Eslabones de hierro
Las víctimas del terrorismo deben formar parte de nuestra identidad vasca, incorporarse a nuestro ser como algo consustancial a nuestra historia reciente
eneko andueza
Sábado, 19 de marzo 2022, 00:20
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eneko andueza
Sábado, 19 de marzo 2022, 00:20
En muchas ocasiones nos habrán oído referirnos a la etapa del terrorismo como el largo invierno vasco. Se trata de una gráfica metáfora que nos remite a esa humedad que nos ha calado hasta los huesos, a lo inhóspito de una vida a la defensiva, ... a tener que recluirnos en demasiadas ocasiones sin poder desplegar con plena libertad la actividad política propia de una organización como el PSE-EE. Pero lo cierto es que, más allá del recurso metafórico, fue precisamente en invierno cuando ETA nos arrebató a la mayoría de compañeros socialistas en Euskadi. Y ni uno solo de todos esos episodios caerá jamás en el olvido, por respeto a su memoria y legado, y porque somos deudores de su enorme sacrificio.
Cuando pensamos en Enrique Casas, Fernando Buesa, Fernando Múgica, Joseba Pagaza, Juan Priede, Froilán Elespe o Isaías Carrasco, cuyos crueles asesinatos recordamos por estas fechas, se hacen presentes su personalidad, su arrojo y sus firmes convicciones democráticas, claro está. Pero también pensamos en lo que nuestro partido podría haber sido si no les hubieran apartado de la vida en ese ejercicio de limpieza ideológica. Esa mutilación política que sufrió nuestro partido y también el Partido Popular ha tenido un coste humano e intelectual sobre el que me gustaría que tomásemos conciencia como sociedad vasca.
El socialismo vasco ha tomado cuerpo en Euskadi a lo largo del último siglo con la aportación ideológica de muchos compañeros y compañeras, somos el resultado de la diversidad misma de la sociedad vasca. Y hoy estamos aquí, desarrollando nuestra labor política, representando a miles de ciudadanos progresistas en las instituciones, gracias a que la cadena nunca llegó a romperse. Todo y toda socialista vasca es un eslabón de hierro que encadena una generación con la siguiente en esa carrera de relevos que entrañan los grandes ideales. Hoy es una nueva generación la que toma el testigo de dirigir este partido, y en el futuro serán nuevos compañeros y compañeras quienes lo hagan, pero jamás olvidaremos que, si seguimos en pie, es por el coraje cívico y el profundo sentido de la militancia política de los socialistas vascos ausentes.
Me he criado en la política local y siempre me he rebelado ante esa tentación de distinguir la alta política como aquella que se hace en determinados parlamentos o gobiernos. La política de lo pequeño, la gestión de lo cotidiano que se lleva a cabo en los ayuntamientos, es tan relevante en la vida de muchas personas como las grandes reformas que se impulsan desde otras esferas. Ciertamente, el verbo, el empuje y talla intelectual de Enrique Casas, Fernando Buesa, Fernando Múgica o Joseba Pagaza fueron esenciales para dotar al socialismo vasco de un cuerpo doctrinal solvente y coherente en una tierra en la que el nacionalismo tiende a explicarlo todo desde la perspectiva de la identidad y la pertenencia. Pero qué duda cabe de que sin la entrega e insobornable conciencia democrática de concejales como Isaías Carrasco, Froilán Elespe o Juan Priede la presencia de nuestras ideas se habría evaporado en localidades como Arrasate, Lasarte-Oria u Orio.
Escuché decir a Eduardo Madina en el último acto 'in memoriam' organizado por la Fundación Fernando Buesa que le impactó ver a Angela Merkel visitar Auschwitz y reconocer que Alemania también era todo eso. Comparto esa idea de que las víctimas del terrorismo deberían formar parte de nuestra identidad vasca, inscribirlas en nuestro ser, incorporarlas a nuestro acervo como algo consustancial a nuestra historia reciente. Algo que habríamos preferido no vivir, pero que está ahí y habla de nosotros, de lo que algunos llegaron a hacer en nombre del pueblo.
Los socialistas vamos a seguir acompañando a la sociedad vasca para que siga dando pasos en favor de la convivencia, y para que pueda metabolizar todos estos traumas estableciendo firmes suelos éticos con los que evitar que la historia se repita de nuevo en el futuro. Y trabajaremos también para que la noble y digna causa de las víctimas del terrorismo y la violencia sea considerada como un eslabón insustituible de nuestra construcción democrática y social, pues todas ellas sin excepción fueron asesinadas en nombre de un proyecto ideológico totalitario que decidieron combatir.
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