El neoliberalismo es un capitalismo belicoso, despiadado e implacable en el que el Estado sólo interviene cuando tiene que asegurar el éxito de los negocios del gran capital. Para conseguirlo utiliza un amplio marco político-jurídico-administrativo con el que genera un ambiente adecuado, estable ... y seguro en el que conseguir el máximo de ganancia posible. Ganancia lograda a costa del hambre, la pobreza y el sufrimiento de millones de seres humanos. La ideología neoliberal del globalismo, su pensamiento único lineal, su unidimensionalidad económica y su autoritarismo político se imponen apolíticamente en el mercado mundial y actúan de manera claramente política.

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Para luchar contra sus presupuestos se necesita mayor cooperación internacional, Estados transnacionales o soberanía compartida, participación en el capital, reorientación de la política educativa, alianza para el trabajo ciudadano, nuevos objetivos políticos, culturales y económicos. pacto social frente a la exclusión, culturas experimentales y eliminación, o transformación, de instituciones creadas tras la Segunda Guerra Mundial y que se han convertido en arietes del citado neoliberalismo. Nos referimos al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial (BM), nacidos de los Acuerdos de Bretton Woods (1 a 22 de julio de 1944).

Hace 75 años (se cumplieron ayer, 27 de diciembre) comenzó la andadura del Fondo Monetario Internacional (FMI), aunque sus operaciones financieras se iniciaran el 1 de marzo de 1947. Gestado durante el conflicto bélico, nació para evitar las equivocaciones del pasado (Tratado de Versalles, Gran Depresión); para fomentar la cooperación monetaria; para consolidar una economía de mercado abierta y el crecimiento económico, sin trabas al comercio internacional, con monedas estables y convertibles; para establecer un sistema multilateral de pagos; para eludir la fragmentación monetaria y financiera del mundo, que nutrió al fascismo, a los nacionalismos excluyentes y al nazismo y, finalmente, para conseguir plasmar sus principios de asegurar la estabilidad del sistema financiero internacional y el multilateralismo.

Las funciones del FMI engloban la vigilancia de las economías de sus miembros, fundamentalmente en las políticas cambiarias; el suministro de asistencia financiera (créditos y préstamos) a los miembros con problemas de balanza de pagos, y la provisión de asistencia técnica para la ejecución de la política fiscal y monetaria. Para desarrollarlas se configuraron diferentes áreas de trabajo (supervisión, asistencia financiera y asistencia técnica). Los préstamos incluyen los servicios regulares del FMI, la asistencia concesional y otros servicios especiales. Los 189 países que lo integran llaman a la puerta de este organismo técnico cuando sus economías fenecen y los desequilibrios son intolerables.

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El FMI es, sin duda, una de las organizaciones internacionales más poderosas, tanto por el volumen de fondos que maneja como por su capacidad de influencia sobre numerosos Estados. Pero 75 años después de su creación se encuentra en un cruce de caminos que le obliga a manifestarse sobre el cuestionamiento del multilateralismo y la agrandada sombra del proteccionismo, la gran amenaza nacionalista, el aumento de los enemigos de la democracia, el declive progresivo de la UE, la tendencia aislacionista estadounidense, la joven e imperfecta democracia rusa y las pretensiones imperiales chinas.

En una fase de la historia en la que estamos contemplando la formación de un nuevo orden mundial y en la que el neoliberalismo se intentará afianzar y robustecer, el FMI tiene la oportunidad de realizar sus actividades dando un giro a unos requisitos que abogan siempre por el fundamentalismo de mercado, por el saneamiento del presupuesto público a expensas del gasto social y por cargar sobre los hombros de los más débiles el peso de los errores de sus dirigentes.

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Si no es así, como nos tememos, el Fondo seguirá siendo criticado y vilipendiado, a la par que se le responsabilizará de la pobreza de los países menos desarrollados. Censurado con razón cuando presenciamos cómo se aprovecha de la pandemia para conceder 76 nuevos préstamos insistiendo en las políticas de siempre (recortes en los servicios públicos y las pensiones, privatizaciones, congelaciones, recortes salariales, despido de trabajadores, etcétera), sólo podemos pensar que, como manifiestan sus críticos, su función principal sigue siendo la de evitar que las crisis económicas pongan en riesgo los negocios del gran capital neoliberal.

Enjuiciar negativamente a instituciones como el FMI no tiene como finalidad condenar las relaciones económicas mundiales, sino descubrir lo que significa e implica la primacía e imposición del mercado mundial defendida por la ideología neoliberal y su influencia en todos los aspectos de la vida de las sociedades y los Estados.

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