Llega galerna. Es entonces cuando nos preparamos. Una mezcla de inquietud, temor y expectación mueve dentro de mí la sensación que trae un acontecimiento de mar, de marineros, de pescadores del Cantábrico. Ya he vivido varias galernas, algunas fuertes, otras no tanto, todas especiales. ¿Cuándo ... llegará? ¿En qué instante rolará el viento? Ese instante consigue que todo se detenga y que esa mezcla de temor con ilusión vuelva. Discúlpenme que escriba sobre mis sensaciones y sentimientos pero es verano. Vengo del Cantábrico al Mediterráneo con días en Madrid por el cumpleaños de mi madre y por trabajo europeo. El mar espera moviéndose, con sus olas aleteando, con sus puntillas alegres. Pienso en Sorolla y en cómo pintó esta luz llena y, a la vez, matizada.

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La Unión Europea atraviesa galernas. Los que me conocen saben que me gusta relacionar y que, en mi trabajo analizando y explicando la política europea, relaciono para intentar plasmar lo que es la UE, lo que hace y cómo. Su modelo político y su proceso de integración. Su proyecto incansable en esta etapa de competición geopolítica en la que nuestro sello de valores, unión en la diversidad, método de toma de decisión, equilibrio, sistema normativo y regulador, son muy necesarios. Un tiempo conducido en gran parte por los Fondos de recuperación con sus vectores de digitalización y Pacto Verde Europeo. Los Next Generation EU están abriendo una etapa histórica.

Pero hoy quiero hablar de galernas, del instante en el que rola el viento. Cuando llegué al País Vasco y me di cuenta de que podía vivir galernas y decir «está rolando el viento» sentí que decir esas palabras poderosas constituía un regalo. En el momento en el que cambia el viento a noroeste, un frescor inunda todo. El torbellino de vientos, movimiento de ramas de los árboles, de objetos que vuelan y personas en la playa que cierran sus sombrillas alumbra un paisaje entre marítimo y terrenal en el que el mar manda. Los barcos miden su capacidad de seguir en el mar o volver a puerto y todo contiene un mensaje: galerna, galerna.

José María de Pereda recoge en Sotileza la galerna del Sábado de Gloria del 20 de abril de 1885, pintando con palabras la que azotó la costa y la pena en la que sumió a tantas familias de pescadores. Una placa en la Rampa de Sotileza hace honor a la protagonista de su novela. La rampa une en Santander el Cabildo de Arriba con el mar. La emoción me sobrecoge.

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Me gusta ese color del cielo cambiando y cambiante. Hay un momento en el que el calor del viento sur se entremezcla con el que entra del noroeste. Las temperaturas caen entre diez y doce grados. Justo en ese instante es en el que siempre pongo el rostro mirando al mar, esté donde esté, vea el mar o no lo vea. Es entonces cuando el olor a mar impregna todo y llega una sensación limpia, fresca, viva.

Las tempestades políticas deben conservar lo que vale y refrescar lo que deba ser revisado

Cuando mi hija tenía tres años escribí para este periódico 'Cuando todo se detiene' en la playa de Ea. Hablé de sus mareas, de la pleamar que hace que los botes de su pequeño puerto, pero grande, bailen, se mezan sobre el agua tras la bajamar. Todavía no tenía el honor, la alegría, de escribir como colaboradora de EL CORREO. Hoy, de nuevo, el mar enlaza, ensambla, el tiempo.

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También tiene galernas la política. Es necesario que traigan cosas buenas. Un revivir de la política honrada y honorable. Una galerna política creo que tiene que conservar lo que vale y refrescar lo que deba ser revisado y renovado. Debe ser capaz de cambiar un gobierno que no funciona por uno que funcione y dé respuesta real, representativa y responsable a los votos de los ciudadanos.

El partido que no naufrague tras la galerna debe refrescar la política y refrescarse a sí mismo. Hacer pervivir lo que vale y a los que valen garantizando su permanencia. También dar acogida en su puerto a personas nuevas valiosas que aporten viento fresco. A ideas y contenidos expresados y trabajados por profesionales excelentes en sus disciplinas y con fuerza. Personas que crean de verdad en la política.

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Me gusta la expresión: galerna es una palabra seria. Leo a Rafael González Echegaray y veo las galernas de su vida, de su literatura; la palabra galerna que llega desde Galicia recorriendo la costa cantábrica. Miro al Mediterráneo, lo tengo delante, pienso: tú tienes tus propias tempestades. Sonrío al Mediterráneo, al mar de mi niñez que me acompaña en el trazo, en la singladura de la vida. Las calmas y las tormentas se suceden en todos los mares. El mar es mar. El mar escribe poesía y nos hace ser a todos un poco poetas.

Las galernas traen intuiciones. Un cambio repentino de tiempo, el color gris oscuro en el cielo, nubes que dibujan lo que viene. La política europea es capaz de formular lo que llegará. Cuando se sincroniza la política de la UE con la nacional, todo se atempera. Hay en todas las tormentas un centro que manda que es la génesis de la propia tempestad, donde se origina. Ese centro permanece.

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Una galerna política no puede llevarse nunca lo constitucional. Cuando baja la temperatura de la confrontación política, sube la calidad democrática. Gracias por permitirme escribir sobre las galernas de mi vida y la galerna en la que creo.

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