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Todo este asunto de la Ley de Garantía Integral de Libertad Sexual empezó su gestación en el año 2016, tras la desgraciada violación a una mujer por cinco hombres, autodenominados 'la Manada', nombre sugerente donde los haya. Se sucedieron tres años de calvario -que aún ... no ha cesado- para la víctima, hasta la última sentencia condenatoria -después de una decena de otras- en 2019. El proceso fue tan sumamente doloroso, escandaloso y lo que se quiera añadir que el entonces ministro de Justicia, Rafael Catalá (PP), y tras la primera sentencia en 2018 -por abuso sexual- declaró que «es necesario cambiar normas y cultura; algunas sentencias ponen de manifiesto que queda mucho por hacer».
La hoy ministra Irene Montero preguntó entonces qué medidas se iban a desarrollar y Catalá señaló que serían medidas con la necesaria visión de género en todas las políticas públicas, y en particular de la Justicia. Y como colofón concluyó: «Esto no es un tema de leyes, es un tema de cultura, de implantación de las maneras de entender las cosas». Aún más, una parte de asociaciones de jueces y fiscales exigieron la dimisión inmediata del ministro, por vía escrita y publicada, tras otras declaraciones en las que insinuaba que habría que haber actuado preventivamente contra el juez que emitió el voto particular (a favor de la absolución de 'la Manada', en la primera sentencia de la Audiencia provincial de Navarra). Pero, mientras tanto, indicó que había que seguir trabajando en la empatía y pensar siempre en la víctima como principal objetivo. Es decir, apelaba a un cambio ideológico. Pues qué quieren que les diga. Yo veo la misma línea que en la ley que se ha aprobado.
¿Qué ha pasado desde entonces? Ha habido cambio de Gobierno, con sus correspondientes cambios de cabeza en los ministerios, que, junto al Consejo de Estado, órganos consultivos y demás magísteres, han redactado y tramitado una nueva ley bajo el sobrenombre 'solo sí es sí' (al igual que en EE UU); fue aprobada en el Parlamento español (agosto de 2022) con los votos en contra de PP -sí, ya estaban lejos de su anterior ministro Catalá- y de Vox, y la abstención de la CUP.
Para defenderla, se empecinaron en resumirla en el consentimiento; un concepto ya existente en la ley, complejo y de más enjundia de lo que pueda parecer. Pero obviaron explicar asuntos tan importantes como qué es agresión sexual, el implícito cambio de penas, la prevención de las violencias sexuales, la protección de las víctimas a nivel integral, la responsabilidad del Estado en la reparación de las víctimas, la asistencia integral junto a la autonomía económica de la víctima, la facilidad de acceso a la Justicia, la necesaria enseñanza sexual... Asuntos correspondientes a esta ley.
En definitiva, dieron por supuesto que los lugareños entendíamos, por naturaleza, todo lo que no explicaron, a sabiendas de que no se nos enseña en la escuela el funcionamiento de ninguno de los poderes del Estado -Legislativo, Ejecutivo y Judicial-, cuestión que sigo reivindicando. Y poco o nada podemos inferir de muchos de los actos de sus señorías. Pero todo fue alegría, cánticos y buena unión.
Y salta el titular: ¡Están saliendo los violadores a la calle! Y es entonces cuando lo que debería haber sido, y lo era, una mejora para los ciudadanos -no solo para las mujeres- pasa a ser, de repente, un dislate. Y es en ese momento cuando ya dejas de entender algo para no entender nada. Y la enajenación mental te sobreviene cuando la ministra de Justicia te riñe porque no has leído la ley -que sí la he leído- y cuando te la explica ¡te das cuenta de que es ella la que no se la ha leído (o no la ha entendido)!
¿Pero qué clase de espectáculo están ofreciendo otra vez? No hemos comprado esa entrada. No queremos eslóganes, sino línea de pensamiento y comportamiento. Deben saber explicar lo que hacen, en qué consiste una ley en su totalidad, si va a tener algún perjuicio, como es el caso, pero quizá sea compensado con otras muchas mejoras. Ustedes deben de encajar el texto en una ley y saber lo que votan en el Parlamento. Y conocer si la línea ideológica es la punibilidad del culpable o hay otras muchas medidas.
Y lo peor: ¿ustedes también se han asustado con el dichoso titular? ¡Pero si la ministra dice que no hay datos! Entonces, ¿de qué están hablando? Mientras tanto, las víctimas sufren una y otra vez. Y sí hay datos de lo poco que se denuncia -informe macroencuesta de violencia, 341 páginas consultables del Ministerio de Igualdad- y de la vulnerabilidad de las víctimas. Ahora ya no sabemos si es un problema ideológico o técnico. Veremos mañana... Y pregunto: ¿quién se va a atrever ahora a ir al juzgado a denunciar sin que le tiemblen las piernas más que antes? En resumidas cuentas, y a lo popular, se han cargado la ley.
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