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Como suele, se anticipó Pablo Iglesias haciendo una alerta antifascista y Pedro Sánchez le sigue la estrategia, como suele, describiendo los síntomas de la ultraderecha.
Sánchez ha dado las claves para la identificación de la ultraderecha, como Fernando Simón advertía de los síntomas del covid, ... para que todos estuviéramos atentos y nos protegiéramos a tiempo.
Sánchez ha dado las claves en una reunión de UGT y ha dicho que la ultraderecha se reconoce porque «se opone a la subida del salario mínimo, se opone a la subida de las pensiones, se opone a reducir la precariedad laboral diciendo que es 'una paguita', se opone a la fiscalidad justa, se opone a las políticas de igualdad entre hombres y mujeres».
Así dicho, parece fácil identificar al facha, pero no lo es tanto si pensamos en los márgenes de cada una de estas ideas. Por ejemplo, cuál es el límite de la subida del salario mínimo que identifica a un facha. ¿Hay algún porcentaje de tolerancia o se es facha desde el momento en el que no se comparte la subida del Gobierno? ¿Y en el caso de que quieras una subida superior? ¿Quién es el facha, el que aspira a una mayor subida, o es facha el Gobierno por quedarse corto?
Así pasa con cada una de las ideas que enunció el presidente, ya sea el modelo de fiscalidad o el Ingreso Mínimo Vital. A su vez, no dejó claro el presidente si el origen financiero del que se toma el dinero para esos fines debe contar con fondos propios o se puede hacer a crédito. Si no es generoso el que invita sin pagar la cuenta, tampoco debe de ser progre el que decreta sin disponer de saldo.
Me pregunto si se pueden considerar un «avance social» aquellas medidas que engrosan la deuda de los ciudadanos. Ya vamos a por una deuda que representa el 115% del PIB. Claro que esto luego hay que pagarlo y, además, con unos precios de deuda que son crecientes. ¿Es una eximente de facherío el aspirar a que las cuentas se ajusten de modo que no compliquen los avances de los próximos años o pensar en el futuro, aunque sea inmediato, es cosa de fachas?
El listón para pasar a la ultraderecha se está poniendo muy bajo. Tenga cuidado, que lo puede usted pisar sin darse cuenta y pasarse al otro lado. No se aceptan divergencias de decimales, aquí es facha cualquiera que se distraiga del camino que marca el Gobierno. Por eso es importante no desviarse, que ya estamos todos avisados. Esa es la estrategia y así la aplican.
Obviamente, Sánchez no es el único que estigmatiza. El Gobierno en su conjunto se ha propuesto asustar a la sociedad haciendo creer que todo lo que no sea el Gobierno y sus soportes, es facherío.
La secretaria de Estado de Igualdad: «Qué está pasando con: ¡los violadores a la calle! que es lo que nos echa en cara, ahora mismo, la extrema derecha (sic)», decía entre risas. Y yo me pregunto si cree de verdad que quienes están alertados por la ley que ellas han promovido son solo los de la extrema derecha o es que todos los que se irriten con las revisiones de pena que han propiciado son, por ello, extrema derecha.
Y me inclino a pensar esto segundo. Es decir, que quien se hace acreedor a la etiqueta de extremista radical es cualquiera que discrepe del Gobierno. No es por cuestión de una diferencia en la gestión económica ni por tener una preocupación respecto a la situación penitenciaria de los violadores. Se es facha por no respaldar cada cosa que hace el Gobierno.
Es la consigna, la herramienta para señalar a todos los ciudadanos que no se sienten identificados con las formas, los medios, los resultados o los propósitos de los partidos que apoyan y suscriben cuanto hace el Gobierno. No le debe preocupar a usted la deuda contraída por las pensiones, de lo contrario, podría ser facha. No se moleste por que le suban los impuestos, ¡no sea usted facha!
Ya se empleó el mismo recurso en las elecciones de la Comunidad de Madrid. El propio estratega de la alerta antifascista, Pablo Iglesias, se entregó en la campaña electoral por esta causa. Sin embargo, los votantes madrileños no lo creyeron. Ni en Vallecas ni en Carabanchel. Y el pretendido antifascismo quedó arrumbado y sin soporte, de tanto manoseo y tanto magreo, de tanta frívola imputación.
Ahora, ante la proximidad de nuevas citas electorales, se reedita la estrategia. Tal vez pensando que falló por insultar poco. Quizás creyeron que las descalificaciones fueron contenidas y que, ahora, se debe tratar de facha a todo el que discrepe de las medidas económicas del Gobierno o pida explicaciones por una ley que solo ha contentado a quienes cumplían pena y han visto, asombrados, cómo se anticipaba, feliz, su progresión de grado.
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