Elecciones catalanas: cuatro incógnitas y un pronóstico
Se impusieron las dos opciones más proclives al diálogo
antonio santamaría
Jueves, 18 de febrero 2021, 00:19
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antonio santamaría
Jueves, 18 de febrero 2021, 00:19
La elevada abstención, previsible en estos tiempos de pandemia y desafección política, ha determinado el resultado de las elecciones catalanas, pues no se ha repartido de forma alícuota. En los distritos independentistas la participación ha sido unos veinte puntos superior a las zonas que votan ... opciones constitucionalistas. Esto explica en gran medida el avance de las tres formaciones secesionistas que han ampliado en cuatro escaños su mayoría absoluta y superado ligeramente la barrera del 50% de los sufragios. Así, se ha despejado la primera de las incógnitas planteadas en estos comicios: si las fuerzas independentistas se mantenían, descendían o aumentaban sus apoyos tras una legislatura convulsa.
La segunda incógnita giraba en torno a la feroz pugna por la hegemonía del independentismo entre Junts y Esquerra. Al final, se ha resuelto por la mínima diferencia de un escaño a favor de ERC, sobre todo a causa de la ruptura entre Junts y el PDeCAT; una formación que no ha conseguido entrar en el Parlament, pero cuyos sufragios han sido determinantes para impedir que Junts obtuviese la primera plaza. Esto ha mostrado que no existe un espacio para el independentismo de centro-derecha, a causa de la paradoja que implica defender una posición rupturista en el eje nacional y una propuesta conservadora en el eje social. Por el contrario, la CUP, ubicada en la extrema izquierda, ha pasado de cuatro a nueve diputados y ha capitalizado el malestar de muchos votantes independentistas por las constantes polémicas entre Junts y ERC y por la errática gestión de la pandemia.
La tercera interrogante a resolver radicaba en la lucha por la hegemonía en el bloque constitucionalista. Esta batalla se ha resuelto nítidamente a favor del PSC, que ha logrado ser la fuerza más votada del país y empatar a escaños con ERC. Esto se explica por el desplome de Ciudadanos y la concentración del voto útil constitucionalista en Salvador Illa. El electorado no independentista se ubica en los barrios obreros de la Cataluña metropolitana, que en el eje nacional rechaza la secesión y en el social apuesta por opciones de izquierda. Ahora, desaparecido el peligro inminente de separación y tras el giro a la derecha del partido protagonizado por Albert Rivera, estos electores han vuelto a la matriz socialista. Especialmente tras la inoperancia de Cs, que no supo proyectarse como alternativa al independentismo, a pesar de haber sido en los anteriores comicios la fuerza más votada del país. De este modo, el PSC ha recuperado sus plazas fuertes en el Área Metropolitana de Barcelona y Tarragona que Cs le arrebató en 2017.
La cuarta cuestión a resolver se centraba en el combate por la hegemonía entre las tres formaciones de la derecha 'españolista', Cs, Vox y PP, solventada nítidamente a favor de la formación de extrema derecha con 11 diputados y que se ha convertido en la cuarta fuerza del país. Tras el PSC, Vox ha sido el segundo gran beneficiado por el desplome de Cs, que ha cedido 30 escaños y casi un millón de votos. Por el contrario, el PP, que partía de los peores resultados de su historia, no ha logrado capitalizar esta debacle e, incluso, ha perdido uno de sus cuatro diputados, lo cual podría tener consecuencias en la política española. Los excelentes resultados de Vox en los barrios y municipios de la Cataluña metropolitana son la expresión de un profundo malestar social al que la izquierda no ha sabido responder y que la derecha democrática no ha podido contener.
Los Comunes, la versión catalana de Unidas Podemos, en una posición equidistante entre ambos bloques y a quienes las encuestas auguraban un mal resultado, han mantenido sus ocho escaños, disipando el temor cerval a correr la misma suerte de sus compañeros gallegos y vascos. Aunque el ascenso de la CUP impide que sus diputados puedan tener un papel decisivo en la conformación de las mayorías.
A la luz del escrutinio, muy probablemente se formará un Ejecutivo independentista presidido por ERC. Aún es pronto para determinar cuál será la fórmula concreta de ese Gobierno, aunque todo parece apuntar a una reedición del bipartito con Junts, ahora bajo la égida de ERC y con el apoyo parlamentario de la CUP que, incluso, podría entrar en ese Gabinete de coalición.
A primera vista, podría parecer que nada ha cambiado en la convulsa política catalana. No obstante, resulta muy significativo que, a diferencia de las anteriores autonómicas, se han impuesto en sus respectivos bloques PSC y ERC. Las dos opciones que, a pesar de sus contradicciones, se han mostrado más proclives al diálogo y que están ubicadas en el espectro ideológico de la socialdemocracia, en contraste con los vencedores de los pasados comicios, Junts y Cs, ambos situados en el centro-derecha liberal y en posiciones extremas en materia identitaria.
Los dos bloques antagónicos, que estructuran la vida pública catalana, no han desaparecido pero se han ablandado, lo cual abre una tenue rendija de esperanza en la fracturada y polarizada sociedad catalana.
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