El Euromillones del viernes: comprobar resultados del 31 de enero

Resulta recurrente escuchar críticas al funcionamiento de Osakidetza y, por ende, a sus gestores y plantilla, generándose una visión pesimista respecto a nuestra salud pública. Es cierto que Osakidetza debe mejorar. La pandemia la dejó tocada, como nos dejó a todos. Y aquí puede radicar ... una de las razones por las que la crítica a su funcionamiento sea tan reiterativa. Hubo voces en aquel duro momento que auguraban un futuro mejor: habiendo vivido lo que vivimos, íbamos a salir más generosos, más responsables y más solidarios. Pero el tiempo ha demostrado casi lo contrario: somos más exigentes, menos solidarios, más individualistas y más impacientes. Queremos respuestas inmediatas y priorizamos el 'yo' ante el 'nos'. Vivimos en una especie de 'carpe diem': solo importa el 'yo' y el 'ahora'.

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Es frecuente escuchar: «Llevo seis meses esperando a que me operen»; «¡cinco meses para una resonancia!»; «estuve horas esperando en Urgencias». Otra crítica también recurrente es la falta de médicos y profesionales. «¡Qué falta de previsión!». Cuesta más escuchar otras frases que se dicen en círculos reducidos: «Me llamaron tres veces para operarme, pero como tenía un viaje cerrado rechacé la propuesta… y ahora no me dan hora». Y tienen menos eco otras valoraciones: «Fue exquisito el trato que dieron a mi ama»; «no pensaba yo que a mi aita, con 80 años, le iban a operar: está mucho mejor»; «nunca tuve problemas con mi tratamiento de quimio, ni siquiera en pandemia».

Tampoco estaría de más analizar el motivo de la saturación de las Urgencias. Según datos estadísticos y testimonios de profesionales que allí trabajan, una gran mayoría de los casos se podría resolver al día siguiente en el ambulatorio o en el especialista. Gravedad, no siempre; urgencia, sí. Generalizar conlleva sus riesgos: seguro que habrá situaciones en las que, lamentablemente, no se haya recibido la debida atención.

Osakidetza ha cambiado y necesita mejorar. Y nosotros, ¿hemos cambiado? ¿Necesitamos mejorar? Esta es una de las claves para entender el sobredimensionamiento de la crítica a Osakidetza. En verdad, antes deberíamos aclarar si es crítica o queja, ya que la crítica conlleva un cierto análisis y contraste para aportar elementos que faciliten la mejora de aquello que se censura; la queja, con solo comentarla, adquiere una dimensión por encima de lo que implica.

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En la sociedad que vivimos, la queja se ha instalado como compañera de viaje. Hemos delegado nuestra felicidad en manos de las instituciones. Exigimos al Estado que nos haga felices y nos mantenga vivos y contentos a toda costa. Y desde esta seguridad externalizada nos cuesta entender que no siempre hay respuesta y solución a todo lo que nos pasa. Y así nace la frustración que conlleva la queja. De una supuesta necesidad se pasa a una reivindicación, y de aquí a un derecho. Y, mientras dura el viaje, la queja es la máxima en la convivencia diaria.

Nadie cuestiona la necesidad de ser críticos y exigir mejoras, pero la crítica fácil no soluciona nada. Flaco favor se hace a la plantilla de Osakidetza con esa crítica poco fundada. Lo que el Sistema Vasco de Salud y sus profesionales necesitan es reconocimiento y comprensión. Profesionales que no escatiman en esfuerzos para ofrecer la mejor sanidad posible y cuyo compromiso va muchas veces más allá de lo estrictamente profesional -aquí también hay excepciones: recuerdo a un administrativo que me invitaba a formular una queja sin yo haberlo pedido-.

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¿Somos conscientes del envejecimiento que ha experimentado la sociedad vasca, con lo que ello conlleva en atención sanitaria? ¿Sabemos que no es competencia del Gobierno vasco la adjudicación del número de plazas de MIR, sino de Madrid? ¿Hemos comprobado por curiosidad cuáles son las especialidades escogidas por los primeros puestos del MIR? No pensemos en Oncología o Neurología: Cirugía Estética está entre las más demandadas.

¿Sabemos de los problemas para completar la plantilla en las UCIs o UVIs? No es exigible un componente vocacional para optar a un puesto de trabajo, pero hay determinadas profesiones en que la vocación es un valor añadido ante la mayor exigencia de las situaciones que se viven. ¿Y sabemos cuánto nos cuesta per cápita la carrera de Medicina de un alumno o alumna? En Inglaterra u Holanda se frotan las manos: les llegan profesionales bien formados a coste cero. Normal que no les importe pagarles más: se han ahorrado los gastos de formación. ¿Por qué ocurre esto? Busquemos la respuesta.

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La educación, la sanidad o la protección a las personas más desfavorecidas son pilares básicos del Estado de Bienestar. La buena gestión hará que la sociedad esté más cerca de sus instituciones y de sus gobernantes, pero la demanda no puede ser solo unidireccional. Osakidetza ha cambiado y nosotros también. En este tema, como en aquellos esenciales en el modelo de sociedad en el que queremos vivir, hace falta más criterio y menos opinión.

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