La evolución ideológica
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Cambian la tecnología, el empleo, la forma de pensar... Perviven, por contra, ideas añejas y las crueles leyes de la NaturalezaTras la ceremonia diaria de tomar asiento -silla ergonómica-, revisar la agenda -webinarios, ofertas freelance, clases en línea, llamada al asesor virtual, edición de un vídeo de promoción- y encender el ordenador, una descubre, apabullada, lo difícil que resulta a los mayores de 50 con ... una formación informática media o baja -entre los que me incluyo- asumir los cambios que se suceden a ritmo vertiginoso sin desfallecer, sin pensar en arrojar la toalla como si una fuera un púgil en horas bajas.
Cierto que nunca hubo un tiempo de reposo. La evolución es sinónimo de movimiento, el movimiento es dinámico, cualquier dinámica genera un cambio. Pero el cambio tecnológico sucedido en las cuatro o cinco últimas décadas ha sido tan complejo y acelerado que no tiene referente en ninguna época anterior, ha rediseñado el mundo fenoménico y nos ha colocado a muchos en posiciones de analfabetismo funcional ante ese galimatías denominado progreso.
Todo cambia. Van cambiando los empleos: los camioneros, los fontaneros, los agricultores no tienen relevo generacional. La natalidad ha descendido: sobran maestros. El comercio de calle sucumbe ante el peso de los gigantes online. El teletrabajo arruina la codicia especulativa de los propietarios de locales de oficinas. Cambian la sociedad, los hábitos de consumo. Los pueblos más remotos incorporan la banda ancha, humildes ceros que sin la compañía de otra cifra no significan ni valen nada. Y cambia, por consiguiente, nuestra manera de pensar.
Verás: según las conclusiones de las Jornadas de Autor que cada año organiza la Asociación de Escritores de Euskadi, las nuevas tecnologías, formatos digitales y plataformas de audio atraen cada vez con más intensidad y frecuencia a un número de usuarios que ya no sé si debo llamar lectores. Aunque por fortuna el libro físico no corre peligro de extinción, parece ser que el escritor de estos tiempos debe adaptarse a estos nuevos métodos narrativos, consumirlos para poder conocerlos, y elaborarlos si quiere ser un creador de última generación. Nuestra imaginación -disminuida, atrofiada y en crisis- ya no busca captar cosas por sí misma, sino que se deja captar por cosas que 'estén ahí', que sean atractivas y que no requieran el esfuerzo de la lectura.
Yo siempre he defendido el audiolibro. Lo considero un gran avance para los que deben recurrir al braille, para la gente con problemas de visión, para mí misma quizás en un futuro que puede no ser lejano. Qué habría dado Borges, casi ciego desde los 55 años, por haber poseído un cacharrito de esos. Pero, aceptados los Kindles, eReaders y eBooks varios, nunca pensé que el audiolibro llegara a convertirse en otro medio más que, además de apartarse del silencio relajante de la lectura, reblandece la capacidad de esfuerzo intelectual del consumidor como las escaleras mecánicas en pequeños desniveles de la calle reblandecen la capacidad de esfuerzo muscular a quien las utiliza sin necesitarlas. Leer y escribir a partir de aparatología tecnológica. Como quien escucha el mar a través de una caracola.
Cuenta Irene Vallejo en su generoso ensayo 'El infinito en un junco' que Sócrates, quien jamás accedió a poner por escrito sus enseñanzas, defendía la oralidad sobre la entonces joven escritura alfabética, alegando que los libros -rollos de papiro, a la sazón- producirían el olvido y la merma de la memoria si esta se dejaba de ejercitar. Denostaba la palabra escrita por ser limitada y poco inteligente pues si se le pregunta algo porque se desea saber más, sin ser capaz de defenderse, sigue repitiendo la misma cosa. Curiosa manera de pensar que muy pronto evolucionaría quedándose obsoleta.
Sin embargo, hay veces en que las añejas ideas, si se anclaron férreamente, permanecen. Tras la Guerra Civil norteamericana que supuso la abolición de la esclavitud, esclavos y esclavistas tuvieron que transformar su manera de pensar, pero se sabe que aún hoy resisten pensamientos oprimidos en mentes de esclavo frente a pensamientos opresores en mentes esclavistas. Y no solo allí. Algo parecido sucede en la India con su inamovible sistema de castas. O en Rusia, donde el autoritarismo del Kremlin no ha impedido la mayoría constitucional para Putin. O aquí mismo, con la vergonzosa marcha neonazi de Chueca.
Son fragmentos, restos de ideologías más o menos arraigadas. En realidad solo la vieja Naturaleza sigue amarrada a sus leyes crueles e inmutables: terremotos, volcanes, inundaciones, huracanes, siendo algunas de ellas leyes inflexibles que castigarán la osadía del hombre que ha querido ser más fuerte y someterla. Lo pienso mientras veo las imágenes de la masa impresionante de piroclastos y lapilli que dejará, a su paso y para siempre, un reguero de malpaís en la bonita isla de La Palma.
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