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Entre los mensajes de campaña, una palabra destaca: cambio. No todos la utilizan en el mismo sentido, pero sorprende que se emplee con tanto ahínco, como dando a entender que en estas elecciones, si no hay cambio, no ocurrirá nada, cuando en realidad desde un ... principio ha cambiado casi todo.
Si empezamos por las candidaturas, exceptuando a Miren Gorrotxategi y Amaia Martínez, el resto encabeza por primera vez una lista en unas autonómicas. Imanol Pradales (PNV), aunque con larga experiencia en gestión institucional, es la primera vez que opta a lehendakari. Sin ocho apellidos vascos, representa un cambio significativo en el perfil de candidato del PNV. Como él dice: «Soy de la Margen Izquierda, de barrio e hijo de inmigrante: eso marca carácter».
Pello Otxandiano (EH Bildu) representa la nueva cara de su coalición. Con 'look' de profesor universitario, escenifica un cambio de perfil respecto a anteriores aspirantes. Está por ver si solo son las formas o también la manera de hacer política. Guante de seda en mano de hierro… o mano tendida para tejer acuerdos entre diferentes. El tiempo dirá.
Eneko Andueza (PSE), con sus intervenciones y manera de comunicar, ha venido para dejar impronta. Queda por ver si esa rotundidad con la que habla la aplica también a la hora de buscar acuerdos incluyentes.
Javier de Andrés (PP) es un político conocido que ha alternado política y tertulias. Su reto es ir más allá de ser un buen comunicador y hacer creíble su autonomía respecto a Génova, difícil, vista la estrategia de crispación del PP.
Queda claro, por tanto, que el interés de estas elecciones no decaerá por falta de novedades. El cambio es ya un hecho real. Probablemente, cuando se habla de cambio no se está pensando en las y los candidatos, sino en las propuestas políticas. Y aquí también se vislumbra cambio.
Sería impensable que el PNV planteara lo mismo que hace cuatro años. La experiencia vivida, las dificultades halladas y los cambios experimentados en la sociedad obligan a cambiar para buscar mejoras en muchos ámbitos de la gestión institucional. Experiencia no le falta, es un factor a su favor. El reto consiste en acertar en las personas y las necesidades más apremiantes de la sociedad. Ha llegado el momento de salirse de la inercia del día a día y afrontar cambios de calado con perspectiva de futuro. Se cuidará muy mucho de cumplir lo que dice.
En el caso de EH Bildu, el recorrido es inverso. Consciente de que la estrategia de confrontación no era el camino para ser alternativa de gobierno, hace tiempo cambió de estrategia. Primero en Nafarroa y luego en Madrid, algo impensable no hace tanto. El apoyo a Pedro Sánchez les ha homologado como una fuerza política más para acordar. Esto ya es un gran cambio. Lo que no ha cambiado, pues son desconocidas, son las propuestas que plantea para ser alternativa de gobierno. Juega a su favor que apenas hay comparativa anterior… pero el único precedente, la gestión en la Diputación de Gipuzkoa, le pesa. El reto que tiene Bildu es hacer creíble y posible lo que propone.
El eslogan del PSE es fiel reflejo de lo que Andueza defiende: «Vota al que decide». Razón no le falta. Será su bancada la que decidirá el color del próximo gobierno: acuerdo PNV-PSE… o EH Bildu-PSE. Él repite que no gobernará con Bildu, pero en política nunca se sabe. No hay más que mirar a Madrid para ser prudentes con las afirmaciones definitivas.
El resto de candidaturas bastante trabajo tiene con salvar los muebles. El PP, tratando de recuperar a parte de su electorado y hablando más del PP vasco que del PP de España; y Podemos y Sumar, demostrando una vez más la incapacidad histórica de la izquierda de priorizar lo que une en lugar de lo que separa. Unos y otros han caído en lo mismo que criticaban, y eso en política se paga. De Vox poco hay que decir más allá de su desapego en Euskadi.
Pero como el runrún sigue tanto en el escenario político como en la calle, la pregunta que completa esta reflexión es: cambio, sí… ¿pero para qué? No se trata de cambiar por cambiar, ni de cambiar por aburrimiento. Si hay que cambiar, que sea porque hay una alternativa mejor. Y cuando hablamos de 'mejor' debemos añadir 'posible' y 'realista'. Esta campaña debería servir para que los y las votantes podamos comparar propuestas y la manera de llevarlas a la práctica. Planteamientos realistas, porque tan importante es el qué como el cómo. Y en esto entran en juego otros factores, como la necesidad objetiva de cambio, la viabilidad de la propuesta y la experiencia para afrontarlo, que no todos tienen en igual medida.
Son caras nuevas. Esperemos que también sean nuevas maneras de hacer política y de afrontar los retos que tiene este país. Es el momento de políticos que cumplen lo que prometen y que prometen lo que van a cumplir. En sus manos y en las nuestras -no olvidemos que votamos- está que el gran cambio en Euskadi radique en la ilusión por un futuro mejor y, sobre todo, en un futuro posible.
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