Creo que es necesario emprender un trabajo que consista en gobernar la política. Reconozco que los dos conceptos, sobre todo escritos y dichos en ese orden, me obligan a pensar y repensar la razón por la que he elegido este título. Las palabras importan mucho ... y el orden en el que se exponen, también.

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Siguiendo casi al minuto las noticias, observo que la sucesión de reacciones destructivas de los partidos impacta de una manera negativa en la percepción de lo que es la política. Analizando el porqué de esta sensación, veo que la respuesta es clara: la política está diluyéndose en algo que no es política. No hay orden en el ejercicio de la misma. Por tanto, hay que gobernarla.

Pienso que si la política creada por cada partido quiere gobernar, ¿por qué no le damos la vuelta? Los partidos en demasiadas ocasiones parece que están fabricando política a su medida para seguir gobernando o gobernar. Precisamente porque me gusta mucho la política, considero que es importante que realicen un esfuerzo conjunto para conseguir encauzar este proceso. La Política, con mayúscula, es transversal.

Mientras los políticos debaten de manera abrupta, no constructiva, los niños se levantan para ir al colegio, un trabajador coge pronto el metro, una mujer llega a su lugar de trabajo, unos padres piensan en cómo llegar a fin de mes o en cómo conseguir que la carta de los Reyes Magos de sus hijos se haga realidad. Mientras un partido, el que sea, busca un error en un discurso de sus contrincantes, los jóvenes buscan hacia dónde encauzar su carrera profesional, o se esfuerzan en dar la talla en su primer puesto de trabajo para labrar su futuro. Mientras los partidos se ocupan de hacer campaña electoral continua, un médico salva vidas, un deportista entrena duro tras una lesión, un profesor entra en clase para dar lo mejor a sus alumnos.

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Es cierto, también hay políticos que, mientras sus partidos intentan ahogar su vocación, siguen trabajando por el bien común, continúan su empeño en dar respuesta a los ciudadanos que les dieron su voto.

Creo tanto en la democracia representativa que pienso que tengo el deber de escribir y decir muy alto que la política necesita ser gobernada para recuperar su significado y su acción. Gobernar la política impulsaría una manera más ágil y eficaz de gestionar los grandes desafíos de nuestro tiempo. Considero que la Unión Europea sabe gobernar mejor la política. Está entrenada en pilotar la política, y las políticas, de los veintisiete Estados que la integran.

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Cuando seguimos las declaraciones de nuestros representantes, en demasiadas ocasiones asistimos a una retahíla de reproches, los puentes parece que están cada vez más derribados. Es difícil encontrar en un discurso una frase que no esté vacía, que no sea un mantra. Los debates deben recuperar la conjugación entre la dialéctica propia del buen duelo desde dos escaños con el tono constructivo.

Los partidos fabrican política para seguir gobernando o para llegar a gobernar

Una política desordenada conlleva riesgos como que una ley nazca enmarañada y favorezca a los que se debe castigar en vez de a los que hay que proteger.

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Los que me conocen saben que me gusta sonreír. Por esta razón, permítanme que escriba algo que me enfada: ver sonreír a los políticos cuando la situación es seria pero los medios están grabando unas imágenes. Está claro que muchas veces sonríen de verdad, pero hay ocasiones en las que resulta hasta ridículo. La sonrisa es algo muy bello como para utilizarla y transmitir que no pasa nada, que todo está controlado, que todo va bien, a no ser que se haga como gesto de generosidad para dar tranquilidad. Los ciudadanos son inteligentes y saben que en bastantes ocasiones no es el momento de sonreír. Los políticos deben estar serios cuando la situación requiere seriedad. Es más, a los ojos de los ciudadanos consiguen más respeto si concuerda lo que dibuja y expresa su rostro con lo que tienen dentro.

Gobernar la política requiere voluntad férrea, sabiduría y valentía. En este tiempo de guerra en Ucrania, de encaje del puzle geopolítico, de altas, o no tan altas, reuniones como la COP 27 para reverdecer nuestro planeta, de intentos repetidos de erosionar la arquitectura institucional y nuestro baluarte constitucional, ¿qué políticos saben, y quieren, gobernar la política? España necesita a esos políticos.

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Platón, con su propósito moral para el Estado, y Aristóteles, con sus ideas sobre el honor, los ciudadanos, la democracia, asentaron muchas de las bases de la política. Por cierto, creo que hay que volver a la doctrina política. No para elaborar discursos demagógicos o frases hechas, sino para que la columna vertebral de nuestro modelo parlamentario vuelva a erguirse.

Enarbolar el poder constituyente ensamblándolo siempre a nuestra democracia también forma parte de la misión de gobernar la política.

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