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Toma su nombre del río Indo, que nace en el Himalaya, techo del mundo, y debe a Venecia su comercio con el Mediterráneo, que crece cuando mongoles y europeos, alarmados por la toma de Constantinopla por los turcos, acuerdan hacer frente común contra el Imperio ... otomano y empujar su comercio a través del mar. El marino portugués Vasco de Gama, primero en lograrlo, otorga a Portugal el dominio comercial con India hasta el siglo XVI, cuando Gran Bretaña se lo arrebata no militarmente, sino creando la East India Company, que luego se convierte en la base de un imperio desde Bombay a Calcuta. Bajo su dominio, India se transformó en un país unitario, pero cada maharajá gobernaba su territorio. Había una India británica administrada por los ingleses y otra administrada por los príncipes, con sus excentricidades. Queda para la historia la anécdota del matrimonio del maharajá de Kapurthala con la bailarina española Anita Delgado, de la que se enamora cuando asiste en Madrid a la boda de Alfonso XIII, con el genial Valle-Inclán mediando en el romance.
Ahora que tanto se habla de 'fake news', conviene recordar que la patraña de que el nuevo rifle británico se engrasaba con grasa animal procedente de vaca y cerdo disparó la mecha de la rebelión de los cipayos, soldados indios al servicio del Ejército británico y, con ello, el motín que dio lugar a la independencia, aunque ésta realmente estaba servida por el expolio de los recursos indios por la metrópoli. Con ella explota también la rivalidad religiosa entre musulmanes, que se ubican mayoritariamente en Pakistán, e hindúes, que lo hacen en India.
Esta nación alberga 1.428 millones de personas, divididas en 28 Estados, con un 80% de población hinduista. Suele decirse que no hay una India, sino muchas. Una sociedad joven, digital, llena de energía y desigualdades, que es noticia por convertirse en el Estado más poblado de la Tierra, aspecto relevante, pero no el único que le acompaña para llamar a la puerta y sentarse entre los grandes del mundo, como tercer actor global. Busca su espacio entre potencias, aunque desconfía de ambas, sobre todo de China, con la que comparte cerca de 4.000 kilómetros de frontera cuya delimitación no es pacífica, por lo que los incidentes son recurrentes. Recela de la iniciativa de la Ruta de la Seda y comparte el foro Quad con EE UU, Japón y Australia. Sabe navegar entre aguas, porque hace compatible todo ello con su acuerdo con Rusia y su presencia en la nueva institución alternativa al FMI patrocinada por Pekín. Finalmente, forma parte del denominado grupo BRICS, con Brasil, Rusia, China y Sudáfrica. Todo un equilibrista.
Este año preside el G20 y es probable que solicite una nueva configuración del Consejo de Seguridad de la ONU. Su presidente, Narendra Modi, saca pecho al anunciar que su economía ha superado a la que fue su metrópoli y avisa de que va a por todas. McKinsey lo ve como el polo manufacturero del futuro al poder aportar su demografía, ya lo llaman dividendo demográfico, con una edad media de 28 años, diez años inferior a la china y estadounidense. La economía india hoy puede ser la quinta del mundo con un crecimiento en torno al 7% para 2023 y 2024, con una fuerte presencia allí de nuestras empresas en los sectores de maquinaria, energía renovable, tubos, equipamiento eléctrico, automoción, ingeniería, infraestructuras y ferrocarriles. Crece su economía, pero no el empleo juvenil, que sigue siendo un problema.
El Gobierno de Modi ha aportado soluciones pragmáticas en lo digital, energías renovables y reformas financieras que han facilitado la salida a bolsa de empresas. A medida que se reconfiguran las cadenas de suministro para reducir la dependencia de China, el atractivo de India como lugar de fabricación ha aumentado, soportado por su programa de subsidios al amparo del 'make in India'. Un buen ejemplo de ello es Apple. Además de sus grandes empresas de acero y automoción, corren hoy ríos de tinta con el grupo Adani, un imperio que ha crecido sobre la base de aprovechar una empresa para financiar la expansión de otra y ha convertido a su dueño en una de las personas más ricas del mundo, pero sometido a un férreo examen por su excesivo apalancamiento, que los operadores de corto plazo penalizan.
La destreza electoral de Modi proporciona continuidad económica, pero existe el riesgo de que este liderazgo acabe en autocracia con una excesiva promoción de su visión de la 'hindutva' o modo de vida hindú, en un país que cuenta con una importante minoría musulmana. La próxima cumbre del G20 mostrará sus dos caras: el país de menor renta per cápita de los veinte, pero también el que ha sacado de la pobreza a 400 millones de indios en los últimos quince años. En todo caso, una oportunidad que llama a la puerta. Para concluir, recuerdo, que hace unos años, durante un encuentro empresarial, ante la pregunta de cuál era la mayor diferencia entre India y Europa, el embajador indio contestaba con determinación: el hambre de mejora de los suyos.
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