 150 personas hemos recorrido fronteras entre montañas, lugares llenos de gente borrada, de quienes no han conocido dignidades, de quienes hace 80 años fueron recluidas en campos de internamiento como 'indeseables' (personas exiliadas del franquismo, judías, comunistas, gitanas, homosexuales, extranjeras), y ahora siguen siendo recluidas y desaparecidas como 'migrantes' o 'sin papeles'.
Hemos visitado lugares de la memoria en el sur de Francia: la playa de Argelés-sur-Mer, el primer campo de concentración para las personas del exilio republicano; el campo de concentración de Gurs, llamado 'el campo vasco'; o el memorial del campo de Rivesaltes, donde se llegó a confinar a más de 60.000 personas de cien nacionalidades diferentes y que da testimonio de los hechos traumáticos de la segunda mitad del siglo XX, como la Segunda Guerra Mundial y las guerras de 'descolonización'; que da testimonio de los desplazamientos forzosos de población, que continúan en la actualidad, del racismo, la xenofobia y el neocolonialismo. Entre 1986 y 2007, uno de los bloques del campo de Rivesaltes fue habilitado como centro de retención administrativa para extranjeros expulsables, que después fueron trasladados a otro lugar más próximo al aeropuerto de Perpiñán, una vez se decidió la construcción del memorial.
A la vuelta de la Caravana, un caravanista nos envía imágenes en directo del hallazgo y la exhumación en Paternain de los cuerpos de diez personas encontrados en tres fosas que podrían corresponder a población civil procedentes de una o varias sacas de la Prisión Provincial de Pamplona en los meses siguientes al golpe militar de julio de 1936. La memoria de las y los 'desaparecidos' que, después de más de 80 años, reclaman un lugar de dignidad, se funde con la memoria más reciente de las personas desaparecidas en el Mediterráneo o en la ruta centroamericana. Son los ecos de las montañas que hemos recorrido. Son, parafraseando a Gabriel Gatti, «cuentos que cuentan cosas que están fuera de nuestras cuentas y nuestros cuentos, que dan cuenta de lo que no tenemos en cuenta, de lo que hemos abandonado y ya no tiene nombre».
Las y los desaparecidos del presente y las tumbas sin nombre que hemos visitado en diferentes caravanas no tienen historia ni reconocimiento, solo se asocian a campos semánticos miserables (invasión, deportación, centros de internamiento, 'menas'…). Y, sin embargo, también se las encuentra en la actual definición del concepto de 'desaparición' de Gatti: «Es el borrado sistemático de muchos sujetos de los marcos de percepción (visibilidad, comprensión, gestión) compartidos, para los que no existen o para los que dejan de existir. Es vida abandonada en un mundo que la produce sistemáticamente. Es un nombre para el que no tiene cuento (que no se narra, que está fuera del relato común), el que no tiene cuenta (que no cuenta, que está fuera del registro), el que no se tiene en cuenta (que no se cuida, que está fuera de lo que importa)».
Se borra la vida cuando se asesina y entierra en una fosa común sin dejar apenas rastro como en Paternain; se borra la vida cuando se deja morir a miles de personas cada año en el fondo del Mediterráneo por falta de vías seguras; hay vidas que desaparecen tratando de cruzar fronteras invisibles de la manera más invisible posible, como Abderrman Bas en el Bidasoa el pasado mes de junio; hay vidas que tienen que salir huyendo de sus comunidades para no ser desaparecidas por defender la tierra frente a la actividad extractivista de empresas transnacionales; hay vidas que mantenemos desaparecidas administrativamente para poder disponer de ellas como trabajadoras sin derechos; hay vidas que no se cuidan, pero pretendemos que nos cuiden.
Frente a tanta vida borrada, los relatos de las personas que transitan las fronteras, los de los colectivos que les acogen a su paso y los testimonios de familiares de desaparecidas en las rutas migratorias han sido el hilo conductor de esta Caravana en la que han tomado parte personas y colectivos de diferentes territorios europeos.
Seguir el hilo de la memoria no es fácil, a veces se pierde y otras se enreda. Por ello, la Caravana Abriendo Fronteras en su séptima edición ha puesto el foco en la memoria de las fronteras de ayer y de hoy, para tratar de no repetir los mismos errores del pasado, para evitar seguir cosiendo vidas hechas pedazos.
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