Generar a la vez beneficios y valor social
La sociedad pide que las empresas sirvan además a la comunidad
juan manuel sinde
Lunes, 17 de octubre 2022, 01:03
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juan manuel sinde
Lunes, 17 de octubre 2022, 01:03
Son conocidas las cartas de Larry Fink, CEO de Black Rock, la gestora de fondos más importante del mundo, indicando a sus participadas que la sociedad demanda que las empresas sirvan también a un propósito social. Preocupado por datos como que 26 megarricos tengan la ... misma riqueza que los 3.800 millones de personas más pobres del planeta o por la estimación de que los costes de los problemas en el medio ambiente creados por las empresas asciendan a 4,7 billones al año. Y, como consecuencia, por la sensación que se va extendiendo, ante el comportamiento de las grandes multinacionales, de que «ellos se están beneficiando a nuestra costa».
Según Alex Edmans, profesor del MIT, se impone que las empresas se planteen generar, a la vez, beneficios y valor social, para conseguir que la 'tarta' producida se incremente gracias a que todos los miembros de las organizaciones trabajen con un propósito común y con una orientación de largo plazo. Es importante conseguir ambas cosas a la vez. Cualquier planteamiento que prescinda de los beneficios está condenado al fracaso, ya que los accionistas, frecuentemente instituciones de inversión colectiva con sus propias obligaciones ante pensionistas o pequeños inversores, no pueden prescindir de los dividendos. El beneficio no puede estar, por tanto, relegado a un segundo plano, subordinado al propósito de la empresa. La cuestión estriba en encontrar la vía por la que se puede crear valor social a la vez que beneficios, lo que, según el autor, empieza por definir el propósito de la empresa, respondiendo a la pregunta: '¿cómo mejora el mundo por la existencia de nuestra empresa?'.
Su tesis recalca que es posible un enfoque de creación de valor en la empresa que, además, tenga como consecuencia una mejora de los beneficios a largo plazo. La creación de valor incluye la aportación a los clientes, por encima del precio que pagan; a los proveedores, manteniendo una relación justa y estable en el tiempo; a la comunidad, en forma de puestos de trabajo; a la Administración, a través de los impuestos; y, por fin, subraya la aportación de valor al medio ambiente, crítico en los tiempos actuales. Defiende que obtener altos beneficios no es vergonzante. Hacerlo a costa de los bienes comunes sí lo es.
El Nobel de Economía Ronald Coase mantiene que el reto de orientar a las empresas en ese sentido es urgente, ya que el sistema económico necesita ser reconducido. Problemas del mundo como el aumento de la población o el envejecimiento en los países occidentales no son responsabilidad de las empresas, pero la sociedad desea que se involucren en su solución en lugar de mirar únicamente por sus beneficios. Otros retos, como el uso de recursos naturales escasos o el cambio climático, pueden ser exacerbados o aliviados por las empresas.
Esto está siendo asumido de forma natural por las nuevas generaciones. Así, según una reciente encuesta en EE UU, el 62% de los 'millennials' indican que es importante para ellos saber que están haciendo una contribución positiva en el mundo con su trabajo.
Algunos economistas, como el renombrado Michael Jensen, sostienen que es absurdo pretender maximizar a largo plazo el valor de una compañía ignorando o maltratando a cualquiera de los 'stakeholders' (partes interesadas). Varios autores apuntan que el activo más importante de las empresas se ha movido de los elementos tangibles a los intangibles, entre los que destacaría la reputación. Estiman que dichos intangibles aportan el 84% del valor de las empresas del Standard & Poor's 500, comparado con el 17% en 1975.
Tim Cook, CEO de Apple, subraya que algunas de las más grandes innovaciones las han conseguido a partir de iniciativas movidas por el deseo de hacer aportaciones a las personas y a la sociedad. Esto se tiene cada vez más en cuenta por los inversores, incluso los institucionales. En EE UU se estima que el 25% de las inversiones realizadas por estos últimos se han dirigido a inversiones socialmente responsables, ¡cifra 18 veces mayor que en 1995!
Ignorar los beneficios sería absurdo, pero también pensar en que todas las decisiones tengan que ir orientadas a su maximización. Esto implica que las decisiones se tomen no según cálculos cortoplacistas relacionados con el beneficio, sino a partir de juicios sobre la capacidad de aumentar el valor de la empresa.
Es interesante, en ese contexto, conocer que la rentabilidad financiera que han proporcionado durante 28 años el grupo de 'las 100 mejores empresas para trabajar' en EE UU supera entre un 89 y un 184% la de sus competidores. Tratar a los trabajadores como socios no es, por tanto, solamente satisfactorio para los mismos, sino también para los inversores de la empresa.
El enfoque sería, en consecuencia, generar beneficios para la empresa a través de la creación de valor para la sociedad, siguiendo la máxima de que «para alcanzar la Tierra prometida del beneficio, debes seguir el camino del propósito».
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