Los economistas Jesús Fernández-Villaverde (Universidad de Pensilvania-Filadelfia) y Tano Santos (Columbia-Nueva York) han realizado un trabajo sobre la evolución de la economía de las comunidades autónomas desde 1978. El análisis ha sido efectuado, fundamentalmente, mediante el estudio de las series largas de ... valor añadido bruto (VAB) y empleo regional por sectores entre 1955 y 2020 que facilita la base de datos RegData de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) y BBVA. Se trata de un trabajo riguroso, cuyos resultados coinciden, en gran medida, con el que se publicó el año pasado (de mayor alcance en cuanto a las variables estudiadas) por parte de la Cámara de Comercio de España y el Consejo General de Economistas con el título '45 años de evolución económica, social y empresarial de las comunidades autónomas 1975-2020'.
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Cito textualmente la síntesis del informe de los profesores mencionados: «El resumen rápido de la evidencia es que, de 1978 a 2019, ha habido una comunidad autónoma que se ha convertido en el motor económico de España: Madrid; dos comunidades que, a pesar del tamaño de sus economías, han seguido la media del resto de España sin aportar mucho dinamismo: Cataluña y Andalucía; y una comunidad que, siendo importante económicamente en su día, lo va siendo cada vez menos: el País Vasco».
En este estudio inicial no entran a analizar las razones que explican la referida evolución, si bien en un segundo trabajo, publicado el mes pasado, han explicado las más significativas para el caso de Madrid, Cataluña y Andalucía. En cuanto a Euskadi, según me ha manifestado uno de los autores, hay que considerar los trabajos de los profesores Alberto Abadie (MIT-Instituto Tecnológico de Massachusetts) y Javier Gardeazábal (Universidad del País Vasco), que ya en 2003, y en un artículo científico ('The Economic Costs of Conflict: A Case Study of the Basque Country') publicado en 'American Economic Review', avanzaban el grave daño que el terrorismo estaba causando en la economía del País Vasco. Todos estos estudios que estamos conociendo estos últimos tiempos, lamentablemente, no hacen sino confirmar ese tremendo impacto (además del enorme e irrecuperable coste humano) que ETA ha causado en la economía vasca y que, a mi entender, tiene carácter estructural.
El exvicelehendakari Jon Azua, en un libro publicado este año ('Bizkaia 2050, Bilbao-Bizkaia-Basque Country'), que el propio autor define como una «propuesta para la reflexión, para el compromiso solidario intergeneracional, desafiante y posible», y como una aportación de visión estratégica al futuro de nuestro país, apunta una de las «luces rojas» (obstáculos, preocupaciones, barreras a superar para transitar hacia un futuro deseable): ya no hay violencia terrorista, pero seguimos padeciendo la influencia destructiva que nos dejó ETA.
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Lamentablemente, creo que no estamos consiguiendo la eliminación de ese problema. Seguramente es necesario un mayor esfuerzo colectivo y transversal.
No estará de más recordar esos daños económicos «estructurales» que se reflejan en los estudios sobre el tema, que tienen que ver con esas décadas tan tristes, y que ya recogía en un artículo de hace unos meses, en este mismo medio (4 de mayo de 2022). En esos años, y en términos relativos, nuestro 'stock de capital' (suma de capitales invertidos en una economía) se desplomó un 43% y el PIB, un 24%. Sufrimos una intensa salida de empresas y centros de decisión, estimándose una pérdida de unos 35.000 empleos de alto valor añadido, en especial hacia Madrid; y hoy ocupamos los últimos lugares, a nivel de todo el Estado, en cuanto al espíritu emprendedor (Informes GEM-Global Entrepreunership Monitor).
Pese a los esfuerzos de las administraciones vascas en todos aquellos años (recordemos también los ataques directos a muchos responsables políticos) y una gestión prudente de nuestra capacidad de autogobierno -Concierto Económico-, todo apunta a que fue imposible evitar ese fuerte deterioro de nuestra economía.
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Afortunadamente, hoy nos encontramos en un nuevo tiempo y quizás tenemos una oportunidad histórica para, a partir de esas competencias singulares, ofrecer un marco normativo fiscal y legal para «transformar el país» y garantizar un futuro de bienestar para la sociedad vasca. En esa línea, hay que valorar positivamente la propuesta de Eneko Andueza, secretario general del PSE, que, en una conferencia reciente en Bilbao en el Forum Europa-Tribuna Euskadi, indicó que estaba dispuesto a trabajar con el Gobierno vasco en ese ámbito, siguiendo experiencias de éxito en la atracción de proyectos de inversión generadores de crecimiento económico y bienestar social, como es el caso de Portugal.
El apoyo de las organizaciones empresariales, sindicatos, universidades y otros agentes de la sociedad civil será también muy importante.
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