Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Hoy todo está relacionado en este batiburrillo global que vivimos y todo nos afecta en el alma y el bolsillo, aunque lo veamos lejano. Por eso, preguntarnos qué nos pasa y por qué nos pasa puede resultar útil. Una posible forma de contarlo es que ... nos ocurre como en el juego de billar: una bola golpea a otra y así sucesivamente. Se ha desordenado la geopolítica y con ello la primera bola ha empezado a rodar por el tapete, golpeando a la energía, y ésta a su vez ha despertado a la inflación, y ambos hechos reducen los márgenes industriales, lo que acaba afectando a la política europea de medio ambiente. Además, más pronto que tarde veremos el fin del dinero gratis y, con ello, la subida de las hipotecas y, quizás, más tarde la visita de esa prima tan poco querida, la prima de riesgo.
En paralelo, y para no aburrirnos, la bola inesperada de la pandemia nos paró en seco y, cuando ha venido la recuperación, vemos que tanto la máquina de producir como la de transportar no dan de sí para tanta demanda, con lo que fallan los suministros, aumentan los precios y se frena la recuperación.
Podemos aventurarnos a poner algo de luz empezando por la geopolítica, quizás la percha central sobre la que hay que colocar todas las demás cosas, porque la heredada del pasado ya no vale para canalizar una situación en la que una nueva potencia, China, discute la supremacía americana. Viviremos unos años de rivalidad entre las dos grandes potencias, con alianzas con terceros países, hasta que las piezas vuelvan a encajar en un nuevo orden mundial; pero para eso falta tiempo y, de momento, solo vemos los síntomas: la tensión actual entre Rusia y Ucrania, a la que acompañará la venidera en el Pacífico. En este contexto, el reciente encuentro entre Xi y Putin refuerza su colaboración y huele a eje antioccidental, con una declaración conjunta en la que, por vez primera, China se manifiesta contra la expansión de la OTAN. La declaración viene acompañada de un acuerdo del suministro del gas ruso a China para los próximos veinte años. Todo ello ocurre en la misma semana en la que Gerhard Schröder, excanciller alemán, entra en el consejo de Gazprom, constructor de la famosa tubería de gas que Joe Biden amaga con vetar.
Geopolítica y energía, como siempre relacionadas, porque Europa carece de energía propia y Rusia tiene una poderosa oferta de gas que administra en función de sus intereses. Dicho de otra forma: el que desaira a Rusia pasa frío y los países de la antigua órbita soviética lo saben bien. Esa oferta insuficiente genera unos precios al alza, agravados por el creciente coste del derecho de emisión europeo, que sigue subiendo como la espuma y penaliza las llamadas energías grises frente a las verdes, aunque, como no salen las cuentas, la propia Comisión Europea acabe pintando de verde el gas y cierta energía nuclear, lo que genera una fuerte controversia.
Para animar el cotarro, la inflación despierta y crece, motivada por la subida de la energía y por el incremento de costes de materias primas y productos, porque el sistema no puede, tras el parón de la pandemia, suministrar una demanda que crece con la recuperación. Recuperación que retrasan estas dificultades de suministro y la propia inflación, lo que fuerza al BCE a medir muy bien la retirada de estímulos y la subida de tipos porque la economía europea crece menos que la americana, que rebosa empleo y demanda, lo que permite alegrar la cara a un alicaído Biden, aunque no le mejora en las encuestas. Mientras EE UU planea elevar los tipos este año, el BCE pasa de calificar la inflación de coyuntural a no descartar subidas, aunque mantiene una previsión de inflación moderada para 2023. Cuando el precio del dinero suba, los titulares de hipotecas pagarán más y algunos no podrán mantener su apuesta. Finalmente, y desde la perspectiva pública, un Estado endeudado como el español deberá afrontar un servicio de la deuda mayor.
Por seguir con el billar, la subida del precio de la energía y de los productos genera un incremento de costes que erosiona a la industria porque se factura más, pero con menos margen. Mención aparte merece la recaudación fiscal -basada en rentas del trabajo vía IRPF y en el consumo vía IVA- que crece, aunque debemos preguntarnos qué parte del aumento es real y cuál deriva de un incremento de precios, de la gran liquidez existente y del aumento del empleo público. Finalmente, las empresas deberán afrontar en 2022 los préstamos de la pandemia y puede haber dificultades.
Para concluir como empezamos, vemos cómo temas aparentemente independientes están más vinculados que nunca: la geopolítica, el coste de la energía, la inflación, el precio del dinero, el coste de su hipoteca, la política de medio ambiente europea, el coste de su calefacción y la gestión global de los asuntos importantes viajan juntos, acabando todos ellos en un sitio conocido: su bolsillo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Estos son los mejores colegios de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.