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Nuestro gran desafío: el paro
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Somos líderes en desempleados y hay vacantes sin cubrir¿Por qué nuestro país es año tras año líder de la UE en porcentaje de parados? ¿Por qué, a pesar de ser una y otra vez el problema declarado como más importante por todos los ciudadanos de este país, seguimos liderando el ránking europeo? ... Como buenos latinos, nos encanta buscar una 'cabeza de turco', pero me temo que en este caso el problema es mucho más complejo de lo que parece. No hay un único culpable. Me atrevo a identificar hasta cuatro implicados principales que deben mover ficha para que esto cambie.
En un país que depende tanto de sectores como el turismo y la construcción, es difícil afinar los números más allá de lo que dice el Instituto Nacional de Estadística (ya sabe, estamos ante esa ciencia de torturar los números hasta que confiesen lo que uno desea). Pero veamos esas estimaciones. Por un lado, en nuestro país tenemos unos 23 millones de personas en edad y circunstancias de trabajar (población activa), de los cuales unos 20 millones sí que, de alguna manera, tienen trabajo y 3 millones no lo tienen, es decir, el 13% (en Polonia o Alemania hablamos del 3%).
Por otro lado, sabemos que la mitad de esos 3 millones de parados son personas pertenecientes a sectores como construcción, turismo, agricultura o transporte, poco formados y con baja disposición a la movilidad geográfica (la distribución de las vacantes de trabajo obviamente no es homogénea). Aunque ojo, también nos faltan médicos o fresadores.
Al mismo tiempo, la empresa de empleo Infojobs informa de que hay 150.000 vacantes que no se cubren (el Gobierno habla de unas 100.000). Esto, en un país en el que casi uno de cada tres menores de 25 años no encuentra trabajo (en Holanda o Alemania son el 6%). ¿Cómo puede ser esto? Probablemente porque hay problemas en los cuatro agentes claves: Gobierno, empresas, centros educativos y personas en paro.
Está claro que el Gobierno no está tomando el toro por los cuernos, es incapaz de aglutinar oferta y demanda, por ejemplo, no obliga a las empresas a informar de las ofertas, información que sería valiosísima si la gestionamos adecuadamente. Por otro lado, se echa de menos que la Administración, en lugar de satanizar a los empresarios, contara con más personas que tengan experiencia en crear puestos de trabajo, es decir, que hayan sido alguna vez empresarios.
Ahora bien, no es menos cierto que las vacantes se encuentran en gran medida en empresas con menos de 50 empleados. Por lo que me atrevo a pensar que en ocasiones son sociedades poco profesionalizadas o con resultados muy ajustados. Empresas que buscan el 'mirlo blanco' pagando menos que el mercado. Y esto no funciona así. Es difícil encontrar el empleado ideal. Hay que poner más el foco en la actitud que en la aptitud, entendiendo que, si la persona tiene predisposición y un mínimo de preparación, la empresa debe gastar recursos en formarla y entrenarla para adaptarlo a sus plenas necesidades. Como decía Henry Ford: «Solo hay algo peor que formar a tus empleados y que se vayan. No formarlos y que se queden».
Por otro lado, tenemos los centros educativos, principalmente de FP y universidades. Usualmente con una realidad paralela al mundo de la empresa. Burocráticas y en su doble función, más pendientes del lado de la balanza de la mirada académica que de la agilidad que necesitan las empresas de hoy en su proceso de incorporación de profesionales.
Y finalmente, al individuo en búsqueda de empleo. En ocasiones, acomodado bajo el cobijo del sistema que le financia de manera razonable no trabajar, huyendo de este modo de formarse con más profundidad o cambiar de ciudad para encontrar un trabajo. Es lo que tiene el Estado del Bienestar al que hemos llegado.
Generalizar es peligroso, y es cierto que cada persona y cada institución o empresa tienen una realidad particular. Algunas sociedades no pagan más porque no pueden, y son conscientes de que tener menor dotación de la debida les afecta seriamente. También es cierto que muchas personas no pueden cambiarse tan fácil de ciudad porque tienen mayores a su cargo, por ejemplo. Tampoco la Administración tiene la capacidad de implantar de manera unilateral ciertas medidas sin el consenso de los agentes implicados, y muchas veces desconfiados. Pero está claro que debemos entender que este no es un problema únicamente de la Administración, es de todas las partes implicadas y de los que ahora aparentemente no estamos afectados de manera directa por él...
¿Se estará convirtiendo este problema en algo crónico para nuestro país? Perdonen, pero me niego a aceptarlo. Se trata de un problema complejo que solo cuando lo ataquemos unidos y de manera conjunta conseguiremos superarlo. No vale mirar hoy a otro lado porque usted sí tenga trabajo. Mañana puede entrar en esa lista o quizás un familiar directo. Y es un drama.
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