De la ecoansiedad a la acción
La mirada ·
La crisis climática debe movernos a sensibilizar a nuestro entornoSecciones
Servicios
Destacamos
Edición
La mirada ·
La crisis climática debe movernos a sensibilizar a nuestro entornoYa tenemos nombre para un nuevo desorden mental: la ecoansiedad. Alguno puede pensar que esto empieza a ser poco serio. Pero, si reflexionamos un poco, podemos concluir que no lo es. Otra cuestión es si por esa vía van a venir algunas soluciones al cambio ... climático. Y no lo parece.
Como humanos, es razonable pensar que nos dé pena, tristeza u otra reacción emocional negativa la preocupante situación de nuestro planeta. Ahora bien, instalarnos en la ansiedad más radical y apocalíptica ante un irremediable Armagedón no parece que sea de gran utilidad. Jamás salió una idea buena desde la ira y el resentimiento.
El término ecoansiedad surgió de la American Psychology Association (APA), que la definió como el miedo crónico ante la catástrofe medioambiental. Y, aunque las personas más duras probablemente la rechacen, los sentimientos no son opinables. Si alguien dice que lo tiene, hay que darlo por bueno. Seamos empáticos en este sentido. Además, cada uno elige en esta vida las batallas que le parecen más sensibles para la Humanidad (otros piensan más en los ancianos, el aborto o la igualdad de género, por ejemplo). Y no hay duda de que esta es una batalla importante. ¿Qué podemos hacer entonces? Crear sociedades más resilientes, más proactivas y menos vulnerables. Es necesario sentir, sí, pero no lo es tanto resentir. Transcurrido el necesario luto inicial, debemos pasar a la acción, salir de la depresión. Ser tigres más que ovejas. Las circunstancias son las que son y la pregunta es: ¿qué puedo hacer yo para revertir o mejorar la situación? Dos sugerencias en este sentido.
La primera, aplicar los prefrontales y hacer un análisis. Separar el trigo de la paja, diferenciar los datos de las opiniones. En este caso, los datos más fiables vienen de los miles de científicos que trabajan en el IPPC, organismo creado en 1988 por Naciones Unidas para luchar contra el cambio climático. Y el dato cierto e irrefutable que nos dan es que, desde la época preindustrial, el planeta se ha calentado +1,1ºC. A partir de ahí entramos en hipótesis más o menos probables, pero hipótesis al fin y al cabo, ya que su acierto o no dependerá de cómo evolucionen muchas variables (entre ellas, nuestras acciones reales).
Y de nuevo, tenemos las hipótesis del IPPC. Según cómo reaccionemos, dentro de 60 años nuestro planeta habrá sufrido, respecto a la época preindustrial, un incremento de temperatura de entre +1,8ºC y +4ºC. Ahora bien, ojo con tomarlo como dato incuestionable. Son datos de modelos científicos, estimaciones con una variabilidad no menor. Estamos saliendo de la pandemia del Covid-19, donde también hemos querido mostrar hipótesis científicas como verdades intachables, cuando aún ni hemos sido capaces de demostrarlas. Dicho de otro modo, el dato fino de la velocidad del cambio climático no lo tenemos. Ahora bien, como diagnóstico, hay pocas dudas de que el planeta se está calentando y de que eso tendrá tremendas consecuencias (la duda es en qué plazos y si podemos amortiguar su efecto).
La segunda acción, cómo actuar frente a este diagnóstico. Y creo que pasa por menos ecoansiedad y más proactividad. ¿Cómo? Aplicando la oración de San Francisco de Asís: «Dios mío, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo cambiar y la sabiduría para conocer la diferencia». Quizás no tenga capacidad para influir en los políticos, pero sí en mi entorno. «Si quieres cambiar el mundo, cámbiate a ti mismo», decía acertadamente Gandhi. Contra la ecoansiedad, debemos reforzar nuestra resiliencia, promover el optimismo y encontrar un propósito que nos movilice para luchar contra esta situación.
Además, sea nuestra principal batalla o no, creo que, por responsabilidad, debemos tomar ciertas acciones. Permítame proponerle tres a modo de ejemplo. La primera, piense en el cambio climático cuando consuma (no solo en apagar las luces, el agua y reciclar en casa), vaya más allá, piense en qué compra, qué come o dónde viaja… La segunda, verbalice y sensibilice a su entorno sobre la necesidad de tomar pequeñas pero importantes acciones individuales. Y la tercera y más ambiciosa, aun sabiendo que su efecto es poco visible, trate de influir en su entorno social, laboral y político. Si todos lo hacemos, el efecto será importante.
En definitiva, el diagnóstico es claro. Desde la época industrial, nuestro planeta se ha calentado más de 1ºC y todo apunta a que lo seguirá haciendo de manera exponencial si no ponemos freno a esta escalada. Plantarse en la ecoansiedad apocalíptica no parece la respuesta más adecuada. Tenemos que ponernos a la acción. Cada uno desde su tribuna. Yo lo hago desde esta, usted tiene la suya. Póngala en marcha.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.