De una confortable reelección, los últimos días de campaña acercaron tanto a Marine Le Pen (Reunificación Nacional) y el saliente Emmanuel Macron (La República en Marcha-LREM) que no pocos asesores suspiraban: «¡Que llegue pronto el domingo!». La preocupación se hizo miedo al temer «una ... jospinada», eliminación sorpresa desde la primera vuelta del favorito, como sucedió en 2002 con el aspirante socialista Lionel Jospin. La dinámica de las previsiones finales no atinó con el voto útil, que ha mejorado la victoria de Macron (27,84%), estabilizado a Le Pen (23,15%) y realzado a Jean-Luc Mélenchon, de la Unión Popular (21,95%), que casi se cuela en la segunda vuelta. Finalmente, los clasificados para el escrutinio decisivo son Macron, liberal-centrista, y Le Pen, extrema derecha.
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La pobre dedicación del candidato Macron a la convocatoria de 2022 -pendiente de la presidencia de la UE y de la guerra de Ucrania- ha comprometido los resultados de LREM en la primera vuelta, una vez pasado el inicial 'efecto bandera' de cobijarse tras un líder seguro. Los franceses han echado de menos las confrontaciones de programas a las que su larga tradición política les tiene acostumbrados. No ha existido campaña. Luego, la abstención se ha disparado hasta un 26,31%, cuatro puntos más que en los anteriores comicios. «Preocupación», «incertidumbre» y «fatiga» son los tres sentimientos que pertinazmente las encuestas recogían en la población gala. Junto a ellos, la cesta de la compra se ha convertido en el verdadero eje de la presidencial. Macron no ha bajado a la arena mientras que pacientemente Le Pen ha pateado el Hexágono, los territorios de ultramar y domina TikTok desplegando su estrategia de la 'dulzura'. Calefacción, electricidad, transportes, jubilaciones, sanidad, cómo llegar a fin de mes han ocupado al lepenismo mientras camufla los asuntos espinosos del proyecto 'Controlar la inmigración'.
Tan denostado por los macronistas, el frente republicano vuelve a ser la tabla de salvación de LREM desde la misma noche electoral. Sucede peligrosamente que la distancia entre Le Pen y Macron se estrecha. Si en 2017 los números de la segunda vuelta fueron 66% frente a 34%, hoy las circunstancias son otras. Los electores de Éric Zemmour -la ultra extrema derecha que con su aparición ha distorsionado la pertenencia política de Le Pen- representan un 7% del escrutinio; los votantes de Dupont-Aignant -extrema derecha- suman dos puntos y medio más y cabe esperar que los seguidores de Éric Cioti, ala dura de Los Republicanos, aúnen sus fuerzas. Ello sin contar que buena parte del voto protesta y antisistema de La Francia Insumisa -extrema izquierda- desobedezca la consigna de su jefe, Mélenchon: «¡Ningún voto a la extrema derecha!». La hora es grave: cabe la posibilidad de convertir la segunda vuelta en un 'referéndum antiMacron' y hacer de Le Pen la alternativa al Elíseo.
Resucitar el frente republicano es hacer barrera contra Reunificación Nacional. «¡Todos contra RN!». El sábado 2, durante su único mitin, el presidente saliente apelaba a los votos de derecha e izquierda en caso de alcanzar la segunda vuelta. Macron exhortaba «a todas aquellas y aquellos de la socialdemocracia al gaullismo, pasando por los ecologistas, que todavía no se hayan unido a nosotros, que lo hagan». La suerte del frente republicano pende de la movilización de los abstencionistas, de que los votantes de Los Republicanos, de Europa-Ecología-Los Verdes, del Partido Comunista Francés, del Partido Socialista y sobre todo de La Francia Insumisa atiendan ahora a las directrices de sus líderes. Entre lágrimas, con sentimiento de derrota, los perdedores llaman a votar en conciencia por Macron ante el caos que Le Pen supondría para Francia y para Europa. «El voto, es un mensaje de esperanza; no tiene nada que hacer en la extrema derecha», lanzaba el comunista Roussel desde su atril.
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En la política francesa todo ha cambiado. Los viejos partidos están moribundos; el paisaje electoral se reparte entre progresistas y nacionalistas identitarios, entre conservadores culturales y liberales culturales. Estos son los mapas de opinión que subyacen a los votos. Macron comprende esta variedad gala. En su necesidad del frente republicano ofrece «una recomposición más global de la vida política que se aleje del gobernar solo». ¿Un pacto mayoritario?, preguntan Los Republicanos.
La estrategia de 'dulzura' de la candidata de Reunificación Nacional (RN) enmascara un proyecto brutal de destrucción de las instituciones de la República, de ruptura con los ideales universalistas de la Revolución Francesa, de divorcio de la Unión Europea. Su prometido referéndum contra la inmigración, vitoreado el día 10, es «una suerte de golpe de Estado», denuncia el constitucionalista Dominique Rousseau. ¿Puede darse un accidente democrático en Francia? Es urgente endurecer el tono.
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